Por qué la contaminación del aire aumenta el riesgo de padecer COVID-19 grave

Un estudio científico realizado en Alemania encontró que los niveles más altos de dióxido de nitrógeno se asocian con más pacientes en terapia intensiva. Qué recomendaron

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Encontraron que en la zona de Frankfurt, Alemania, hay más niveles de dióxido de nitrógeno y más pacientes graves por el COVID-19 (EFE/EPA/FELIPE TRUEBA)
Encontraron que en la zona de Frankfurt, Alemania, hay más niveles de dióxido de nitrógeno y más pacientes graves por el COVID-19 (EFE/EPA/FELIPE TRUEBA)

Ya está claro que cuando las personas viven en ciudades con mala calidad de aire suman un factor de riesgo importante para desarrollar enfermedades respiratorias agudas y crónicas y las enfermedades cardiovasculares, como los infartos. Con la emergencia de la enfermedad COVID-19, la contaminación del aire volvió a ponerse en foco de atención: las personas que contraen la infección por el coronavirus tienen más probabilidades de sufrir cuadros graves si han estado expuestas a la contaminación atmosférica durante largos períodos.

Un estudio realizado en Alemania descubrió que las personas que viven en lugares con altos niveles de dióxido de nitrógeno, que un contaminante atmosférico, tenían más posibilidades de requerir internación en unidades de cuidados intensivos o de necesitar ventilación mecánica después de haber adquirido la infección.

El dióxido de nitrógeno (NO2) es un contaminante atmosférico cuyas fuentes fundamentales son el tráfico de vehículos así como las emisiones de determinadas industrias y de calefacciones de carbón. Su presencia en el aire contribuye a la formación y modificación de otros contaminantes atmosféricos tales como el ozono y las partículas en suspensión (PM10 y PM 2,5).

El dióxido de nitrógeno (NO2) es un contaminante atmosférico cuyas fuentes fundamentales son el tráfico de vehículos y las emisiones de determinadas industrias (EFE/Rodrigo Jiménez/Archivo)
El dióxido de nitrógeno (NO2) es un contaminante atmosférico cuyas fuentes fundamentales son el tráfico de vehículos y las emisiones de determinadas industrias (EFE/Rodrigo Jiménez/Archivo)

Se sabe que el dióxido de nitrógeno se libera a la atmósfera cuando se queman combustibles fósiles. Tiene efectos nocivos en los pulmones de las personas. En particular, las células endoteliales -que forman una fina membrana que recubre el interior del corazón y los vasos sanguíneos- se dañan, y esto inhibe la transferencia de oxígeno del aliento inhalado a la sangre de la persona.

“Nuestros resultados muestran una asociación positiva entre la exposición a largo plazo al dióxido de nitrógeno y la tasa de mortalidad y de incidencia del COVID-19″, afirmó el equipo de investigadores alemanes, dirigidos por Susanne Koch, de la Universitätsmedizin de Berlín.

Antes del estudio en Alemania, ya otros grupos de científicos habían establecido vínculos entre el Covid y la contaminación atmosférica, pero pocos estudios se habían centrado en los cuadros especialmente graves o en las condiciones de salud subyacentes de los afectados por la enfermedad.

Koch y su equipo utilizaron datos de contaminación atmosférica para calcular los niveles medios de dióxido de nitrógeno de cada región administrativa de Alemania. El más alto se encontró en Frankfurt, mientras que el más bajo se experimentó en Suhl, un pequeño condado de Turingia. El estudio fue presentado en Euroanaesthesia, la reunión anual de la Sociedad Europea de Anestesiología y Cuidados Intensivos en Milán.

El grupo de investigadores también estudió los datos sobre cuántos pacientes con COVID-19 en los hospitales alemanes habían necesitado tratamiento en la unidad de cuidados intensivos y ventilación mecánica durante un mes en 2020. Estas cifras se ajustaron en función de otros factores, como las condiciones de salud preexistentes.

Los pacientes con COVID-19 requirieron  144 camas en terapia intensiva y 102 respiradores necesarios en los 10 distritos con mayor exposición al dióxido de nitrógeno a largo plazo (Gettyimages)
Los pacientes con COVID-19 requirieron 144 camas en terapia intensiva y 102 respiradores necesarios en los 10 distritos con mayor exposición al dióxido de nitrógeno a largo plazo (Gettyimages)

Tras analizar sus resultados, el equipo informó de que -como promedio- se necesitaron 28 camas de terapia intensiva y 19 respiradores para los pacientes de COVID-19 en cada uno de los 10 distritos que tenían la menor exposición a largo plazo al dióxido de nitrógeno. Estas cifras contrastan con una media de 144 camas en terapia intensiva y 102 respiradores necesarios en los 10 distritos con mayor exposición al dióxido de nitrógeno a largo plazo.

La investigación tiene implicaciones preocupantes para todo el mundo. En el Reino Unido, el 75% de las zonas urbanas tenían en 2019 niveles ilegales de contaminación atmosférica. Durante el confinamiento masivo por la pandemia, hubo una disminución temporal del nitrógeno en algunas zonas. Sin embargo, el tráfico y la contaminación están volviendo a los niveles del pasado en muchos pueblos y ciudades.

Según el Real Colegio de Médicos del Reino Unido, la contaminación atmosférica provoca el equivalente a 40.000 muertes prematuras al año, y se ha relacionado con el cáncer, el asma, los accidentes cerebrovasculares y las enfermedades cardíacas, la diabetes, la obesidad y los cambios relacionados con la demencia. Ahora se acumulan las pruebas de que el COVID-19 debe añadirse a esta lista.

Los investigadores admiten que el estudio en Alemania no demuestra una relación causal entre la contaminación atmosférica y los cuadros graves por la infección por el coronavirus. Sin embargo, sugirieron un vínculo causal plausible que podría explicar la relación entre los niveles de gravedad por la enfermedad y los niveles de dióxido de nitrógeno en la atmósfera.

Se sabe que el coronavirus se une al receptor Ace-2 cuando entra en las células tras infectar a una persona. Este receptor tiene muchas funciones clave, una de las cuales consiste en ayudar al organismo a regular los niveles de angiotensina II, una proteína que aumenta la inflamación. En otras palabras, Ace-2 ayuda a frenar la inflamación.

Cuando el coronavirus ingresa al organismo humano y se une al receptor Ace-2. Al hacerlo, saca frenos y aumenta la inflamación, que favorece el cuadro grave
Cuando el coronavirus ingresa al organismo humano y se une al receptor Ace-2. Al hacerlo, saca frenos y aumenta la inflamación, que favorece el cuadro grave

Sin embargo, cuando el coronavirus ingresa al organismo humano y se une a Ace-2, esos frenos desaparecen. También se sabe que la contaminación atmosférica provoca una liberación similar de los controles sobre la angiotensina II. Por los tanto, la combinación de la enfermedad Covid-19 y la exposición a la contaminación atmosférica a largo plazo conduciría a una inflamación más grave, al desarrollo de complicaciones del COVID-19 y a una mayor necesidad de internación en terapia intensiva y ventilación mecánica.

“La exposición a la contaminación atmosférica puede contribuir a una serie de otras afecciones, como infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares, asma y cáncer de pulmón, y seguirá perjudicando la salud mucho después de que termine la pandemia por el coronavirus″, resaltó Koch. La experta hizo un llamado para que se mejoren las políticas públicas sobre energía, transporte y agricultura que impactan en el aire que se respira y la salud de la gente.

“Se necesita urgentemente una transición hacia las energías renovables, el transporte limpio y la agricultura sostenible para mejorar la calidad del aire. La reducción de las emisiones no sólo ayudará a limitar la crisis climática, sino que mejorará la salud y la calidad de vida de las personas de todo el mundo”, subrayó Koch.

Los investigadores enfatizaron en que es necesario desarrollar más las energías renovables para bajar la contaminación del aire (Foto: Twitter@Corujo22)
Los investigadores enfatizaron en que es necesario desarrollar más las energías renovables para bajar la contaminación del aire (Foto: Twitter@Corujo22)

Un estudio de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos, también había encontrado evidencias de que respirar un aire más contaminado durante muchos años puede empeorar por sí mismo los efectos del COVID-19. Ese estudio fue dirigido por Xiao Wu y Rachel Nethery la autora principal fue Francesca Dominici.

Se halló una asociación entre la contaminación del aire a lo largo de muchos años con un aumento del 11% de la mortalidad por infección de COVID-19 por cada aumento de 1 microgramo/metro cúbico de contaminación del aire (en comparación, muchos estadounidenses respiran aire con 8 microgramos/metro cúbico de partículas). Aunque el estudio no demostró que la contaminación atmosférica afecte directamente a la probabilidad de que un individuo muera por COVID-19 porque los datos de COVID a nivel individual aún no están disponibles públicamente, sí muestra una asociación entre la exposición a largo plazo a la contaminación atmosférica y las mayores tasas de mortalidad por COVID-19.

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