La pandemia por el coronavirus ya causó la muerte de más de 6,3 millones de personas en el mundo desde el inicio. La mayoría de esas personas no estaban vacunadas. Hoy los planes de vacunación avanzan en completar el esquema primario y en aplicar las dosis de refuerzo para extender la protección. El 63% de la población mundial tiene ese esquema, y el 28% tiene refuerzos.
Se conocieron los resultados de un estudio que fue publicado en la prestigiosa revista Science y realizado con muestras de personas vacunadas de la Argentina, Italia, Pakistán, Estados Unidos y Suiza. Aportaron pruebas sólidas que demuestran que hoy es vital ir a aplicarse las dosis de refuerzo en el contexto de la circulación de la variante Ómicron del coronavirus y sus subvariantes, como BA.4 y BA.5 que están creciendo en regiones como América Latina.
Los resultados del estudio sugieren que las dosis de refuerzos actuales de las vacunas contra el COVID-19 aportan una protección inmunitaria vigorosa contra los cuadros graves por la enfermedad COVID-19 cuando las personas adquieren la infección con la variante Ómicron. Los científicos también evaluaron la protección dada por la infección previa.
El equipo internacional de investigación fue dirigido por el laboratorio de David Veesler, profesor asociado de bioquímica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en Seattle e investigador del Instituto Médico Howard Hughes. Los autores principales son John Bowen y Amin Addetia, ambos del departamento de bioquímica de la universidad estadounidense.
Por la Argentina, colaboró el doctor Jorge Geffner, investigador en inmunología y vicedirector del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS), que depende de la Universidad de Buenos Aires y el Conicet.
Los investigadores resaltaron que el desarrollo de las vacunas que salvan vidas se considera uno de los mayores logros médicos y científicos de la humanidad, lo que se ejemplifica con las vacunas contra el COVID-19. Pero la inmunidad protectora generada por el esquema primario o la infección previa fue gravemente mermada por el avance de la circulación de subvariantes de Ómicron.
“Este estudio realizado en colaboración demuestra que una dosis de refuerzo, independientemente del tipo de vacuna contra el COVID-19 que se aplique, hace que los anticuerpos neutralizantes contra todas las subvariantes de Ómicron alcancen niveles sumamente significativos” y provean una formidable defensa frente a la infección grave”, comentó el doctor Geffner a Infobae.
Los resultados de este estudio concuerdan con otras investigaciones que demuestran que una tercera dosis de la vacuna amplía la respuesta mediada por las células B de memoria existentes en el organismo humano, específicas para la proteína de superficie que media el ingreso del virus a las células (llamada proteína de la Espiga) del coronavirus. También la tercera dosis induce la producción de nuevas células B de memoria. Esto conduce a la producción de anticuerpos con mayor potencia contra las subvariantes de Ómicron.
El doctor Veesler había empezado a estudiar los mecanismos de infección de los coronavirus y las reacciones de los anticuerpos años antes de la pandemia por el coronavirus que causa la enfermedad COVID-19. En este último estudio, que publicaron en Science, examinaron en primer lugar el impacto funcional de las mutaciones en las proteínas de la Espiga de las subvariantes de Ómicron, la maquinaria del virus que le da su aspecto de corona y le permite adherirse, fusionarse e infectar las células. Descubrieron que la capacidad de la subvariante Omicron BA.5 para unirse a su receptor anfitrión (ACE2) era más de 6 veces mayor que la de la variante del coronavirus que se encontró en China en 2020.
En cambio, todas las subvariantes de Ómicron eran más lentas en el siguiente paso importante después de la unión con el receptor: la fusión con la membrana de la célula huésped. La hipótesis de los científicos es que esta unión más fuerte podría ayudar a las subvariantes a compensar su menor capacidad de fusionarse con las células del huésped, que es el organismo humano.
Más tarde, los investigadores evaluaron, en muestras de plasma de personas, la actividad neutralizante, provocada por vacunas o por una infección previa, contra las distintas subvariantes de Ómicron. Algunas de las muestras procedían de personas que habían contraído el COVID-19 muy al principio de la pandemia, antes de que hubiera vacunas disponibles. Sólo 5 de estos 24 individuos de la pandemia temprana tenían una actividad neutralizante detectable en su plasma contra cualquiera de los cuatro sublinajes de Ómicron probados. Incluso entonces, su respuesta fue muy débil.
Los científicos también evaluaron los anticuerpos neutralizantes frente a los diferentes sublinajes de Ómicron provocados por las vacunas producidas por Moderna, Pfizer, Novavax, Johnson & Johnson/Janssen, Universidad de Oxford/AstraZeneca, Sinopharm y Sputnik V. Todas las series primarias de vacunas consistieron en dos dosis, excepto la vacuna de Jonhson & Jonhson/Janssen, que consistió en una sola dosis.
LLos investigadores señalaron: “En general, los datos subrayan la magnitud de la evasión a la respuesta de anticuerpos neutralizantes que caracteriza a los diferentes sublinajes de Ómicron”. Los hallazgos ayudan a confirmar que las subvariantes BA.4 y BA.5, que pronto serán dominantes en todo el mundo, presentan mayor evasión frente a la inmunidad conferida por vacunación. Por esto, enfatizaron en la necesidad de recibir una tercera dosis de refuerzo, que redunda en una mayor capacidad neutralizantes de los anticuerpos y una mayor protección frente a la infección severa.
“Los resultados ponen de manifiesto la importancia de los refuerzos de la vacuna a fin de inducir una potente respuesta de anticuerpos neutralizantes contra los diferentes sublinajes de Ómicron”, subrayó el doctor Geffner. Es decir, la subvariante de Ómicron, BA.5, tiene un alto nivel de escape inmunológico. Las personas ya vacunadas pueden contagiarse. “Pero es muy probable que la dosis de refuerzo otorgue una fuerte protección contra los cuadros graves”, señaló el investigador.
Otras observaciones preliminares de este estudio sugieren que el intervalo de tiempo entre las inmunizaciones con ciertas vacunas disponibles puede afectar a la amplitud y la fuerza de las respuestas neutralizadoras del virus. Los investigadores también creen que la disponibilidad de varias vacunas diferentes podría ayudar a crear una inmunidad celular cruzada más robusta contra las subvariantes de Ómicron.
Para estar preparados ante la futura evolución del coronavirus pandémico SARS-CoV-2, en constante cambio, los científicos del proyecto subrayaron la importancia de seguir siendo diligentes en la vigilancia para detectar nuevas variantes. También pidieron que se evalúe repetidamente la eficacia de las vacunas actuales y se mantengan los esfuerzos para desarrollar y probar nuevas vacunas y nuevas estrategias de vacunación contra el coronavirus y otros virus relacionados. Esos virus podrían estar presentes en los reservorios animales y la humanidad debería estar preparada ante potenciales brotes.
El estudio contó con el apoyo del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, una beca de formación en biología celular y molecular de los Institutos Nacionales de la Salud, un premio Pew Biomedical Scholars, una beca del Burroughs Wellcome Fund, Fast Grants, la Fundación Bill y Melinda Gates, la Universidad de Washington, los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos y la Red Mundial de Investigación Antiviral, entre otras instituciones.
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