A dos años y poco más de cinco meses de declarada la pandemia por COVID-19, aún quedan muchas preguntas sin resolver por la ciencia en torno del nuevo coronavirus.
Ómicron es la última variante detectada del SARS-CoV-2, en noviembre pasado en Sudáfrica, de la cual se registraron luego varios sublinajes.
Y pese a que el porcentaje de población vacunada es elevado en todo el mundo, los especialistas comenzaron a ver que el virus lograba evadir los anticuerpos contra el COVID-19, tanto los generados por las formulaciones desarrolladas en tiempo récord como la inmunidad natural de quienes habían contraído la enfermedad.
Ahora, nuevas investigaciones dan cuenta de que, además, la variante genera casos asintomáticos, lo que podría explicar que la pandemia sigue aún vigente en todo el planeta.
Un estudio publicado en la revista JAMA, de la Asociación Médica de Estados Unidos con fecha del 17 de agosto pasado logró cuantificar con precisión la proporción de personas infectadas con la variante Ómicron que no sabían que estaban infectadas.
Para el trabajo, realizado en la ciudad de Los Ángeles, los investigadores analizaron los datos de 6.385 personas, todas ellas empleadas en un centro académico hospitalario y participantes de un estudio destinado a conocer -mediante análisis de sangre- si estaban o no infectadas con el SARS CoV-2.
En este punto, los autores del estudio aclararon que los estudios de sangre, llamados serológicos, miden los anticuerpos o inmunoglobulinas que produce el sistema de defensa cuando una persona se infecta o cuando se vacuna.
En esta oportunidad, para distinguir los anticuerpos producidos en respuesta a una vacuna o a una infección, los investigadores midieron la concentración de un anticuerpo especial, llamado anti-nucleocápside, que se produce solamente cuando una persona contrajo la enfermedad, y no cuando se vacunó.
De ese modo, si una persona tiene anticuerpos anti-nucleocápside es sabido que éste sólo proviene de una infección, y no de la vacunación.
Los participantes del estudio eran en su mayoría (65%) mujeres, con una edad media de 51 años, quienes respondieron a preguntas sobre su estado de salud en diversos intervalos del estudio.
De los más de 6.300 participantes, 2.479 personas cumplieron con el examen de sangre y de ellas, 264 tuvieron evidencia serológica de que habían sido infectadas con la variante Ómicron.
Asimismo, de esas 264 personas con evidencia de haber sido infectadas, 54 fueron excluidas por no completar los requisitos del estudio, por lo que el análisis final se hizo sobre la base de los 210 voluntarios restantes. El 94% de ellos había sido vacunado con alguna de las vacunas autorizadas de emergencia.
Qué hallaron
El análisis de los cuestionarios en que los participantes respondían a la presencia de síntomas respiratorios dio cuenta de que 92 de las 210 personas infectadas (44%) se había dado cuenta de que se habían infectado. Mientras que la mayoría, es decir los restantes 118 o 56%, no había percibido síntoma alguno de COVID-19.
Asimismo, de los pocos que tuvieron algún síntoma, la mayoría había atribuido a un resfrío.
Entre las conclusiones, los autores del trabajo analizaron que una gran proporción de los nuevos contagios causados por la variante Ómicron puede ser explicada por el hecho de que las personas no se dan cuenta de que están infectadas, lo que obviamente impide que se testeen y puedan tomar las medidas de precaución y aislamiento necesarias para evitar más contagios.
“Los hallazgos de este estudio sugieren que las bajas tasas de conocimiento de la infección por la variante Ómicron pueden ser un factor clave para la rápida transmisión del virus dentro de las comunidades”, insistieron los investigadores en la publicación.
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