Que los delfines son extraordinariamente inteligentes no es ninguna novedad, ha sido comprobado por la ciencia. Pero ahora un nuevo estudio avanzó un paso más allá y sugirió que, además, estos mamíferos marinos tienen un rasgo del que carecen muchos seres humanos: disfrutan con la música clásica.
Científicos de la Universidad de Padua, en Italia, descubrieron que el comportamiento de los delfines cambia para bien cuando escuchan música clásica. Esto fue probado exponiendo a los animales a obras de compositores como Debussy, Bach, Beethoven, Grieg y Saint-Saens , se mostraban más tranquilos y sociables.
En un estudio publicado en Applied Animal Behavior Science, los expertos indicaron que los mamíferos mostraron más interés el uno por el otro, se tocaron más suavemente y nadaron en sincronía durante más tiempo. Al mismo tiempo probaron que darles juguetes o reproducir otros sonidos no tuvo el mismo efecto.
Los científicos interpretaron que la forma en que los delfines se comportaron después de escuchar la música clásica sugiere que se sentían felices y estimaron que esto se debe a que las composiciones activaron sus cerebros para producir opioides endógenos, sustancias químicas como las endorfinas que influyen en el estado de ánimo.
“Sabemos que, en una amplia gama de animales, las endorfinas están relacionadas con los lazos sociales”, dijo la investigadora principal, Cecile Guerineau. “La activación de los receptores de opioides se correlaciona con una sensación de euforia”, puntualizó.
El equipo conducido por Guerineau estudió ocho delfines nariz de botella alojados en el delfinario de Riccione, en Italia, utilizando un altavoz subacuático para reproducir música clásica. El grupo lo integraban 5 hembras y tres machos de entre 5 y 49 años, de los cuales 3 habían nacido en libertad. La investigación se llevó a cabo en una piscina separada del área de exhibición del delfinario, fuera de la vista del público, lo que aseguró un ambiente tranquilo. Los animales fueron expuestos a sesiones de 20 minutos cada una, cada pocos días.
La compilación constaba de seis piezas: Preludio BWV 846 de Bach; Estado de ánimo matutino de Peer Gynt de Grieg; El cisne de El carnaval de los animales de Charles Camille Saint-Saens; Reflets dans l’eau de Debussy; y Casi una fantasía de Beethoven. Las sesiones de música se realizaron durante siete días, siempre seleccionados al azar.
En otros siete días los investigadores reprodujeron el sonido de la lluvia, también durante 20 minutos, se les mostró un video de 20 minutos de ambientes naturales en monitores de televisión y se les dio juguetes flotantes, por el mismo lapso. Estas actividades se presentaron en un orden aleatorio y el comportamiento de los delfines se registró con dos videocámaras.
La experta agregó que los delfines también pueden percibir el ritmo porque son una especie de aprendizaje vocal y consideró que, del mismo modo que a las personas las hace felices bailar en una fiesta y ayuda a vincularse, cuando los delfines sincronizan el ritmo del nado también se sienten bien y se conectan mejor con sus compañeros.
Los investigadores concluyeron que reproducir música clásica a los delfines podría ser particularmente útil cuando los animales están bajo estrés, o en otras situaciones que pueden conducir a un mayor conflicto, o cuando es necesario realizar cambios en la composición social del grupo.
Un estudio anterior de la Universidad Nacional Autónoma de México encontró que la música clásica también aumentaba el comportamiento sociable en chimpancés alojados en laboratorio, mientras que una investigación de la Universidad de Queen, en Belfast, Irlanda del Norte, encontró que reducía el comportamiento agresivo y anormal en los gorilas.
En mayo pasado se conoció un nuevo estudio científico que descubrió que los delfines son capaces de reconocerse entre sí por el sabor de su orina. La investigación, dirigida por la Universidad de Saint Andrews en Escocia, encontró que estos increíbles mamíferos pueden reconocer a sus “amigos” y familiares sin necesidad de verlos o escucharlos.
Este sentido único del gusto permite que los delfines se diferencien entre sus compañeros a través de su orina y otras excreciones. Para averiguarlo, el profesor Vincent Janik, director del Instituto Escocés de los Océanos, y sus colegas Jason Bruck y Sam Walmsley probaron cómo reaccionaban los delfines a las muestras de orina de diferentes individuos.
Según el estudio publicado en la revista Science Advances, las criaturas marinas estaban mucho más interesadas en la orina de los animales que reconocían que en la de los que no conocían.
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