Hoy, la humanidad está enfrentando dos emergencias de salud pública de importancia internacional de manera simultánea. Por un lado, la pandemia por la enfermedad COVID-19, y por otro la propagación del virus de la viruela símica o viruela del mono. La primera, desde diciembre de 2019 hasta la actualidad, ya afectó a más de 566 millones de personas, e incluso algunas se reinfectaron varias veces. Por otro lado, la viruela símica ya fue diagnosticada, desde mayo este año, en 17.155 personas de más de 75 países y con 5 muertes. Un brote que nunca antes se había registrado en el mundo por ese virus que ya se conocía desde 1958.
El sábado pasado, el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró a la viruela símica como “emergencia de salud pública de interés internacional”. Aclaró que el riesgo de propagación global es moderado, pero en la región de Europa es alto. Las dos enfermedades son diferentes y eso hace que los expertos consideren que la propagación de la viruela podría contenerse mejor que el COVID-19.
La decisiones de la OMS están basada en los criterios que especifica el Reglamento Sanitario Internacional, que se creó en 2005. Sirve para prevenir y responder ante riesgos de salud pública que se pueden propagar globalmente. En el marco de ese reglamento, ya se habían declarado otras cuatro emergencias: la gripe A H1N1, el ébola en dos períodos temporales distintos y el virus del Zika.
Aquí van las principales diferencias de hoy entre el COVID-19 y la viruela símica:
1- Los síntomas son más detectables en la viruela
Los síntomas de la viruela se pueden parecer a los síntomas de una gripe, por ejemplo con fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, dolor de garganta, tos, escalofríos y agotamiento, según los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC).
Además, por la viruela, las personas afectadas pueden desarrollar inflamación de los ganglios linfáticos y una erupción que puede tener aspectos de granos o ampollas. Esas lesiones pueden aparecer en varias partes de la cara y el cuerpo, incluida la zona genital.
En el caso del COVID-19, los síntomas fueron cambiando desde el inicio de la pandemia. Consultada por Infobae, la médica Leda Guzzi, de la comisión de Comunicación de la Sociedad Argentina de Infectología, afirmó: “Hubo un viraje en cuanto a los síntomas a medida que la pandemia fue evolucionando. Al comienzo prevalecían la tos, la fiebre, la falta de aire y la pérdida del olfato y del gusto. Un 20% de los pacientes presentaba compromiso pulmonar grave con neumonía, que requería hospitalización en diferentes niveles, sala común o terapia intensiva según la magnitud”.
A medida la propagación del coronavirus continuaba en diferentes ola, “comenzaron a prevalecer síntomas gastrointestinales y la cefalea”, señaló Guzzi. Pero hubo cambios tras la inmunización contra el COVID-19, que redujo el número de pacientes con complicaciones por la infección y salvó millones de vidas. “Con la evolución de la vacunación que previene las formas graves y con el advenimiento de Ómicron -que tiene menos afinidad por las células pulmonares y más por las bronquiales-, se hicieron más presentes los síntomas de vía aérea superior”, agregó la experta. De esa manera, señaló que “es más frecuente que las personas con COVID-19 tengan síntomas más similares a los del resfrío, con rinorrea o goteo nasal, congestión. A veces los pacientes tienen lagrimeo, a veces disfonía. También tos, cefalea y malestar”.
2- La viruela sería menos contagiosa que la infección por el coronavirus
La tasa de transmisión del virus de la viruela del mono es muchísimo menor que la del coronavirus o que la del virus de la gripe. Según los CDC, “la viruela del mono se propaga a través del contacto directo con fluidos corporales o llagas en el cuerpo de alguien que tiene viruela del mono, o con el contacto directo con materiales que han estado en contacto con fluidos corporales o llagas, como ropa o sábanas. También puede propagarse a través de las secreciones respiratorias cuando las personas tienen un contacto estrecho cara a cara”.
Sin embargo, en su mensaje al declarar la emergencia, el director general de la OMS, Tedros Adhanom, dijo que que el brote se ha propagado por el mundo rápidamente “a través de nuevos modos de transmisión sobre los que entendemos muy poco”. Una de las grandes preguntas es por qué el brote que se está observando en los países de Europa y América es inusual y diferente del patrón que se observó y observa en África.
Días atrás, en un conversatorio sobre viruela símica, Pilar Ramón-Pardo, coordinadora del Programa Especial sobre la Resistencia a los Antimicrobianos en la Organización Panamericana de la Salud (OPS), contó que se sospecha que “la globalización, los viajes, los encuentros multitudinarios que han ocurrido” cuando se liberaron las restricciones por la pandemia por el coronavirus, y ciertos cambios genéticos en el virus de la viruela símica podrían ser algunos de los factores que hayan contribuido a que la enfermedad este año esté afectando a personas de la Argentina y otros 74 países.
3- El coronavirus es una infección emergente y la viruela no
Con respecto a la viruela símica, el primer caso reportado en humanos data de 1970 en la República Democrática del Congo y desde entonces se han informado casos de manera sistemática. Aunque nunca antes se produjo un brote en múltiples países como el actual. Como se conocía, ya existen vacunas disponibles para hacer frente a este virus. Además, hay vacunas contra la viruela que se erradicó hace más de 40 años cuya composición también es efectiva. En cambio, en el caso del COVID-19, hubo diferentes institutos y empresas que se pusieron a desarrollar las vacunas, ya que se trataba de un virus desconocido y no había inmunización disponible en enero de 2020.
En los Estados Unidos, está aprobada específicamente la vacuna Jynneos contra la viruela del mono y también la ACAM2000 contra la viruela. Los CDC afirman que es recomendable para quienes hayan estado expuestos o corran un riesgo alto de exposición al virus. Sostienen que, en el primer caso, puede traer beneficios si se la ponen en un período de cuatro a 14 días después de esa exposición.
Que existan vacunas no quiere decir que haya una disponibilidad amplia a nivel mundial. En América Latina, por ejemplo, aún no hay acceso a las vacunas contra la viruela del mono. Sin embargo, los expertos estiman que ya haya vacunas efectivas desarrolladas es un punto de partida significativamente mejor al del COVID-19 en 2020.
4- Tienen diferente período de incubación
Según el Ministerio de Salud de la Nación de Argentina, el período de incubación de la viruela del simio suele ser de 6 a 13 días, pero puede oscilar entre 5 y 21 días. “La enfermedad a menudo es autolimitada y los síntomas generalmente se resuelven espontáneamente dentro de los 14 a 21 días”, afirmaron en la cartera de Salud, a cargo de Carla Vizzotti. Ante la aparición de síntomas es necesario aislarse para evitar el contacto con otras personas, y realizar una consulta médica rápida. En cambio, el “período de incubación” del COVID-19 oscila entre 1 y 14 días, y en promedio alrededor de 6 días.
5- Los virus evolucionan a diferente velocidad
Los virus también evolucionan a medida que circulan entre las personas que se contagian. En el caso del coronavirus, ha sufrido mutaciones y ha dado lugar a diferentes variantes de preocupación. La última es Ómicron, con sus sublinajes, que han demostrado ser más transmisibles las variantes anteriores.
De acuerdo con el doctor Richard Kennedy, profesor de Medicina y codirector del Grupo de investigación en vacunas de la Clínica Mayo, el virus de la viruela del mono, como todos los de la familia “ortohopox”, “es un virus de ADN y muta más lentamente que los virus de ARN como el coronavirus SARS-CoV-2″. Existe mayor probabilidad de que el virus mute cuanto más personas se infecten, ya que los virus solo pueden mutar cuando se encuentran en una célula infectada.
La mayoría de las mutaciones son perjudiciales para el virus o no tienen ningún efecto sobre él. De vez en cuando se produce una mutación que es beneficiosa para el virus. “Cuando esto ocurre, el virus mutado sigue necesitando ser transmitido a más personas para propagarse. Esto es fácil para los virus altamente infecciosos. Será más difícil para el virus de la viruela del mono”, explicó el doctor Kennedy.
A diferencia del COVID, la viruela del mono ya era conocida por los investigadores antes del brote actual. “Creo absolutamente que se puede contener. Pero que lo sea depende de los recursos que se dediquen a ello y de la rapidez con la que podamos actuar”, dijo Anne Rimoin, epidemióloga de la Universidad de California en Los Ángeles. “Realmente será necesario un gran esfuerzo concertado a nivel local, nacional y mundial”, afirmó en diálogo con NPR.
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