En el territorio actual de la Argentina, se han encontrado restos fósiles de más de 100 especies de dinosaurios. Son esqueletos y huesos que forman parte del patrimonio paleontológico del país y permiten reconstruir la evolución de ese grupo de vertebrados que predominaron en el planeta hace más de 65 millones de años.
Una de las últimas especies que se han descripto es Jakapil kaniukura, un pequeño dinosaurio herbívoro pero acorazado como ningún otro en Sudamérica. La letra inicial de ese dinosaurio vino a completar el “Alfabeto” de los dinosaurios que habitaron en la Argentina, una iniciativa en conjunto del Conicet, la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, la Universidad Maimónides y la Asociación Paleontológica Argentina.
Como los nombres científicos de las especies se deben escribir en latín, el alfabeto no incluye a la “ch” y a la “ñ” del español. Es decir, que se incluyeron 26 especies que se han encontrado en las provincias de Neuquén, Río Negro, Santa Cruz, Chubut, San Juan, Mendoza, La Rioja, La Pampa, y Salta. Se diseñó el alfabeto asociado a fichas (que se bajan gratis aquí) que informan el significado del nombre de cada dinosaurio, qué comía, cuál era su longitud, entre otras características.
“Cuando era niño, empecé a escuchar sobre localidades que nunca se me borraron de mi cabeza mientras aprendía sobre dinosaurios. Aprendí que Wyoming, Utah, y Colorado eran tres de los 50 estados de los Estados Unidos”, recordó en diálogo con Infobae Sebastián Apesteguía, investigador de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, Centro de Ciencias Naturales Ambientales y Antropológicas, Universidad Maimónides, y Conicet de la Argentina, y uno de los codescubridores de Jakapil kaniukura.
Apesteguía tuvo la idea de hacer el alfabeto. Se intentó “poner de manifiesto la enorme riqueza geológica y paleobiología no solo de una o dos sino de muchas provincias argentinas. En adelante, al oír hablar de La Rioja, un niño o niña empoderado en los dinos de su país podrán asociar inmediatamente con Zupaysaurus, y así pueden darse otras situaciones para muchas de nuestras provincias”, señaló. El alfabeto se hizo con ilustraciones de Daniel Boh.
Esa especie carnívora había sido descripta por Andrea Arcucci, de la Universidad Nacional de San Luis, y Rodolfo Coria, de la Universidad Nacional de Río Negro en 2003. Le pusieron Zupaysaurus que quiere decir “reptil diablo” (”zupay” significa “diablo” en quechua). Vivió hace 200 millones de años y los restos fueron encontrados en La Esquina, La Rioja. “Una réplica del Zupaysaurus se puede observar en el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Rioja”, contó Arcucci, al ser consultada por Infobae.
“Hay quienes preguntan que por qué en el alfabeto de los dinos no están Argentinosaurus o Giganotosaurus. Son quizás los más icónicos. Pero en el alfabeto sí están muchos asombrosos y bien distribuidos por las provincias. Entre los más asombrosos, están Carnotaurus, Amargasaurus, e Isaberrysaura. Me gustan mucho”, comentó Apesteguía.
Carnotaurus sastrei fue un dinosaurio carnívoro y era un temible depredador. Medía 3,50 metros de alto. Tenía dos cuernos craneanos y brazos pequeños. Sus restos estaban en Bajada del Diablo, en Chubut. Uno de los pioneros de la paleontología estuvo a cargo de su estudio, José Bonaparte, en los años ochenta. Le pusieron ese nombre que significa “Toro carnívoro” y está dedicado a Don Ángel Sastre, quien era dueño de la estancia donde se encontraban los fósiles.
En tanto, las altas espinas neurales de Amargasaurus cazaui también hacen que sea un dinosaurio singular. Las espinas sobresalen hacia arriba en el cuello y las vértebras dorsal anteriores. La especie fue descripta por Leonardo Salgado y Fernanda Ojeda Cruz. Le pusieron un nombre relacionado con el lugar del hallazgo: la orilla del arroyo La Amarga en Neuquén. Le agregaron “cazaui” como homenaje al geólogo Luis Cazau, que había informado sobre la presencia del sitio paleontológico.
En esa provincia, Neuquén, también se encontraron los restos de Isaberrysaura mollensis. Fue bautizado con el nombre de quien lo reportó en 2009: Isabel Valdivia Berry. Es uno de los pocos dinosaurios que rinde homenaje a una mujer. Otra especie dedicada a una mujer es Gasparinisaura cincosaltensis. Significa “reptil de Zulma Gasparini” de la localidad de Cinco Saltos, en la provincia de Río Negro. Es un homenaje a la doctora Zulma Gasparini, quien es científica del Conicet, profesora emérita de la Universidad Nacional de La Plata y una eminencia a nivel internacional en paleontología.
“En la Argentina, se ha descubierto una variedad fantástica de dinosaurios. Al estudiarlos, se ha producido conocimiento científico de niveles mayúsculos: sabemos más sobre su diversidad, su origen, su evolución. No quisiera caer en chovinismo, pero la verdad es que conocer los dinosaurios de la Argentina es un viaje directo a Jurassic Park, aunque principalmente al Cretácico. Porque hay más dinosaurios de ese Período, que comenzó hace 145 millones de años y terminó hace 66 millones de años aproximadamente”, comentó a Infobae la científica del Conicet y la Universidad Nacional de La Plata, Claudia Tambussi. Para esta investigadora, que se especializa en morfología y evolución de las aves, Buitreraptor gonzalezorum es uno de los dinosaurios que le parece “más interesantes”.
Su nombre significa “Rapaz de La Buitrera”, el área donde estaban los fósiles en Río Negro, y está dedicado a los hermanos Fabián y Jorge González, que formaban parte de la campaña. Se sospecha que tenía plumas, aunque no habría volado. Era un pariente lejano del Velociraptor de la película Jurassic Park y también de las aves actuales. Tenía a un hocico largo y dientes pequeños.
En el alfabeto, también se sumó al dinosaurio Meraxes gigas. El género “Meraxes” se refiere al nombre de una hembra de dragón creada en la serie de libros “Canción de Hielo y Fuego” del escritor George R.R. Martin. Esos libros fueron llevados a la televisión con la mundialmente conocida serie “Game of Thrones” (Juego de Tronos). El nombre de la especie significa “gigante”: medía 11 metros, y fue presentado en sociedad recientemente como informó Infobae el 7 de julio. Se destaca por su dedo interno del pie con una gran garra.
“En el territorio argentino, contamos con los dinosaurios más antiguos, los más gigantescos (tanto carnívoros como herbívoros), los que guardan una estrecha relación de parentesco con las aves, y los más estrafalarios. A pesar de eso, en libros, películas y redes sociales generalmente se citan e ilustran, hasta el cansancio, los mismos ejemplos de dinosaurios estadounidenses como si no hubieran existido otros en otras regiones. Por esa razón, considero que el alfabeto de los dinosaurios argentinos es un buen paso adelante para enriquecer el conocimiento de los futuros paleontólogos argentinos”, expresó Fernando Novas, del Museo Argentino de Ciencias Naturales y del Conicet, al ser consultado por Infobae.
Novas es uno de los descubridores del Unelangia comahuensis, que quiere decir “Mitad ave del Comahue”. Vivió hace 90 millones de años en el actual territorio de Neuquén, y era similar a un avestruz. Medía más de 2 metros de largo y 1.20 metro de alto, y era corredor. Tenía los miembros delanteros con forma de alas, y es muy probable que tuviera plumas.
“El alfabeto y sus fichas muestra la diversidad de dinosaurios y es una forma de conocer nuestro patrimonio”, señaló Virginia Zurriaguz, investigadora en paleontología del Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología, que depende del Conicet y la Universidad Nacional de Río Negro. “Me resulta interesante destacar la especie de la letra Y, que se llama Yungavolucris brevipedalis. Porque no es un dinosaurio en el sentido que nos imaginamos habitualmente como un reptil gigante con muchos dientes o cuello y cola largos. En cambio, Yungavolucris parece más bien un pájaro y ahí está lo bueno: porque las aves que vemos actualmente son dinosaurios, los únicos representantes vivientes de este grupo. Ellas se originaron a partir de un grupo de dinosaurios. Por lo tanto, pertenecen a este linaje”.
Ese dinosaurio fue encontrado en El Brete, provincia de Salta. Sus restos tienen una antigüedad de 70 millones de años. Su nombre significa “Ave de las yungas, de pie breve”, y medía solo 20 centímetros. Fue descripto por el científico argentino Luis Chiappe, quien es director del Instituto Dinosaurio del Museo de Historia Natural de Los Angeles.
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