El COVID-19 es una enfermedad muy compleja. El coronavirus que causa la infección pueda alterar al cuerpo de muchas maneras diferentes, que van desde las más leves hasta las que ponen en peligro la vida. Pueden verse afectados diferentes órganos y tejidos del cuerpo, incluida la sangre.
Un equipo internacional de investigadores logró ahora identificar una proteína que circula en la sangre que desempeña un papel clave para que se desarrollen complicaciones del COVID-19 en los pacientes. Se están también haciendo ensayos para evaluar fármacos que apunten a la proteína.
Una de las complicaciones del COVID-19 puede ser la formación de los coágulos sanguíneos que pueden causar problemas que van de leves a potencialmente mortales. Si un coágulo bloquea el flujo sanguíneo en una vena o arteria, el tejido que normalmente se nutre de ese vaso sanguíneo puede verse privado de oxígeno y las células de esa zona pueden morir.
Se cree que los coágulos de sangre se producen hasta en un tercio de los pacientes hospitalizados con COVID-19. En muchos casos, estos coágulos pueden ser mortales, como las embolias pulmonares, coágulos de sangre que se desplazan a los pulmones. De hecho, en casi un tercio de los pacientes con COVID-19, estos coágulos provocaron la muerte.
Se considera que una respuesta inmunitaria anormal es el principal motor de la COVID-19 grave, y el equipo de investigadores de todo el mundo identificó la relación entre la proteína conocida como “receptor soluble del activador del plasminógeno de la uroquinasa, o suPAR“ y su relación con los resultados críticos en los casos de COVID-19. Se trata de una proteína que circula en la sangre y se origina en las células inmunitarias.
Dentro del equipo internacional que hizo el estudio, se encuentran el doctor Salim Hayek, director médico de las Clínicas del Centro Cardiovascular Frankel de la Universidad de Michigan, y el doctor Shengyuan Luo, médico residente de medicina interna del Centro Médico de la Universidad Rush. Descubrieron que los niveles más altos de la proteína suPAR se asociaban a un mayor riesgo de formación de coágulos sanguíneos.
Publicaron el hallazgo en la revista Journal of the American Heart Association. Hicieron un estudio observacional multinacional de pacientes hospitalizados por COVID-19. Sugieren que los niveles de la proteína “suPAR” en los pacientes hospitalizados por COVID se asociaron con el tromboembolismo venoso, incluida la embolia pulmonar, independientemente de un marcador de formación de coágulos sanguíneos llamado dímero D.
“Tradicionalmente, los médicos utilizan el dímero D, un producto de descomposición de los coágulos sanguíneos, para evaluar la actividad de la ETV”, dijo Luo. “Sin embargo, este marcador ha demostrado ser menos predictivo en el COVID-19, ya que la formación de coágulos sanguíneos está causada en gran parte por una respuesta inmunitaria excepcionalmente anormal al virus”, agregó.
Por lo tanto, los investigadores pensaron que la combinación de la proteína suPAR, como un marcador del sistema inmunitario, y el dímero D podría mejorar la fiabilidad a la hora de determinar quién tiene un riesgo alto o bajo de formación de coágulos sanguíneos entre los pacientes hospitalizados por COVID. “Incluso antes de la pandemia, antes de COVID-19, teníamos esta idea sobre suPAR”, dijo Hayek. “Veíamos que los niveles del marcador suPAR eran el factor de riesgo más fuerte para los malos resultados en otras infecciones virales y en las enfermedades cardíacas y renales”, afirmó.
Cuando los científicos descubrieron la gravedad de la formación de coágulos sanguíneos en los pacientes de COVID-19 al principio de la pandemia, recurrieron a suPAR para obtener más información. Estudios anteriores mostraron que los niveles de suPAR eran de tres a cinco veces más altos en los pacientes de COVID-19 y a menudo se asociaban con las complicaciones de la enfermedad. “Anteriormente habíamos demostrado que los pacientes con niveles elevados de suPAR tienen un riesgo mucho mayor de muerte, lesión renal, insuficiencia respiratoria que necesita ventilación mecánica y, ahora, tromboembolismo venoso”, dijo Hayek.
En el estudio, los científicos recopilaron datos de 1.960 adultos que fueron hospitalizados por COVID-19 y a los que se les midieron los niveles de suPAR en el momento del ingreso hospitalario. Todos los pacientes fueron controlados hasta que fueron dados de alta o, en algunos casos, hasta la muerte.
Los atributos importantes de los pacientes en este estudio fueron: edad, sexo, raza e índice de masa corporal. Otras condiciones médicas evaluadas en el momento del ingreso fueron: diabetes, insuficiencia cardíaca congestiva, hipertensión, accidente cerebrovascular y otras enfermedades cardiológicas e inflamatorias críticas.
Los investigadores midieron los niveles de dímero D y suPAR durante un periodo de 30 días de hospitalización de los pacientes y diagnosticaron la TEV (trombosis venosa profunda y embolia pulmonar) mediante ecografías de las extremidades inferiores y escáneres de los pulmones. Los resultados mostraron que la TEV se produjo en 163 pacientes, y de ellos, 65 desarrollaron trombosis venosa profunda, 88 pacientes desarrollaron una embolia pulmonar y 10 pacientes desarrollaron ambas.
Los pacientes que desarrollaron coágulos tenían niveles de proteína suPAR casi un 50% más altos que los que no desarrollaron coágulos. Y, cuando los niveles de suPAR se combinaron con el dímero D, los investigadores pudieron clasificar al 41% de los participantes en el estudio como de bajo riesgo de aparición de TEV.
“Existe una modesta correlación positiva entre los niveles de suPAR y de dímero D; ambos tienden a tender en la misma dirección”, explicó Hayek. Ahora que se ha establecido una relación entre los niveles de suPAR y la formación de coágulos, los médicos podrían evaluar quiénes tienen un riesgo alto o bajo, lo que les ayudará a decidir qué terapias utilizar para tratarlos. Por ejemplo, una persona con alto riesgo podría recibir medicamentos anticoagulantes antes de la formación de coágulos.
El estudio de suPAR y su relación con el sistema inmunitario tiene implicaciones positivas para los pacientes críticos de COVID-19, y más allá. “En el fondo, ha habido muchos trabajos que demuestran que esta molécula (suPAR) hace algo malo al cuerpo cuando los niveles son altos”, dijo Hayek. “Las empresas están desarrollando fármacos dirigidos a la suPAR, por lo que podríamos medirla regularmente”.
Hayek es optimista en cuanto a la prevención de resultados críticos dentro de la COVID-19 y otras enfermedades infecciosas, y lo que la Cohorte COVID-19 de Michigan Medicine y el Estudio Internacional de la Inflamación en la COVID-19 han podido lograr desde el inicio de la pandemia. Actualmente se están realizando estudios para probar terapias anti-suPAR en pacientes con COVID-19. “En el próximo año, más o menos, podríamos tener un impacto en los cuidados críticos de otras poblaciones con implicaciones que van más allá de la COVID”, dijo Hayek.
SEGUIR LEYENDO: