La búsqueda de alternativas de tratamiento para combatir al SARS-CoV-2 cuando ingresa al organismo sigue estudiando opciones, a dos años y cinco meses de declarada la pandemia por COVID-19. Es que si el virus, como se vio, llegó para quedarse, la ciencia necesita tener líneas de abordaje para todas las necesidades.
Esto es debido a que si bien hay varias vacunas aprobadas y altamente efectivas contra el COVID-19, las nuevas variantes del virus demostraron su poder para evadir la respuesta inmune y aun muchas personas siguen contrayendo la enfermedad en todo el mundo. De allí que se necesitan más esfuerzos para identificar y optimizar tratamientos alternativos para pacientes infectados por SARS-CoV-2.
En esa línea, ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Hamburgo vio que tres compuestos naturales presentes en alimentos como el té verde, el aceite de oliva y el vino tinto son candidatos prometedores para el desarrollo de fármacos contra el coronavirus. En una evaluación exhaustiva de una gran biblioteca de sustancias naturales en la fuente de rayos X PETRA III de DESY, los compuestos se unieron a una enzima central vital para la replicación del coronavirus.
Según publicaron los investigadores liderados por Christian Betzel de la Universidad de Hamburgo y Alke Meents de DESY en la revista Communications Biology, “los tres compuestos ya se utilizan como sustancias activas en medicamentos existentes”.
Vasundara Srinivasan, de la Universidad de Hamburgo, es el autor principal del estudio, y explicó: “Probamos 500 sustancias de la Biblioteca de compuestos naturales de Karachi y el objetivo era ver si se unían a la proteasa similar a la papaína del nuevo coronavirus, que es uno de los principales objetivos de un medicamento antiviral”. “Un compuesto que se une a la enzima en el lugar correcto puede hacer que deje de funcionar”, destacó.
“La proteasa similar a la papaína (PL pro) es una enzima vital para la replicación del virus: cuando el coronavirus “secuestra” una célula, se ve obligada a producir bloques de construcción para nuevas partículas de virus -señalaron los autores-. Estas proteínas se fabrican como una cadena larga. PL pro luego actúa como un par de tijeras moleculares, cortando las proteínas de la cadena. Si este proceso se bloquea, las proteínas no pueden ensamblar nuevas partículas de virus”.
Sin embargo, según Srinivasan, “PL pro tiene otra función vital para el virus; bloquea una proteína del sistema inmunológico, llamada ISG15, y eso debilita severamente la autodefensa de la célula. Con la inhibición de PL pro también podemos mejorar la respuesta inmune de la célula”.
Para el trabajo, los investigadores mezclaron PL pro con cada una de las 500 sustancias naturales en una solución, dándoles la oportunidad de unirse a la enzima. No es posible ver si una sustancia se une a la enzima con un microscopio óptico convencional. En cambio, se cultivaron pequeños cristales a partir de las mezclas. Cuando se iluminaron con los brillantes rayos X de PETRA III en la estación experimental P11, los cristales produjeron un patrón de difracción característico a partir del cual se puede reconstruir la estructura de la enzima hasta el nivel de átomos individuales. “A partir de esta información, podemos producir modelos tridimensionales de la enzima con resolución atómica y ver si una sustancia se une a ella y dónde”, explicó Meents.
La proyección mostró que tres fenoles se unen a la enzima: el hidroxietilfenol (YRL), aislado para los experimentos del árbol de henna Lawsonia alba, es un compuesto presente en muchos alimentos como el vino tinto y el aceite de oliva virgen y se usa como agente antiarrítmico. El hidroxibenzaldehído (HBA) es un agente antitumoral conocido y acelera la cicatrización de heridas. Se aisló de la torta de hoja de cobre Acalypha. Finalmente, el metildihidroxibenzoato (HE9), aislado de la caléndula francesa Tagetes patula, es un antioxidante con efecto antiinflamatorio y se encuentra en el té verde.
En pruebas de laboratorio posteriores, los tres fenoles redujeron la actividad de PLpro entre un 50 y un 70% en células vivas. “La ventaja de estas sustancias es su seguridad comprobada”, destacó Betzel, quien sin embargo aclaró “estos compuestos ocurren naturalmente en muchos alimentos. aunque beber té verde no curará la infección por corona, como tampoco las heridas ni el cáncer”.
Lo que buscan los investigadores es desarrollar un medicamento efectivo para combatir el COVID-19 a partir de estos fenoles, pero eso “está sujeto a más estudios”, concluyeron.
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