El 13 de julio se conmemora el Día Internacional del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) con el propósito de informar y concientizar a la sociedad sobre esta condición. El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo y sus síntomas centrales son la inatención, la hiperactividad y la impulsividad, donde las personas presentan dificultades en sus funciones ejecutivas, en la regulación emocional y en la motivación.
Se estima que la prevalencia del TDAH es de alrededor del 4 al 5% en niños, según la Organización Mundial de la Salud y estudios epidemiológicos realizados en distintos países.
Sin embargo, contrariamente a lo que se pensaba hace unos años, el TDAH no es no es solo una condición que se encuentre en la infancia, sino que también más del 50% de los niños que tienen este diagnóstico, persisten con sintomatología evidente en la adultez.
Niños
Los expertos sostienen que es una condición habitual en niños de edad escolar y, generalmente, un gran porcentaje de ellos tienen algún familiar que ha sido tratado por el trastorno o que presenta algunas características de diversa intensidad.
Si bien su origen es neurobiológico, existen factores que pueden llevar a que los síntomas se expresen en mayor medida. “Si bien los tratamientos han demostrado ser sumamente efectivos en población infanto juvenil, el problema surge cuando aún existiendo dificultades académicas, sociales o conductuales, por desconocimientos o ideología el individuo no recibe el diagnóstico o tratamiento adecuado”, confirma Andrea Abadi, directora del Departamento Infanto Juvenil de INECO.
En estos casos, muchos familiares o personas cercanas se preguntan acerca de las señales de alerta a tener en cuenta. Algunas de ellas pueden ser:
● Dificultad para prestar atención o la fácil distracción
● Falta de atención en los detalles, errores en las tareas por descuido y desprolijidad
● Dificultad para escuchar
● Poca capacidad para esperar su turno e impaciencia
● Inquietud: no puede quedarse sentado, corre o trepa de manera excesiva
● Hablar de forma excesiva
● Interrupciones frecuentes en las conversaciones de otros
Adultos
En el caso de los adultos, el TDAH afecta significativamente varias dimensiones de la vida cotidiana: las relaciones interpersonales, el rendimiento en el estudio y el trabajo. A su vez, está frecuentemente asociado a síntomas de ansiedad, depresión y abuso de sustancias.
De acuerdo con estudios especializados, la afectación del TDAH posiblemente sea mayor en personas que no han sido diagnosticadas en la infancia, situación frecuentemente observada tanto en las investigaciones como en la práctica clínica.
En esta línea, a través de diferentes estudios se pudo observar que la terapia cognitiva conductual se asocia con beneficios significativos, dado que brinda estrategias orientadas a mejorar los síntomas centrales del TDAH; reduciendo la inatención, la hiperactividad y la impulsividad, así como también los síntomas anímicos y de ansiedad. “La terapia cognitivo- conductual, está organizada en sesiones breves, focalizadas y estructuradas.
En ellas, el objetivo principal es modificar las conductas que fuerzan los efectos negativos, enseñando a las personas a manejar los síntomas centrales, mejorando la adaptación emocional y la autoestima, reduciendo los otros problemas asociados con esta condición.” Afirma Juan Sorondo, Neuropsicólogo del Departamento de Neuropsicología de INECO
“Además, contar con un espacio de entrenamiento ejecutivo para trabajar temas relacionados a la organización general, a la planificación, a selección y monitoreo de objetivos y a encontrar estrategias para evitar la procrastinarían, entre otras cosas, resulta fundamental”, expresa Sorondo.
“En el consultorio vemos casos de adultos que presentan estas características y manifiestan haberlas tenido durante toda su infancia y por incomprensión o desconocimiento, tanto de ellos como de los profesionales, nunca se habían tratado anteriormente de forma adecuada. Por lo tanto, es importante detectarlo a tiempo para poder colaborar con un tratamiento que aliente a la mayor integración posible”, concluye Pablo López, psicólogo y Director Académico de Fundación INECO.
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