Cuando una persona queda expuesta a la infección por el coronavirus, puede empezar a contagiar a otras personas durante los próximos días. Los síntomas suelen aparecer en un plazo de cinco días para las primeras variantes de 2020, y en cuatro días para la variante Delta del coronavirus, que predominó el año pasado. El período de incubación parece ser incluso más corto cuando se trata de la infección por la variante Ómicron, que está predominando en el mundo desde su detección en noviembre pasado.
Un equipo de científicos de China logró determinar el período de incubación de la enfermedad COVID-19, la infección causada por el coronavirus, según la variante que afecte a la persona. Los resultados pueden ser útiles para el manejo de la pandemia en cada país.
Se sabe que cuanto más tiempo un virus pueda replicarse en el interior de una persona antes de causar síntomas, será más difícil controlarlo. Porque hay una mayor posibilidad de que el infectado lo propague a otras personas sin saberlo.
En el caso del Covid-19, su período de incubación es más largo que el de muchas otras infecciones virales respiratorias, como la gripe, el virus sincicial respiratorio y el rinovirus. El estudio realizado en China indica que el intervalo entre la exposición y el desarrollo de los síntomas parece reducirse.
Se trata de investigadores de la Universidad de Pekín y de la Universidad de Tsinghua, en Pekín. Analizaron los datos de más de 140 estudios para estimar el período de incubación del COVID-19 causado por diferentes variantes del coronavirus. Encontraron que el período de incubación se redujo de una media de cinco días con una infección por la variante Alfa a 3,42 días con la variante Ómicron.
Publicaron el estudio en la revista JAMA Network Open. Los investigadores también observaron períodos de incubación variables en los distintos grupos de edad y en la gravedad de la enfermedad.
“Los hallazgos de este estudio sugieren que el coronavirus SARS-CoV-2 ha evolucionado y mutado continuamente a lo largo de la pandemia de COVID-19, produciendo variantes con diferente transmisión y virulencia mejoradas”, afirmaron Wannian Liang y sus colegas. “Identificar el período de incubación de las diferentes variantes es un factor clave para determinar el periodo de aislamiento”, resaltaron.
En los Estados Unidos, según los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) si los testeos dan positivos para COVID-19, las personas deben aislarse en el hogar por lo menos cinco días y mantener cierta distancia de quienes viven en el mismo espacio. Si ya no hay síntomas en el tiempo del aislamiento o si los síntomas van mejorando y no se detecta fiebre durante por lo menos un día, la persona con COVID-19 puede salir de su casa después del quinto día.
En cambio, en China y Hong Kong aún se mantiene la política de COVID Cero que está destinada a eliminar cualquier signo del virus lo antes posible. Se espera que todas las personas infectadas y todos los viajeros extranjeros se aíslen durante el posible periodo de incubación para evitar la transmisión a otras personas. Tanto China como Hong Kong han reducido recientemente los períodos de cuarentena para los recién llegados como parte de sus esfuerzos por reactivar sus economías. Los resultados del estudio publicado en la revista JAMA Network Open son claves principalmente para los países con la política COVID Cero.
La rápida propagación de la variante Ómicron del coronavirus en todo el mundo desde fines de 2021 se ha atribuido a varios factores: desde la alta transmisibilidad de la variante, la cobertura limitada de las vacunas en algunos países y la flexibilización en las restricciones sanitarias y en el uso de tapabocas. A pesar de todos los factores conocidos, quedan variables inciertas que los científicos continúan investigando.
Entre esas cuestiones, se destaca cuál es la medida en que las personas infectadas pueden desconocer su estado infeccioso. Múltiples estudios anteriores han indicado que las infecciones por el coronavirus asintomáticas o mínimamente sintomáticas son probablemente desencadenantes de brotes, así como de una transmisión rápida y continua de persona a persona en las comunidades.
En ese sentido, investigadores de Cedars-Sinai encontraron que el 56% de las personas contagiadas con Ómicron no sabían que estaban infectados con el virus que causa el COVID-19. Los hallazgos del estudio se publicaron en JAMA Network Open.
Días atrás, como informó Infobae el 22 de agosto, también se conoció otra particularidad de la infección por la variante Ómicron. “Más de una de cada dos personas que estaban infectadas con Ómicron no sabían que lo tenían -declaró Susan Cheng, directora del Instituto de Investigación sobre el Envejecimiento saludable del departamento de Cardiología del Instituto del Corazón Smidt del Cedars-Sinai, en Nueva York, Estados Unidos, y autora del estudio-. La conciencia será clave para permitirnos ir más allá de esta pandemia”.
Estudios anteriores estimaron que al menos el 25% y posiblemente hasta el 80% de las personas infectadas con el virus pueden no experimentar síntomas. En comparación con otras variantes del SARS-CoV-2, Ómicron se asocia con síntomas generalmente menos graves que pueden incluir fatiga, tos, dolor de cabeza, dolor de garganta o secreción nasal.
“Los hallazgos de nuestro estudio se suman a la evidencia de que las infecciones no diagnosticadas pueden aumentar la transmisión del virus” -confirmó Sandy Y. Joung, investigadora de Cedars-Sinai y primera autora del documento-. Es probable que un bajo nivel de conciencia de infección haya contribuido a la rápida propagación de Ómicron”. Cuando una persona se vacuna con el esquema primario y luego los refuerzos es menos probable que contagie a los demás. La ventilación cruzada también ayuda a prevenir la transmisión.
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