Según la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) la demanda mundial de pasajes aéreos creció un 76,2% interanual en junio pasado. Esto se debe al impulso de los viajes en el período posterior al levantamiento de las restricciones que regían, con distinto nivel de rigurosidad, en todo el mundo, como consecuencia de la pandemia por COVID-19. Si bien aún el número de vuelos no se han recuperado a épocas anteriores a la crisis sanitaria, el incremento es muy significativo.
Teniendo en cuenta que la pandemia aún no terminó, aunque las vacunas han hecho caer a pique las cifras de internaciones y muertes, es muy cierta la posibilidad de contagiarse en un vuelo. Los aviones obligan a las personas a permanecer durante determinado tiempo muy cerca unas de otras y, aunque dejarse el tapabocas puesto puede, en parte, prevenirla, no garantiza que no habrá contagio, además de que en muchos países, incluso esa disposición fue levantada. David Powell, médico y asesor de IATA, dijo que el riesgo de contagio es 2 o 3 veces mayor con la variante Ómicron, respecto de las anteriores.
Y si de estadísticas se trata, las cifras de viajes dada por esa organización internacional hace prever que las posibilidades de contraer el virus se elevan por estos días en los aviones. “La demanda de viajes en avión se mantiene fuerte. Tras dos años de confinamientos y restricciones fronterizas, la gente está aprovechando la libertad de viajar”, dijo el director general de IATA, Willie Walsh.
En junio esa industria presentó una fuerte mejora, ya que la demanda global creció un 229,5% con respecto a junio de 2021, impulsada especialmente por el levantamiento de restricciones en Asia-Pacífico, aunque aún está a un 65% de los niveles prepandemia.
En la mencionada región de Asia-Pacífico la demanda de vuelos internacionales se disparó un 492% interanual, mientras en Europa creció un 234,4%, también respecto de junio del año pasado. En Oriente Medio se incrementó un 246,5%, en Norteamérica un 168,9%, en América Latina un 136,6 % y en África un 103,6%.
La demanda del mercado doméstico creció de forma más modesta, un 5,2%, con muchas fluctuaciones a causa de las diferentes situaciones sanitarias y económicas. Así, mientras creció un fuerte 264,4% en India o un 146,4% en Japón, solo lo hizo en un 8,7 % en Estados Unidos, mientras que cayó un 45% en China, que aún sigue imponiendo intensas restricciones de movimientos por los contagios de COVID-19.
“Se han confirmado las predicciones de que el levantamiento de restricciones liberaría una demanda de viajes reprimida”, analizó Walsh, quien, por otro lado, admitió los desafíos que este aumento en los viajes está causando en muchos aeropuertos, algo que, reconoció, continuará en los próximos meses.
“Razón de más para seguir mostrando cierta flexibilidad en las normas de uso de slots”, dijo Walsh en referencia a los permisos que reciben las compañías aéreas de usar las instalaciones de los aeropuertos cuando vuelan sin pasajeros. Lo habitual es que las empresas cuenten con un cupo de slots asignados en determinadas franjas horarias. Pero con la pandemia esos permisos se extendieron. El director de IATA reclamó que la Unión Europea que no retrotraiga los requisitos de slots a la época anterior a la crisis sanitaria.
Un trabajo realizado por expertos del MIT analizó la probabilidad de que, durante el principio de la pandemia de COVID-19, en 2020 y 2021, un viajero aéreo nacional de EE.UU. contrajera el coronavirus durante el viaje en avión. Esto permitió proyectar que los contagios serían superiores actualmente, con variantes más transmisibles, como Ómicron, y su super contagiosa subvariante BA.5.
La atención de los especialistas se centró en el período de nueve meses desde junio de 2020 hasta febrero de 2021, un tiempo que excluye tanto los primeros meses de la pandemia, cuando los viajes aéreos en EE.UU. prácticamente se detuvieron, y el que comienza en marzo de 2021, cuando se aceleró el uso de las vacunas. Durante esos nueve meses no hubo consenso sobre la magnitud del riesgo de infección en vuelo.
El análisis, dirigido por académicos del MIT, ofreció un cálculo que indicó que, si bien las condiciones que se aplicaron en esa etapa de la pandemia de COVID-19 difieren de las actuales, podría adaptarse a medida que ésta evoluciona. Los profesionales estimaron que la probabilidad de contraer COVID-19 en un avión superó 1 en 1.000 en un vuelo totalmente lleno que duró dos horas en el punto álgido de la pandemia temprana, aproximadamente en diciembre de 2020 y enero de 2021.
Este parámetro se redujo a aproximadamente 1 en 6.000 en un vuelo con la mitad de la ocupación de dos horas cuando la pandemia era menos grave, en el verano de 2020. El riesgo general de transmisión desde junio de 2020 hasta febrero de 2021 fue de aproximadamente 1 en 2.000, con una media de 1 en 1.400 y una mediana de 1 en 2.250.
Claro está que esta información difiere de las condiciones actuales. Ya no se requieren máscaras para muchos pasajeros, por ejemplo los nacionales de EE.UU. Además, durante el período de análisis las aerolíneas solían dejar libres los asientos del medio, lo que ya no hacen; y las nuevas variantes de COVID-19 se reportaron más contagiosas que el virus durante el período de estudio.
Si bien esos factores pueden aumentar el riesgo actual, la mayoría de las personas han recibido vacunas contra el COVID-19, lo que podría servir para reducir el riesgo actual, aunque el impacto preciso de los inoculantes contra las nuevas variantes aún es impreciso. De todos modos, más allá del cambio de escenario, el estudio proporciona una estimación general sobre la seguridad de los viajes aéreos con respecto a la transmisión de COVID-19 y ofrece una metodología que se puede aplicar a estudios futuros.
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