La pandemia por el coronavirus aún continúa afectando a la humanidad. Si bien el número de casos se ha reducido recientemente, hay personas que todavía pueden contagiarse el virus. Hasta ahora el 64% de la población mundial recibió el esquema primario de vacunación. El 31% accedió a dosis de refuerzo, las que se aplican porque la protección del esquema primario decae con el paso del tiempo.
Frente a la posibilidad de que surjan nuevas variantes en el futuro, hay investigadores de Israel que hicieron un avance que puede convertirse en una opción para que las dosis de refuerzo no sean necesarias en el futuro. Por el momento, y mientras que esa opción siga desarrollándose, sí hay que ir aplicarse los refuerzos.
A nivel mundial, el número de casos de COVID-19 semanales disminuyó un 12% durante la semana del 29 de agosto al 4 de septiembre pasado en comparación con la semana anterior, con algo menos de 4,2 millones de nuevos casos notificados según la Organización Mundial de la Salud. El número de muertes semanales disminuyó un 5% en comparación con la semana anterior, con más de 13.700 víctimas notificadas. Para prepararse para el futuro hay muchas investigaciones en marcha. Por un lado, se han desarrollado dosis de refuerzo específicas contra Ómicron. También hay cuatro vacunas que se administran por la boca o por la nariz. Además, ahora existe la posibilidad de desarrollar una intervención que podría actuar contra todas las variantes actuales o las que surjan.
Esa posibilidad surge a partir de una investigación de la Universidad de Tel Aviv. Científicos de esa institución, liderados por Natalia Freund, consiguieron aislar dos anticuerpos que neutralizan todas las variantes conocidas de COVID-19, incluida Ómicron, que es la predominante este año. Funciona con una eficacia de hasta el 95%.
El tratamiento dirigido con anticuerpos y su administración al organismo en altas concentraciones podría servir como sustituto eficaz de las vacunas, especialmente para las poblaciones de riesgo y las que tienen el sistema inmunitario debilitado. Con el tratamiento con anticuerpos, existe la posibilidad de que se elimine la necesidad de aplicar repetidas vacunas de refuerzo a toda la población cada vez que surja una nueva variante, estiman los científicos.
Los investigadores demostraron que los anticuerpos aislados del sistema inmune de pacientes de COVID-19 recuperados son eficaces para neutralizar todas las variantes conocidas del virus, incluidas las variantes Delta y Ómicron. Según los investigadores, este descubrimiento podría eliminar la necesidad de repetidas vacunaciones de refuerzo y reforzar el sistema inmunitario de las poblaciones de riesgo.
En la investigación también participaron los estudiantes de doctorado Michael Mor y Ruofan Lee, del Departamento de Microbiología Clínica e Inmunología de la Facultad de Medicina Sackler. El estudio se realizó en colaboración con el doctor Ben Croker, de la Universidad de California en San Diego. El profesor Ye Xiang de la Universidad de Tsinghua en Pekín. El profesor Meital Gal-Tanamy y el doctor Moshe Dessau de la Universidad de Bar-Ilan también participaron en el estudio. El estudio se ha publicado en la revista Nature Communications Biology.
El estudio es la continuación de un trabajo preliminar que había sido realizado en octubre de 2020, en plena crisis por el COVID-19. En ese momento, la doctora Freund y sus colegas secuenciaron todas las células del sistema inmunitario B de la sangre de las personas que se habían recuperado de la cepa original del coronavirus en Israel, y aislaron nueve anticuerpos que los pacientes producían. Los investigadores han descubierto ahora que algunos de estos anticuerpos son muy eficaces para neutralizar las nuevas variantes del coronavirus, Delta y Ómicron. Se necesitarán ensayos clínicos que evalúen la eficacia y la seguridad de los anticuerpos como terapias.
De acuerdo con Freund, “en el estudio anterior, demostramos que los diversos anticuerpos que se forman en respuesta a la infección con el virus original se dirigen contra diferentes sitios del virus. Los anticuerpos más eficaces eran los que se unían a la proteína Espiga del virus, en el mismo lugar donde el pico se une al receptor celular ACE2. Por supuesto, no fuimos los únicos en aislar estos anticuerpos, y el sistema sanitario mundial hizo un amplio uso de ellos hasta la llegada de las diferentes variantes del coronavirus, que de hecho hicieron inútiles la mayoría de esos anticuerpos.
“En el estudio actual, demostramos que otros dos anticuerpos, TAU-1109 y TAU-2310, que se unen a la proteína de la Espiga del virus en una zona diferente de la región en la que se concentraban la mayoría de los anticuerpos hasta ahora (y que, por tanto, eran menos eficaces para neutralizar la cepa original) son en realidad muy eficaces para neutralizar las variantes Delta y Ómicron. Según nuestros resultados, la eficacia del primer anticuerpo, TAU-1109, para neutralizar la variante Ómicron es del 92%, y para neutralizar la variante Delta, del 90%. El segundo anticuerpo, TAU-2310, neutraliza la variante Ómicron con una eficacia del 84%, y la variante Delta con una eficacia del 97%”.
Según la doctora Freund, la sorprendente eficacia de estos anticuerpos podría estar relacionada con la evolución del virus: “La infectividad del virus aumentaba con cada variante porque cada vez cambiaba la secuencia de aminoácidos de la parte de la proteína de la Espiga que se une al receptor ACE2, aumentando así su infectividad y evadiendo al mismo tiempo los anticuerpos naturales que se creaban tras las vacunaciones. En cambio, los anticuerpos TAU-1109 y TAU-2310 no se unen al sitio de unión al receptor ACE2, sino a otra región de la proteína de la Espiga -una zona que por alguna razón no sufre muchas mutaciones- y por eso son eficaces para neutralizar más variantes virales. Estos descubrimientos surgieron cuando probamos todas las variantes del coronavirus conocidas hasta la fecha”.
Los dos anticuerpos, clonados en el laboratorio de la doctora Freund en la Universidad de Tel Aviv, se enviaron para comprobar su eficacia contra virus vivos en cultivos de laboratorio en la Universidad de California San Diego, y contra pseudovirus en los laboratorios de la Facultad de Medicina de la Universidad de Bar-Ilan, en Galilea. Los resultados fueron idénticos e igualmente alentadores en ambas pruebas.
Freund cree que los anticuerpos pueden suponer una auténtica revolución en la lucha contra el COVID-19: “Tenemos que considerar la pandemia de COVID-19 en el contexto de los brotes de enfermedades anteriores que ha presenciado la humanidad. Las personas que fueron vacunadas contra la viruela al nacer y que hoy tienen 50 años siguen teniendo anticuerpos, por lo que probablemente estén protegidas, al menos parcialmente, contra el virus de la viruela del mono del que hemos oído hablar recientemente”, señaló.
Lamentablemente esa protección de la vacuna de la viruela no se ha dado también con respecto a las vacunas contra el coronavirus. “Por razones que aún no comprendemos del todo, el nivel de anticuerpos contra el COVID-19 disminuye significativamente después de tres meses, razón por la cual vemos que las personas se infectan una y otra vez, incluso después de haber sido vacunadas tres veces”, advirtió la investigadora.
“En nuestra opinión, el tratamiento selectivo con anticuerpos y su administración al organismo en altas concentraciones puede servir como sustituto eficaz de las repetidas dosis de refuerzo, especialmente para las poblaciones de riesgo y las que tienen el sistema inmunitario debilitado. La infección por COVID-19 puede causar una enfermedad grave, y sabemos que el suministro de anticuerpos en los primeros días tras la infección puede detener la propagación del virus. Por lo tanto, es posible que al utilizar un tratamiento eficaz con anticuerpos, no tengamos que proporcionar dosis de refuerzo a toda la población cada vez que haya una nueva variante”, estimó.
Consultada por Infobae, la doctora Laura Bover, científica argentina y directora de anticuerpos monoclonales en el MD Anderson Center de los Estados Unidos valoró los resultados de la investigación publicada en la revista Nature Communications Biology. “Cuando se generan anticuerpos, el paso más importante, según ya recomendaba el mismo César Milstein, es el “screening”. Es decir, es clave el testeo para seleccionar los anticuerpos más eficaces para alcanzar el objetivo propuesto, ya sea terapéutico o para uso en diagnóstico o localización de la molécula ‘blanco’ de estudio en tejidos”, explicó.
El grupo liderado por una científica de Israel -señaló la doctora Bover- “aisló material genético de anticuerpos de células plasmáticas productoras de anticuerpos, construyeron los anticuerpos recombinantes y los testearon contra el dominio de unión al receptor de todas las variantes que mencionan en el estudio. Seleccionaron aquellos que se unían con mayor afinidad, y neutralizaban más tanto a partículas virales como a pseudovirus, introduciendo también mutaciones específicas presentes en las distintas variantes y midiendo cómo se afectan esos parámetros. Ese proceso de selección es el que les permite elegir los mejores candidatos para unirse y neutralizar a las variantes conocidas”.
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