Lo que los especialistas dieron en llamar long COVID, COVID prolongado o síndrome post COVID nuclea a un variado número de síntomas y afectaciones en órganos que van más allá del sistema respiratorio y que son propias del cuadro inflamatorio sistémico que provoca el SARS-CoV-2 en el organismo.
El cuadro afecta a uno de cada cinco adultos recuperados de la infección viral, lo que, a dos años y cinco meses de declarada la pandemia por COVID-19, ya lo ubica como un problema de salud pública en sí mismo, más allá del propio coronavirus. Es por eso que desde la ciencia buscan dar herramientas para tratarlo de la mejor manera posible.
En esa línea, la Unión Europea acaba de aprobar el primer análisis de sangre para diagnosticar el COVID prolongado, lo que aumenta las esperanzas para todos aquellos que padecen esta afección debilitante, que complica su calidad de vida.
Según se evidenció en los ensayos, la prueba detecta células del sistema inmunitario específicas del síndrome post COVID, lo que ayuda a los médicos a diferenciar el cuadro de otras enfermedades con síntomas similares.
La prueba incellKINE Long Covid In Vitro Diagnostic ahora recibió una marca CE, lo que le otorga la aprobación para su uso en la Unión Europea, luego de que las autoridades aceptaran los datos de un estudio que sugería que tenía más del 90% de precisión en todas las cepas del SARS-CoV-2.
Sin embargo, pese al avance que el análisis representa, para algunos especialistas el gran desafío del COVID prolongado es la falta de tratamiento para el amplio abanico de síntomas que presenta.
Ese es el caso de lo que planteó la doctora Stephanie de Giorgio, asesora del sistema nacional de salud de Reino Unido y enfocada en hacer frente al long COVID. “Uno de los problemas que permanecerán es que no tenemos ningún tratamiento. Pero si esto resulta efectivo, podría dar a las personas algunas respuestas sobre por qué se sienten tan mal”, consideró la especialista.
Al parecer, el fabricante IncellDx planea lanzar la prueba en Europa este mes, pero aún deberá obtener la aprobación del organismo de control del Reino Unido, la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios, como ocurrirá en otras naciones, antes de que pueda salir a la venta en países donde la prevalencia del COVID prolongado está en aumento.
Tal como estimaron desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta uno de cada cinco pacientes infectados con el virus sufre una variedad de efectos a mediano y largo plazo después de recuperarse de la enfermedad inicial.
Los síntomas comúnmente informados incluyen fatiga, dificultad para respirar y confusión mental. Estos signos, según la OMS, para ser considerados síntomas de COVID prolongado deben estar presentes durante al menos dos meses, desde los tres meses posteriores al inicio de la enfermedad.
Las cifras de la Oficina de Estadísticas Nacionales en los últimos días mostraron que aproximadamente dos millones de personas, es decir un 3% de la población, informó problemas que duraron más de cuatro semanas después de recuperados de la infección inicial. De ellos, el 22% dijo que sus síntomas habían persistido durante al menos dos años. A pesar de esto, la condición es poco conocida y las alternativas para tratarla, escasas. Bruce Patterson es director ejecutivo de IncellDx y reconoció que el COVID prolongado “presenta un importante desafío de diagnóstico y tratamiento”.
Muchos de los síntomas, agregó el experto, incluyen una amplia gama de problemas cardiovasculares y pueden confundirse fácilmente con afecciones dolorosas como el síndrome de la enfermedad de Lyme posterior al tratamiento, la encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica, la fibromialgia o incluso el resfriado común. De allí que para él, “tener una herramienta efectiva y objetiva para diagnosticar COVID largo es absolutamente esencial”.
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