La viruela del mono es una zoonosis. Es decir, una enfermedad que se transmite desde algunos animales a los seres humanos. Se han encontrado pruebas de infección por este virus en animales como ardillas, ratas de Gambia, lirones y diferentes especies de monos en el continente africano. Pero con el brote en 29 países donde la patología no era endémica, como el que está ocurriendo en el mundo este año, hay riesgo de que el virus de la viruela conduzca a una “zoonosis inversa”: que los humanos afectados les transmitan la infección a otros animales que viven cerca. Como consecuencia, habría un reservorio del virus en animales domésticos y silvestres fuera de África.
El brote actual puede ser considerado como histórico, al ser el que afectó a más personas fuera de África: 1226 casos en múltiples continentes. Muchos de los casos son hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, aunque desde la Organización Mundial de la Salud y la ONUSIDA se aclaró que la infección puede ser adquirida por cualquier persona, independientemente de su identidad de género y orientación sexual.
La primera vez que se notificaron casos de viruela del mono fuera de África fue en los Estados Unidos en el año 2003. Según los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) se notificaron 47 casos confirmados y probables de viruela del mono en seis estados: Illinois, Indiana, Kansas, Missouri, Ohio y Wisconsin. Todas las personas infectadas con viruela del mono en este brote enfermaron después de tener contacto con perros de la pradera como mascotas. Las mascotas se infectaron después de estar alojadas cerca de pequeños mamíferos importados de Ghana.
El aumento de los casos en los 29 países ha planteado la posibilidad de que el virus de la viruela del mono pueda establecerse de forma permanente en la fauna salvaje fuera de África. De esta manera se podría formar un reservorio que podría dar lugar a repetidos brotes humanos.
En la actualidad no existe ningún reservorio animal detectado fuera de África, pero el brote de 2003 en Estados Unidos estuvo a punto de producirse, según sospechan algunos científicos, sobre todo porque nunca se encontraron casi 300 de los animales de Ghana y los perros de la pradera expuestos. “Nos libramos por poco de que la viruela del mono se estableciera en una población de animales salvajes” en Norteamérica, dijo a la revista Science Anne Rimoin, epidemióloga de la Universidad de California en Los Ángeles, que lleva mucho tiempo estudiando la enfermedad en la República Democrática del Congo (RDC). Sin embargo, al final, los estudios de los animales salvajes en Wisconsin e Illinois nunca encontraron el virus de la viruela del mono, ninguno de los humanos infectados transmitió la enfermedad a otras personas, y las preocupaciones sobre ese brote se evaporaron.
Los virus suelen hacer como un ping-pong entre los seres humanos y otras especies. Aunque en general se cree que la enfermedad COVID-19 es el resultado del salto del coronavirus de un murciélago u otro huésped a las personas, los seres humanos, en “zoonosis inversa”, también han infectado con el virus a ciervos de cola blanca, visones, gatos y perros. En un estudio realizado en Ohio se encontraron anticuerpos contra el coronavirus en más de un tercio de los 360 ciervos salvajes de los que se tomaron muestras. En siglos pasados, cuando los humanos llevaban la peste y la fiebre amarilla a nuevos continentes, esos patógenos creaban reservorios en roedores y monos, respectivamente, que luego volvían a infectar a los humanos.
A medida que el brote actual de viruela del mono se expande, el virus tiene una oportunidad sin precedentes de establecerse en especies de animales no africanas, lo que podría infectar a los humanos y proporcionar una mayor oportunidad para que evolucionen variantes más peligrosas. “Los reservorios de viruela del mono en animales salvajes fuera de África es un escenario aterrador”, afirmó Bertram Jacobs, virólogo de la Universidad Estatal de Arizona (ASU), en Tempe.
Las autoridades sanitarias de varios países aconsejaron a las personas con lesiones de viruela del mono que eviten el contacto con sus mascotas hasta que se curen. Por ejemplo, las autoridades sanitarias del Reino Unido publicaron una guía para la atención de los pacientes, en la que recomiendaron que no deben estar cerca de sus mascotas. Alrededor del 80% de los casos se han producido en Europa, y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria dijo que hasta el 24 de mayo no se había infectado ningún animal doméstico o salvaje. Pero añadió que “es necesaria una estrecha colaboración entre las autoridades de salud pública humana y veterinaria para gestionar las mascotas expuestas y evitar que la enfermedad se transmita a la fauna salvaje”.
La posibilidad de que los humanos infectados con el virus de la viruela del mono lo transmitan a la fauna salvaje fuera de África “justifica una seria preocupación”, sostuvo William Karesh, veterinario de la EcoHealth Alliance que la semana pasada habló de esta posibilidad en una consulta sobre la investigación de la viruela del mono organizada por la Organización Mundial de la Salud. Por ahora, el limitado número de casos en humanos reduce las probabilidades. Pero los roedores domésticos son especialmente preocupantes, al igual que el gran número de salvajes -suponen el 40% de todos los mamíferos- que asaltan con frecuencia la basura y podrían infectarse con residuos contaminados.
Los estudios aún no han podido determinar el reservorio africano del virus de la viruela del mono. Aunque en 1958 un laboratorio de Copenhague, en Dinamarca, lo identificó por primera vez en monos de investigación de Asia, los científicos creen ahora que los primates se contagiaron de una fuente en África. Todos los casos humanos desde el primero registrado en 1970, en la República Democrática del Congo (entonces Zaire), podrían estar relacionados con la propagación del virus desde los animales en África.
Sin embargo, hasta la fecha, sólo seis animales salvajes atrapados en África han detectado el virus: tres ardillas listadas, una rata de Gambia, una musaraña y un mono mangabey. Los anticuerpos contra el virus de la viruela del mono son más abundantes en las ardillas africanas. “Todavía no entendemos bien el reservorio actual, aparte de que son los roedores”, admitió Grant McFadden, virólogo de la Universidad del Estado de Arizona, en los Estados Unidos. Pero está claro que la viruela del mono puede infectar a muchos otros tipos de animales en la naturaleza y en cautividad.
Un brote de 1964 en un zoológico de Rotterdam, en los Países Bajos, enfermó a osos hormigueros gigantes, orangutanes, gorilas, chimpancés, un gibón y un tití. Los investigadores han infectado intencionadamente a muchos animales de laboratorio, como conejos, hámsteres, cobayos y pollos, aunque el virus no causa la enfermedad en varios de ellos.
En el caso de muchos virus, la relación entre las proteínas de la superficie viral y los receptores de las células del huésped determina a qué animales puede infectar. La proteína de la Espiga del coronavirus, por ejemplo, se adhiere a la enzima convertidora de angiotensina 2, una proteína que se encuentra en una variedad de células en humanos, visones, gatos y muchas otras especies. Pero los poxvirus -como son el virus de la viruela del mono o el de la viruela humana - no parecen requerir receptores específicos del huésped, lo que permite a muchos infectar una amplia gama de células de mamíferos.
La Vaccinia, el virus de la vacuna contra la viruela humana, puede incluso infectar a las moscas de la fruta además de a las vacas y a las personas, recordó David Evans, investigador de poxvirus en la Universidad de Alberta, Edmonton. Bernard Moss, virólogo del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de Estados Unidos, comentó que algunos poxvirus tienen proteínas en su superficie que forman una “cara hidrofóbica”, una zona que repele el agua y que puede unirse de forma inespecífica a las membranas celulares hidrofílicas e iniciar el proceso de infección.
Pero que un poxvirus pueda copiarse a sí mismo y, en última instancia, persistir en una especie para crear un reservorio, depende de lo bien que se defiende de los ataques inmunitarios del huésped. Los poxvirus tienen un complemento relativamente grande de genes, unos 200, y aproximadamente la mitad socava la respuesta inmunitaria del huésped. Algunos virus corren y se esconden o son sigilosos, evitando el contacto directo con elementos del sistema inmunitario. En cambio, los poxvirus luchan.
Su defensa contra la inmunidad del huésped parece depender en gran medida de una familia de genes dispersos por sus genomas que codifican proteínas poco conocidas que contienen dominios conocidos como repeticiones de anquirina. Las proteínas de los poxvirus que contienen estas repeticiones actúan como “papel matamoscas molecular”, dijo el doctor Evans, y se adhieren a las proteínas del huésped que participan en la coordinación de la respuesta inmunitaria. “Los ortopoxvirus tienen estos conjuntos de repeticiones de ankirina y, en su mayoría, no sabemos realmente a qué se dirigen”, añadió Evans. “Pero el resultado final es que probablemente sean la clave para tratar de entender por qué algunos de estos virus tienen el rango de huéspedes que tienen”.
El Variola, el virus de la viruela, parece haber perdido muchos de esos genes de evasión inmunitaria. Sólo persiste en los seres humanos y no tiene reservorio animal, por lo que la campaña de vacunación mundial pudo erradicarlo. La viruela del mono es claramente más promiscua. Pero los muchos interrogantes que quedan sobre ella significan que no se sabe si creará reservorios en la fauna silvestre no africana. “Uno de los retos ha sido la falta de interés”, advirtió Lisa Hensley, microbióloga del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. que empezó a investigar la viruela del mono en 2001 como parte de un laboratorio del ejército estadounidense.
La doctora Hensley, que trabajó en la viruela del mono durante casi una década y colaboró con Rimoin, instó a la gente a mantener una mente abierta sobre cómo se comporta el virus y lo que podría hacer en el futuro. “Estamos reconociendo que se trata de una enfermedad de la que debemos preocuparnos y que realmente no sabemos tanto como creemos saber”, dijo.
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