El virus de la viruela del mono afectaba habitualmente a personas que residen cerca o en selvas tropicales de África Central y Occidental o que habían estado allí como viajeros. Se había descripto por primera vez en 1958 en simios que estaban en cautiverio, y más adelante se lo detectó en seres humanos. Pero ahora la viruela del mono ha captado la atención mundial al afectar a personas que residen en otras regiones del mundo, como Europa, América del Norte y América del Sur. Por su rápida propagación, ¿podría provocar otra pandemia?
Este domingo, el Ministerio de Salud de la Nación informó que había un caso sospechoso de viruela del mono en la Argentina. Se trata de un paciente, que reside en la provincia de Buenos Aires, y que hizo la consulta médica en la Capital Federal al darse cuenta que tenía pústulas en distintas partes del cuerpo y fiebre. Había estado de viaje desde el 28 abril al 16 de mayo en España, donde ya hay 36 casos confirmados y medio centenar de casos sospechosos.
Al ser entrevistada por Infobae, Analía Rearte, directora Nacional de Epidemiologia e Información Estratégica de la cartera de Salud nacional, dijo: “El paciente con sospecha de tener la infección por la viruela símica permanece aislado y con evolución favorable. Nunca estuvo grave. Tuvo mucho dolor y recibió analgésicos por vía parenteral”. El Instituto ANLIS/Malbrán tendría el resultado del estudio sobre el caso sospechoso entre mañana y el jueves.
La funcionaria contó también que la autoridad sanitaria de la provincia de Buenos Aires se encuentra realizando el rastreo de contactos estrechos del paciente, que pasan a estar en seguimiento médico. Por ahora, no habría otro caso sospechoso en el país, según Rearte, quien aconsejó que no hay que entrar en pánico, ni alarmarse por los casos de la viruela del mono; sino que hay que prestar atención a los síntomas e ir a la consulta médica con barbijo, si llegaran a manifestarse.
“Según las pautas de la Organización Mundial de la Salud, aparentemente las personas con el virus de la viruela del mono pueden contagiar a partir de que manifiestan los síntomas. Por lo cual, no está indicado hoy el aislamiento de los contactos estrechos”, expresó Rearte.
Con respecto al riesgo de que la transmisión del virus de la viruela del mono provoque una pandemia como la del coronavirus que emergió en el mundo en 2019, Rearte contestó: “Hoy el riesgo de que el virus de la viruela del mono sea pandémico es muy bajo. Porque se trata de un virus que no tiene una alta transmisibilidad entre los seres humanos según la evidencia científica hasta ahora. Pero como se observó con la pandemia del coronavirus, hay que estar atentos a los casos sospechosos, a su aislamiento y al seguimiento de los contactos estrechos”.
En diálogo con Infobae el virólogo de la Universidad Nacional de Quilmes, Mario Lozano, dijo “el virus de la viruela del mono tiene una tasa de evolución lenta a diferencia del coronavirus o el virus de la gripe. Por lo cual es muy poco probable que se convierta en un problema pandémico. Sin embargo, si se deja que el virus de la viruela del mono circule en los humanos y en animales, se favorecería la evolución y podrían aparecer variantes de preocupación. Hoy una pandemia no me parece un escenario probable”.
En tanto, desde la Sociedad Argentina de Infectología, la médica Leda Guzzi, respondió a Infobae: “Es poco probable que el virus de la viruela del mono pueda propagarse y generar una pandemia por diferentes razones. Una de las razones es que el virus de la viruela del mono tiene una transmisibilidad menos eficiente entre los seres humanos que otros virus, como el coronavirus o el de la gripe”.
Además la experta señaló que “no se trata de un virus completamente nuevo. Parte de la humanidad recibió la vacuna contra la viruela humana. Ese inoculante brinda también inmunidad cruzada. Por lo cual, hay una población menos susceptible a la viruela del mono”. La tercera razón que baja el riesgo de que sea un virus pandémico es que el período de incubación es más prolongado. Por lo cual, cada caso con el virus de la viruela del mono se puede aislar y se pueden rastrear los contactos estrechos como una manera de controlar mejor la propagación de la infección. En cambio, en el caso del COVID-19, el período de incubación es muy corto (entre 2 y 7 días).
También una diferencia significativa es que los síntomas con pústulas se manifiestan en la mayoría de los pacientes con la viruela del mono. Eso favorece que los casos sean diagnosticados y aislados tempranamente, según la doctora Guzzi. En cambio, en el caso del COVID-19, 1 de cada 4 pacientes no presenta síntomas pero puede contagiar a otras personas al no ser diagnosticado y al no entrar en aislamiento a tiempo.
Otra de las razones que permitirían el control de la viruela del mono es que el mundo ya cuenta con vacunas y terapias contra el virus a diferencia de lo que ocurrió a principios de 2020 cuando no existía inmunización contra el coronavirus, según dijo el analista de Berenberg, Zhiqiang Shu, y la analista de GlobalData, Emily Martyn, en análisis separados. Las contramedidas existentes sugieren que “la posible propagación puede detenerse eficazmente sin aplicar medidas de contención draconianas que puedan perjudicar a la economía mundial”, escribió Shu, según informó el sitio FiercePharma.
En 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) había notificado 4.594 casos sospechosos de viruela del mono, de los cuales 171 fueron mortales. Los casos se consideraron sospechosos porque la confirmación requiere del testeo por PCR, que no está fácilmente disponible en las zonas endémicas.
Las autoridades sanitarias también se preguntan por qué hay más casos de viruela del mono en zonas no endémicas, es decir, fuera de África, y quiénes están en mayor riesgo. La Organización Mundial de la Salud informó que se estudiará si el virus de la viruela del mono ha mutado, aunque por el momento no hay pruebas de que eso haya sucedido. Para eso, convocará a virólogos y otros expertos que estudiarán las secuencias genéticas que están llegando de los casos confirmados con la infección por la viruela del mono.
“No tenemos todavía la respuesta. No sabemos si está cambiando. Lo que podemos decir es que es un virus de ADN. Es de los virus más grandes conocidos, si no el mayor. La tasa de mutación es mucho menor que para los virus de ARN. No hay pruebas todavía de que haya mutaciones en el virus en sí”, explicó Rosamund Lewis, a cargo de los aspectos relacionados con viruela dentro el programa de emergencias de la OMS.
Se aclaró que las pruebas disponibles sugieren que las personas que corren más riesgo son las que han tenido un contacto físico estrecho con alguien con viruela del mono. El riesgo no se limita a los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. Ante la información errónea que circula, la agencia ONUSIDA instó a los medios de comunicación, a los gobiernos y a las comunidades a evitar el estigma contra un grupo de personas.
“El estigma y la culpa socavan la confianza y la capacidad de responder eficazmente durante brotes como éste”, dijo Matthew Kavanagh, director Ejecutivo Adjunto de ONUSIDA. “La experiencia demuestra que la retórica estigmatizante puede desactivar rápidamente la respuesta basada en testeos, avivando los ciclos de miedo, alejando a la gente de los servicios sanitarios, obstaculizando los esfuerzos para identificar los casos y fomentando medidas punitivas e ineficaces”.
Kavanagh destacó positivamente que la comunidad LGBTI haya liderado la concientización sobre la viruela del mono y reiteró que la enfermedad puede afectar a cualquier persona hoy. “Este brote pone de manifiesto la urgente necesidad de que los líderes refuercen la prevención de pandemias, incluyendo la creación de una capacidad más fuerte dirigida por la comunidad y la infraestructura de derechos humanos para apoyar respuestas eficaces y no estigmatizantes a los brotes”, señaló.
Para la epidemióloga Rearte, “no se debería estigmatizar a un grupo de la población porque la viruela del mono puede afectar a cualquier persona. Por el momento no está confirmada que haya una transmisión del virus a través de relaciones sexuales. Lo que se sabe hasta el momento es que la transmisión de persona a persona se produce principalmente a través de grandes gotas respiratorias. También podría ser por el contacto con el líquido de las pústulas del paciente.
“Las gotitas respiratorias generalmente no pueden viajar más de unos pocos metros, por lo que se requiere un contacto prolongado cara a cara”, informaron los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos. “Otros métodos de transmisión de persona a persona incluyen el contacto directo con fluidos corporales o material de la lesión, y el contacto indirecto con material de la lesión, como a través de ropa o sábanas contaminadas”, añadieron.
Los síntomas de la viruela del mono suelen aparecer entre cinco y 13 días después de la infección, aunque pueden tardar hasta 21 días en aparecer. Los primeros síntomas son fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular, dolor de espalda, inflamación de los ganglios linfáticos, escalofríos y agotamiento. Una vez que hay fiebre, suele aparecer una erupción, concentrada en la cara, las manos y los pies antes de extenderse a otras zonas del cuerpo. Puede extenderse al interior de la boca, los genitales y la córnea. La erupción progresa hasta formar una costra que se desprende, y en algunos casos pueden caer grandes secciones de piel del cuerpo.
Hoy se considera un caso sospechoso a una persona de cualquier edad que se presenta en un país no endémico de viruela símica con zarpullido súbito inexplicable y que haya tenido desde el 15 de marzo pasado en adelante cefalea, inicio súbito de fiebre (más 38,5°), dolor muscular, dolor de espalda, debilidad, inflamación de los ganglios linfáticos. También implica que se hayan descartado que puede ser varicela, herpes zóster, sarampión, Zika, dengue, chikungunya, herpes simple, infecciones bacterianas de la piel, infección gonocócica diseminada, sífilis primaria o secundaria, chancroide, linfogranuloma venéreo, granuloma inguinal, molusco contagioso, reacción alérgica (por ejemplo, a las plantas); y cualquier otra causa común localmente relevante de erupción vesicular o papular, según la Organización Panamericana de la Salud.
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