Con el correr del tiempo y el devenir de la pandemia, los médicos comenzaron a ver en pacientes que habían atravesado un cuadro de COVID-19 signos y síntomas de lo que luego dieron en llamar COVID prolongado, long COVID o síndrome post COVID. Se trata ni más ni menos de afectaciones en órganos que van más allá del sistema respiratorio y que son propias del cuadro inflamatorio sistémico que provoca el SARS-CoV-2 en el organismo.
Y el corazón se volvió uno de los focos de estudio de los especialistas, debido a que la inflamación del músculo cardíaco, conocida como miocarditis es una de las secuelas que más preocupa por las implicancias en la vida futura de las personas que la padecen.
Ahora, un reciente estudio siguió durante un año, en tiempo real, a 159 pacientes después de que fueron hospitalizados con COVID-19. Y los investigadores hallaron que una de cada ocho personas que habían sido internadas por una infección por el nuevo coronavirus entre mayo de 2020 y marzo de 2021 fueron posteriormente diagnosticadas con miocarditis.
El trabajo es el más grande de su tipo hasta la fecha y fue dirigido por la Universidad de Glasgow en colaboración con NHS Greater Glasgow and Clyde (NHS GGC), y sus resultados fueron publicados en la revista Nature Medicine.
El estudio, que también analizó por qué algunos pacientes sufren problemas de salud a largo plazo después del cuadro viral y otros no llegó a la conclusión de que las condiciones de salud subyacentes anteriores pueden estar relacionadas con la gravedad de los efectos a largo plazo posteriores al COVID.
Sin embargo, los investigadores sugieren que es la gravedad de la infección por COVID-19 en sí misma la que está más estrechamente relacionada con la gravedad de los síntomas de COVID-19 prolongados de un paciente, más allá de sus problemas de salud preexistentes.
“La afectación multisistémica es común en el síndrome post-COVID-19″ es el título del trabajo que se financió en mayo de 2020 como parte de una respuesta rápida de investigación de la oficina de científicos jefe del gobierno escocés con el objetivo de aumentar la comprensión de la pandemia de coronavirus.
Además de la afectación al corazón, los autores informaron en la publicación de sus conclusiones que “en comparación con los participantes de control, entre 28 y 60 días después del alta, los pacientes con COVID-19 mostraron una mayor incidencia de afectación cardiorrenal y activación de la vía de la hemostasia; peor calidad de vida relacionada con la salud, peor ansiedad y depresión, y disminución de la utilización máxima de oxígeno (y por lo tanto disminución de la capacidad de ejercicio aeróbico)”. Asimismo, encontraron “una asociación multivariable inversa entre la concentración sanguínea de hemoglobina A1c y la probabilidad adjudicada de miocarditis”.
Para los investigadores, “este resultado ilustra que la gravedad de la enfermedad multisistémica debida al COVID-19 es uno de los factores más importantes que impulsan el síndrome posterior a la COVID-19. En el seguimiento, que en la media fue de 450 días, el 15% de los pacientes hospitalizados originalmente por COVID-19 y el 7% de los participantes de control habían sido rehospitalizados o habían muerto”.
Se descubrió, por otro lado, que el COVID prolongado afecta predominantemente a las mujeres. El estudio observó que “el sexo femenino estaba asociado con la miocarditis, que a su vez estaba relacionada con un menor bienestar mental y físico”. Los investigadores creen que estos hallazgos brindan algunas respuestas que podrían explicar las limitaciones físicas que experimentan algunas pacientes después de la hospitalización por COVID-19.
Según se informó en la publicación, las evaluaciones a los pacientes incluyeron análisis de sangre y tomografías computarizadas y resonancias magnéticas de múltiples órganos, incluidos el corazón, los riñones y los pulmones, además de medir las opiniones de los pacientes sobre su propia salud en curso a través de cuestionarios. También se evaluaron los resultados clínicos, incluida la supervivencia, el reingreso hospitalario y la derivación a clínicas ambulatorias.
El profesor Colin Berry es investigador principal del estudio CISCO-19 y profesor de Cardiología e Imágenes en la Universidad de Glasgow, y sostuvo: “COVID-19 es una enfermedad multisistémica, y nuestro estudio muestra que las lesiones en el corazón, los pulmones y los riñones se puede ver después de la hospitalización inicial en exploraciones y análisis de sangre. Estos resultados cierran una brecha de conocimiento vital entre nuestra comprensión actual de los síndromes posteriores a COVID-19, como Long COVID, y la evidencia objetiva de la enfermedad en curso”.
“Uno de los hallazgos más importantes del estudio de CISCO es que es la gravedad de la infección por COVID-19 de un paciente, no sus condiciones de salud subyacentes, lo que está más estrechamente relacionado con la gravedad de cualquier resultado de salud en curso posterior al alta -ahondó el experto-. Descubrimos que los pacientes previamente sanos, sin ninguna condición de salud subyacente, sufrían resultados de salud graves, incluida la miocarditis, después de la hospitalización”.
Para los investigadores, “las razones de esto no están claras, pero puede ser que una persona sana que está hospitalizada con COVID-19 probablemente tenga una infección de COVID peor que alguien con condiciones de salud subyacentes que está hospitalizada”. “Se necesita hacer más trabajo aquí para entender los riesgos, y también sobre cómo podemos apoyar mejor a los pacientes que tienen problemas de salud continuos después de ser hospitalizados con COVID-19″, coincidieron.
Para el profesor David Crossman, científico jefe de salud de Escocia, “este estudio proporciona información importante sobre los efectos a largo plazo de la infección por COVID-19 y ayudará a informar los enfoques del tratamiento en el futuro”.
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