Esta ha sido una gran semana para la ciencia en todo sentido. Con solo 5 imágenes reveladas el martes último por la NASA, la humanidad ha quedado maravillada por la nueva herramienta científica que permitirá conocer más sobre nuestro pasado. Mejor dicho, sobre el pasado de todo lo conocido hasta ahora.
La puesta en funcionamiento del telescopio espacial James Webb (JWST), promete revolucionar la astronomía, la física, la astrofísica y varias ciencias relacionadas a la cosmología, al punto de poder observar las primeras luces que se originaron en el Universo, luego de haberse creado tras la explosión inicial llamada Big Bang, hace 13.800 millones de años.
Pero esta maravilla de la ingeniería no solo será capaz de escudriñar el espacio en busca de esas primeras galaxias que dieron origen a todo lo conocido, sino que el telescopio ubicado a 1,5 millones de kilómetros de nuestro planeta, tiene la capacidad de poder llegar a contestar una pregunta que persigue a la humanidad desde sus inicios. Y es: ¿Estamos solos en el Universo? ¿Hay vida más allá de la Tierra?
La segunda foto que dio a conocer la NASA del Webb nos brinda una clave de esta potencial capacidad de poder descubrir una civilización extraterrestre en un planeta lejano a varios cientos o miles de años luz. El telescopio captó la marca del agua, junto con evidencias no detectadas anteriormente de nubes y bruma, en la atmósfera de un planeta gigante caliente denominado “WASP-96 b”, que orbita alrededor de una estrella lejana como nuestro Sol. WASP-96 b es uno de los más de 5000 exoplanetas confirmados en la Vía Láctea. Pero lo que realmente entusiasma a los astrónomos es la perspectiva de apuntar con Webb a mundos rocosos más pequeños, como nuestra propia Tierra, para buscar atmósferas y cuerpos de agua líquida que puedan albergar vida.
El JWST, tiene la capacidad de ver exoplanetas que están a años luz de la Tierra. También puede escanear sus atmósferas en busca de gases que sustenten la vida. Quizás lo más increíble es que esta información se puede recopilar en solo 60 horas. “Lo que realmente me sorprendió de los resultados es que podemos encontrar de manera realista signos de vida en otros planetas en los próximos cinco a diez años”, aseguró el científico Caprice Phillips, de la Universidad Estatal de Ohio y autor algunas de las investigaciones que han ido publicándose a modo de cuenta regresiva, entre ellas la que confirma la capacidad de detección de vida del telescopio.
“La importancia que tiene el James Webb es que es un telescopio que observa en infrarrojo, con distintas cámaras que descomponen la luz en distintos espectros que luego son profundamente analizados. Como opera en infrarrojo y no en solo luz visible, puede penetrar los campos de gases estelares que muchas veces dificultan las observaciones más precisas de las estrellas y galaxias. Puede llegar a desentrañar la composición de distintas atmósferas de exoplanetas y así comprobar si tiene condiciones para sustentar la vida”, explicó a Infobae el doctor en Astronomía Diego Bagú, director del Planetario de La Plata.
Bagú fue más allá y trazó la hipótesis esbozada también por otros colegas internacionales, de que el Webb podría detectar firmas de contaminación planetaria en un mundo lejano. “Así como nosotros contaminamos nuestra atmósfera, señal de la actividad de la vida en la Tierra, otros mundos podrían estar sometidos a los mismo. Una atmósfera contaminada por ejemplo con CO2 de un planeta con condiciones potenciales de soportar la vida por su ubicación cercana a una estrella distante, sería un buen signo de vida inteligente”, resumió el experto astrónomo.
Astrobiólogos de la NASA y de la Universidad Estatal de Pensilvania (EEUU), aseguran que el James Webb tiene el potencial para detectar marcadores de habitabilidad, así como firmas atmosféricas y superficiales de vida en otros planetas. En un estudio aún no revisado por pares, publicado a principios de este mes en el servidor de preimpresión ArXiv, afirmaron que, con los ajustes adecuados, el potente telescopio podría utilizarse para detectar planetas con rastros detectables de clorofluorocarbonos (CFC) en su atmósfera. “Las biofirmas se refieren en general a cualquier evidencia de vida detectable a distancia, mientras que las ‘tecnofirmas’ describen específicamente la evidencia observacional de tecnología que podría ser detectada a través de medios astronómicos”, escribieron los científicos en el estudio. “Las tecnofirmas son una continuación lógica de la búsqueda de biofirmas, ya que ambas se basan en la historia de la vida y la tecnología en la Tierra como ejemplos de la evolución planetaria”, explicaron.
Un buen primer objetivo para buscar CFC: TRAPPIST-1, un sistema formado por varios planetas del tamaño de la Tierra que orbitan alrededor de una estrella enana roja situada a apenas 40 años luz. Olivia Lim, de 25 años, que estudia un doctorado en la Universidad de Montreal es una científica que está en este proyecto. “No había nacido cuando se empezó a hablar de este telescopio”, dijo risueña. Su proyecto consiste en observar los planetas rocosos del tamaño aproximado de la Tierra que giran alrededor de una estrella llamada Trappist-1. Están tan cerca el uno del otro que desde la superficie de uno se podrían ver los otros, que aparecerían claramente en el cielo.
“El sistema Trappist-1 es único. Casi todas las condiciones allí son favorables para la búsqueda de vida fuera de nuestro sistema solar”. Además, tres de los siete planetas del Trappist-1 se encuentran en la zona habitable apodada por los astrónomos como Ricitos de Oro, es decir, ni demasiado cerca ni demasiado lejos de su estrella, lo que permite que las temperaturas sean adecuadas para que exista agua líquida en su superficie. El sistema está ‘solo’ a 39 años luz de distancia, y podemos ver el tránsito de los planetas frente a su estrella. Esto permite observar la caída de luminosidad que produce el cruce de la estrella y utilizar la espectroscopia para estudiar las propiedades planetarias”, afirmó la especialista.
Todavía no se sabe si estos planetas tienen una atmósfera. Descubrirlo está en manos de Lim. Si es así, la luz que atraviesa estas atmósferas se “filtrará” a través de las moléculas que contiene, dejando marcas para que Webb realice el estudio. La hazaña para ella sería detectar la presencia de vapor de agua, dióxido de carbono y ozono. Se trata de un objetivo tan importante, que otros equipos de científicos seleccionados para utilizar el Webb también han solicitado observar el Trappist-1 como parte de sus proyectos. Encontrar rastros de vida allí, si es que existen, todavía llevará tiempo, según Lim. Pero “todo lo que estamos haciendo este año son pasos realmente importantes para llegar a ese objetivo final”.
Sin embargo, los científicos admitieron que la capacidad del nuevo telescopio para encontrar CFC en otros planetas tiene varias limitaciones. Por ejemplo, si la estrella de un planeta es demasiado brillante, ahogará la señal. Por lo tanto, el telescopio tendrá más éxito observando estrellas de clase M, que son enanas rojas tenues y de larga vida, como el TRAPPIST-1. Por desgracia, las estrellas de clase M no suelen ser propicias para la vida, aunque los expertos advierten que, si se ralentizan a medida que envejecen, pueden llegar a ser más habitables.
Según reporta Universe Today, el telescopio James Webb podría ver los CFC en los planetas de TRAPPIST-1, porque la estrella tenue no ahogará la firma de los CFC de la misma manera que lo haría una estrella brillante, como nuestro Sol (una estrella de tipo G).
Un futuro emocionante
No obstante, eso podría cambiar pronto a medida que se vayan desarrollando tecnologías aún más capaces. “En las próximas décadas habrá al menos dos de las tecnofirmas pasivas de la Tierra, las emisiones de radio y la contaminación atmosférica, que serían detectables por nuestra propia tecnología alrededor de la estrella más cercana”, aseguró el equipo.
En cualquier caso, el hecho de que estemos a punto de tener la capacidad de mirar directamente abre un gran abanico de posibilidades para entender el cosmos. Con el lanzamiento del telescopio James Webb, la humanidad puede estar muy cerca de un importante hito en la búsqueda de inteligencia extraterrestre”.
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