La obesidad es una epidemia a nivel global desde antes que existiera el COVID-19. Es de las llamadas “enfermedades silenciosas” ya que su daño al organismo es paulatino, pero no por eso menos nocivo para la salud.
En los EEUU, más del 40% de la población adulta es obesa, una condición que aumenta el riesgo de diabetes, enfermedades cardíacas y varios tipos de cáncer.
Es que al crear una inflamación crónica de bajo grado y la acumulación de células inmunitarias en los tejidos sensibles a la insulina, la obesidad es un factor que puede contribuir a otros problemas de salud.
Ahora, recientes estudios dan cuenta de que es posible revertir o “resolver” esta inflamación crónica y eso se traduciría en retrasar la aparición de enfermedades relacionadas con la obesidad, como la diabetes, y quizás facilitar además la pérdida de peso.
Investigadores del Brigham and Women’s Hospital y del Joslin Diabetes Center descubrieron que en ratones obesos inducidos por dieta, la exposición a temperaturas frías mejoró la sensibilidad a la insulina y la tolerancia a la glucosa mientras resolvía la inflamación inducida por la obesidad.
Según publicaron en Nature Metabolism, el equipo de investigación también descubrió que el mecanismo dependía del tejido adiposo pardo, que comúnmente se conoce como “grasa buena”, que libera una molécula natural llamada Maresin 2 en respuesta a la estimulación con frío.
El tejido adiposo pardo se conoce como un órgano endocrino activo porque secreta moléculas que se comunican con otros tejidos y gestionan el metabolismo. También ayuda en la liberación de energía almacenada y podría promover la reducción de peso y la salud metabólica.
Yu-Hua Tseng es el coautor correspondiente, Ph.D., investigador principal de la Sección de Fisiología Integrativa y Metabolismo del Centro de Diabetes Joslin y profesor de medicina en la Facultad de Medicina de Harvard y tras el trabajo resaltó que “una amplia evidencia indica que la obesidad y el síndrome metabólico están relacionados con la inflamación crónica que conduce a la resistencia sistémica a la insulina, por lo que interrumpir la inflamación en la obesidad podría ofrecer terapias prometedoras para las enfermedades relacionadas con la obesidad”.
Y agregó: “Descubrimos que la exposición al frío redujo la inflamación y mejoró el metabolismo en la obesidad, mediado al menos en parte por la activación del tejido adiposo pardo. Estos hallazgos sugieren una función previamente no reconocida del tejido adiposo pardo en la promoción de la resolución de la inflamación en la obesidad”.
En dos experimentos anteriores, Tseng y sus colegas habían encontrado que la grasa parda podía activarse por la exposición al frío para crear ciertos mediadores de lípidos que controlan el metabolismo de los nutrientes. En el estudio actual, identificaron un papel novedoso para un mediador de lípidos producido a partir de la grasa parda para resolver la inflamación.
Para el trabajo, los investigadores crearon un modelo de ratón que, cuando se le da una dieta occidental estándar alta en grasas, desarrolla obesidad.
Cuando los animales fueron expuestos a un ambiente frío (alrededor de 40 grados Fahrenheit, el equivalente a 4,4 centígrados), los investigadores observaron que la sensibilidad a la insulina y el metabolismo de la glucosa de los animales mejoraron y su peso corporal disminuyó, en comparación con los animales de control mantenidos en una zona termoneutral: la temperatura ambiental donde el cuerpo no necesita producir calor para mantener su temperatura corporal central.
Además, los científicos también notaron una mejora profunda en la inflamación, medida por los niveles reducidos de un importante marcador inflamatorio.
Sobre esto, el coautor para la correspondencia Matthew Spite, Ph.D., investigador principal en el Brigham and Women’s Hospital y profesor asociado de anestesia en la Facultad de Medicina de Harvard apuntó: “Descubrimos que la grasa parda produce Maresin 2, que resuelve la inflamación de forma sistémica y en el hígado. Estos hallazgos sugieren una función previamente no reconocida del tejido adiposo pardo en la promoción de la resolución de la inflamación en la obesidad a través de la producción de este importante mediador de lípidos”.
Además, estos hallazgos también sugieren que Maresin 2 podría tener aplicaciones clínicas como terapia para pacientes con obesidad, enfermedades metabólicas u otras enfermedades relacionadas con la inflamación crónica. Sin embargo, dado que la molécula misma se descompone rápidamente en el cuerpo, Tseng y sus colegas buscan un análogo químico más estable para uso clínico.
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