Algunas personas que se infectaron por el virus que causa el COVID-19 pueden tener efectos a largo plazo por la infección. Pueden durar semanas, meses o años. Son más frecuentes en personas que se enfermaron gravemente por la infección por el coronavirus, pero los cuadros leves o los asintomáticos también pueden padecer secuelas, que se engloban como COVID prolongado o postCOVID. Las ciencias ahora están viendo la posibilidad de encontrar marcadores que permitan advertir quiénes están en mayor riesgo de tener el COVID prolongado.
Los investigadores Eleni Gavriilaki, del Hospital General Papanicolaou y Styliani Kokoris, de la Universidad de Atenas, en Grecia, publicaron un artículo qué factores se deberían empezar a considerar y estudiar para predecir los riesgos de tener secuelas como una manera de ayudar a tratar a tiempo a los pacientes.
“La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto sin precedentes en todos los aspectos de la actividad humana en todo el mundo. A pesar del efecto positivo que han tenido la vacunación, el tratamiento antiviral y los anticuerpos monoclonales, siguen existiendo necesidades clínicas no cubiertas, como la predicción temprana de los pacientes que desarrollarán COVID-19 grave o secuelas”, escribieron los investigadores.
Para Gavriilaki y Kokoris, “es de suma importancia comprender mejor la fisiopatología de la enfermedad” por la cantidad de personas que han tenido la infección y por las secuelas. Hasta el momento el COVID-19 se ha diagnosticado en más de 596 millones de personas en el mundo.
El artículo de los investigadores griegos se publicó en la revista The Lancet Infectious Diseases. Y el científico de Estados Unidos y director del Instituto Scripps de Investigación Traslacional, Eric Topol, lo destacó en Twitter. “Secuelas de COVID-19: ¿se pueden predecir los efectos a largo plazo? No, ese es el problema. #LongCovid no se puede predecir”, escribió.
Los científicos griego comentaron algunas situaciones que se manejan como hipótesis como factores de riesgo del COVID Prologando. “Al igual que el cuadro grave de COVID-19, la disfunción del endotelio podría estar comúnmente asociada a las secuelas del COVID-19″, afirmaron. El endotelio es como una monocapa que separa los tejidos de la sangre.
La disnea persistente se ha asociado con el daño pulmonar y el deterioro de la función pulmonar, y el coronavirus se ha detectado de forma persistente en el tejido pulmonar post-mortem. La fatiga, como parte de las secuelas del COVID-19, no parece estar asociada a la disfunción autonómica, aunque el coronavirus también se ha detectado en las células endoteliales, comentaron.
“También se han documentado partículas de coronavirus a través del microscopio electrónico en muestras de tejido del pene, lo que sugiere una relación entre las secuelas de COVID-19 y la disfunción eréctil. De acuerdo con el daño vascular observado, se ha informado de disfunción endotelial, detectada por el método estándar de oro (es decir, dilatación mediada por flujo), tras la recuperación de COVID-19″, explicaron.
La infección previa por el coronavirus fue un factor independiente de predicción del deterioro de la dilatación mediada por flujo. También se han descrito en la fisiopatología de las secuelas de la COVID-19 el aumento de la respuesta inflamatoria, el estrés oxidativo, las citocinas proinflamatorias y el deterioro de la función mitocondrial.
“No existen criterios establecidos para este diagnóstico”, subrayaron los investigadores. Los pacientes presentan una gran variedad de síntomas que afectan a múltiples sistemas orgánicos. Estos síntomas no se han atribuido a otras causas, excepto a la enfermedad de COVID-19 previa.
También alertaron que los estudios en este campo son escasos. Casi el 90% de los sobrevivientes del COVID-19 han desarrollado secuelas, que incluyen no sólo síntomas generales como la fatiga, sino también manifestaciones neurológicas, cardíacas, renales o respiratorias graves. La infección por el coronavirus también se ha asociado a cambios a largo plazo en la estructura del cerebro, según un estudio del Biobanco del Reino Unido.
Citaron el estudio del científico Jeremy Werner Deuel y sus colegas, publicado en The Lancet Infectious Diseases, que exploró las secuelas tras la infección por el coronavirus en adultos jóvenes, con una edad promedio de 21 años. Es un estudio de cohorte longitudinal de 501 jóvenes que se sometieron a una amplia batería de pruebas diseñada para evaluar los resultados físicos y psicosociales después de la COVID-19.
Todos los participantes en el momento del estudio no habían recibido ninguna dosis de la vacuna COVID-19 y eran miembros de las Fuerzas Armadas suizas. “El aumento del índice de masa corporal, el colesterol alterado y la disminución de la resistencia física 6 meses después de la COVID-19 eran indicativos de un mayor riesgo de desarrollar trastornos metabólicos y posibles complicaciones cardiovasculares. Estos hallazgos podrían apoyar la hipótesis de la disfunción endotelial como motor principal de las secuelas de la COVID-19″, expresaron los investigadores.
Como la obesidad, el nivel de colesterol alterado y la baja actividad física son factores de riesgo ya conocidos para futuras complicaciones cardiovasculares, caracterizadas por la disfunción endotelial, los científicos postulan la posibilidad de tenerlos en cuenta para predecir las secuelas del COVID-19.
“Los factores de riesgo cardiovascular pueden modificarse mediante cambios en el estilo de vida y medicamentos. Y lo que es más importante, en la última década se han descubierto nuevos marcadores vasculares y bioquímicos que pueden predecir mejor el riesgo cardiovascular”, comentaron.
“En conclusión, aunque no existen modelos de predicción precisos sobre quiénes desarrollarán COVID-19 grave o secuelas, los factores de riesgo de daño vascular han surgido como predictores importantes”, sostuvieron. Hicieron un llamado para que se hagan más estudios: “Se necesitan estudios amplios y de alta calidad en los que se utilicen equipos multidisciplinarios no sólo de diferentes especialidades médicas sino también de científicos computacionales que puedan sugerir nuevos modelos de predicción para el desarrollo de secuelas de la COVID-19″.
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