Hace 100 millones de años, en Patagonia Norte existía el Desierto de Kokorkom, y allí ya estaba caminando y comiendo plantas un ser pequeño pero acorazado como ningún otro en esta región del mundo. Era el dinosaurio Jakapil kaniukura, que hoy acaba de ser presentado en la comunidad científica internacional a partir de su descripción en la revista Scientific Reports.
Los investigadores Facundo Riguetti y Sebastián Apesteguía, de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, Centro de Ciencias Naturales Ambientales y Antropológicas, Universidad Maimónides, y Conicet de la Argentina, y Xabier Pereda-Suberbiola, del Departamento de Geología, Facultad de Ciencia y Tecnología, Universidad del País Vasco, en España, identificaron a Jakapil kaniukura como una nueva especie de dinosaurio herbívoro.
El nuevo dinosaurio pertenece al suborden de dinosaurios tireóforos o “acorazados” que habitaron la Tierra desde principios del período Jurásico (hace aproximadamente 200 millones de años) hasta fines del Cretácico (hace alrededor de 65 millones de años). Era pequeño: medía 1,5 metros de longitud y pesaba entre 4 y 7 kilos.
Al ser un dinosaurio acorazado, tenía varias hileras de huesos asociados a la dermis de la piel en forma de escudos. Esa característica le protegía el cuello, el lomo y la cola, como hoy ocurre con los cocodrilos actuales. “Los restos fósiles de dinosaurios tireóforos son muy abundantes en el hemisferio Norte, pero han sido escasos en el hemisferio Sur, y particularmente en Sudámerica. En la Argentina, se habían encontrado algunos restos pero se trataba de materiales muy incompletos y no se habían identificados especies”, comentó a Infobae el paleontólogo Apesteguía.
Jakapil pasó a ser entonces el primer dinosaurio acorazado encontrado en el actual territorio de la Argentina que recibió un nombre. La gran mayoría de los acorazados son animales grandes y cuadrúpedos, como los famosos anquilosaurios y estegosaurios (que aparecen en la película King Kong y en El mundo perdido: Parque Jurásico II). En cambio, Jakapil se parece más a los primeros tireóforos como el europeo Scutellosaurus, que eran pequeños animales que muy probablemente hayan sido también bípedos.
Al identificarlo con el nombre Jakapil kaniukura, los investigadores de Argentina y España decidieron rendir tributo a las lenguas de las culturas indígenas de la Patagonia. “Ja-Kapïl” significa “portador de escudos” en lengua Tehuelche del norte, mientras que “kaniukura” hace referencia a la “cresta de piedra” que caracteriza a la especie, en la lengua Mapudungun del pueblo mapuche.
Al igual que el resto de los tireóforos, tienen dientes en forma de hoja (similares a los de las iguanas actuales) y con grandes caras de desgaste. Esto se corresponde con el procesado eficiente al tener una dieta herbívora. El rasgo más distintivo del nuevo dinosaurio es la presencia de una mandíbula única para un tireóforo, relativamente corta y con una gran cresta en el borde inferior. La mayoría de los escudos son también particulares, muy aplanados, en forma de discos.
Los restos fósiles fueron encontrados cerca de la localidad de Cerro Policía, Provincia de Río Negro. Allí pueden observarse asombrosas elevaciones rocosas de colores rojizos. Estas rocas forman parte de una gran zona con restos fósiles, que hoy es llamada “Área Paleontológica de La Buitrera”. Son evidencia del antiguo Desierto de Kokorkom, donde vivía Jakapil kaniukura.
Jakapil vivió hace 100 millones de años y representa un linaje muy antiguo de tireóforos. Es de los tiempos en que el bloque continental Gondwana se empezaba a desmembrar. El equipo de investigadores que lo descubrió empezó a encontrar algunos de sus restos en 2014. Hasta 2020 siguieron identificando más huesos. Contaron con la colaboración de colegas y equipo de la Universidad de Lousiville, el Field Museum de Chicago, Estados Unidos y la Universidad de Alberta, de Canadá.
El hallazgo es clave para la paleontología. “Jakapil kaniukura es la primer especie de tireóforo basal descripta para Sudamérica. Su descripción permite llenar un espacio vacío que había para ese grupo de dinosaurios”, señaló Apesteguía. “La presencia de este linaje antes desconocido de tireóforos tempranos en la región nos permite incorporar mejor las faunas locales al contexto global”, añadió.
Jakapil también complementa un nicho de herbívoros pequeños que se alimentaban a baja altura. Hasta ahora solo se conocían a los esfenodontes herbívoros de La Buitrera, que son antiguos parientes de los lagartos. “Este nuevo hallazgo nos demuestra la complejidad de la comunidad de vertebrados que había en el Desierto de Kokorkom”, resaltó.
En los trabajos de campo como en las tareas posteriores también colaboraron Pablo Gallina, Paula Muzzopappa, Leonardo Pazo, Jonatan Kaluza, Fernando Garberoglio, Lucila Fernández Dumont, Juan Pablo Garderes, Lucas Lerzo y Tomás Fornari, entre otros. Los investigadores agradecieron a las familias Mariluan y Avelás, dueños del lugar donde se hizo el hallazgo, y a la familia Pincheira del establecimiento El Manzano. “Nos brindan su infinita amabilidad y un sitio para acampar y descansar después de arduos días de trabajo”. La Secretaría de Cultura de la Provincia de Río Negro, a cargo de Ariel Ávalos, dio los permisos para trabajar en su territorio.
La investigación contó con apoyo financiero de la Fundación Azara, la Universidad Maimónides, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, la National Geographic Society, el Fondo Regional Europeo y el Gobierno Vasco/EJ.
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