Tras años de fracasos y aplazamientos, la gigante aeronáutica estadounidense Boeing intentará volver a la competencia espacial y hacerle sombra a la exitosa compañía SpaceX, propiedad de Elon Musk, con el lanzamiento de su nueva cápsula espacial Starliner, en un vuelo de prueba dirigido hacia la Estación Espacial Internacional (EEI).
El lanzamiento fue por medio de un cohete Atlas V de United Launch Alliance (ULA), desde la base en Cabo Cañaveral, en Florida, sureste de Estados Unidos a las 19.54 hora argentina (22.54 GMT). Starliner se acoplará a la EEI unas 24 horas después.
Este vuelo de prueba sin tripulación está destinado a determinar si la cápsula es capaz de transportar humanos y llegar a salvo a la EEI, cosa que intentó sin éxito en 2019, cuando la nave tuvo que regresar a Tierra antes de tiempo debido a un problema de software interno, lo que evitó in extremis una catástrofe. Luego, en agosto de 2021, se tuvo que cancelar una nueva prueba poco antes del lanzamiento, debido a un problema de válvulas detectado durante las verificaciones finales del ensayo.
Mientras tanto, SpaceX, compañía novata de la industria aeroespacial en comparación con la gigante Boeing, pasó sus propias pruebas y comenzó a transportar astronautas de la NASA en misiones regulares. En total, la empresa del magnate Elon Musk ya ha transportado a 18 astronautas con su propia cápsula, la Dragon, así como a cuatro pasajeros privados que pagaron boletos para estar en una misión de turismo espacial.
Sin embargo, la NASA quiere diversificar sus opciones, para no volver a correr el riesgo de quedarse sin medios de transporte de bandera estadounidense, como sucedió después del cierre de las misiones de transbordadores espaciales en 2011. Hasta la aparición de SpaceX, la agencia espacial estadounidense se vio obligada a pagar por plazas de tripulantes en los cohetes Soyuz de Rusia. “El lanzamiento es un paso crucial para nosotros hacia dos vehículos que transportan tripulaciones de forma regular”, dijo Dana Weigel, subdirectora del programa EEI de la NASA, en una conferencia de prensa.
Acople delicado
En este vuelo de prueba, una muñeca llamada Rosie será colocada en el asiento del comandante. La misma está equipada con unos 15 sensores, destinados a recopilar información sobre los movimientos de la estructura. Starliner también transporta alrededor de 230 kg de suministros destinados a la estación, que orbita a una altitud de unos 400 kilómetros de la Tierra.
La llegada a la EEI este viernes, alrededor de las 23 GMT, será seguida de cerca por los astronautas a bordo de la Estación Internacional. Primero ordenarán que la cápsula se estabilice a unos 250 metros de distancia, antes de proceder a la delicada maniobra de contacto y acople. La escotilla de la cápsula no se abrirá hasta el día siguiente, sábado. Starliner debe permanecer acoplada a la ISS durante unos 5 días, antes de regresar a la Tierra para aterrizar en pleno desierto del estado de Nuevo México, oeste de Estados Unidos, en la base de White Sands.
La nueva cápsula CST-100 Starliner (Crew Space Transportation) tiene un diámetro de 4,56 metros y es un diseño de nave espacial propuesto por Boeing en colaboración con Bigelow Aerospace para el programa CCDev (Commercial Crew Development Program) de la NASA. Está diseñada para ser capaz de transportar hasta siete personas, permanecer en órbita hasta siete meses y ser reutilizada hasta en diez misiones.
Contratiempos repetidos
El desarrollo del proyecto Starliner resultó ser una larga epopeya plagada de obstáculos para Boeing. En 2019, la cápsula no pudo colocarse en la órbita correcta debido a un problema con su reloj y tuvo que regresar a la Tierra después de dos días. Boeing luego detectó que otros problemas de software casi habían causado una anomalía grave de vuelo. La NASA había prescrito una larga lista de recomendaciones y modificaciones a realizar. Luego, en 2021, cuando el cohete ya estaba en la plataforma de lanzamiento para intentar un nuevo despegue, un problema de humedad provocó una reacción química que bloqueó la apertura de ciertas válvulas en la cápsula. Tuvo que volver a los talleres para inspecciones durante 10 meses.
“Estos meses han sido difíciles”, reconoció Steve Stich, a cargo del programa comercial tripulado de la NASA, en una conferencia de prensa. “Hemos solucionado el problema y vamos rumbo al despegue”, dijo, sin embargo, con satisfacción.
“El problema se resolvió aislando herméticamente las nuevas válvulas, con el fin de evitar la entrada de humedad”, explicó el martes Mark Nappi, gerente de Boeing. Pero en el futuro, otras soluciones a más largo plazo, incluido un diseño modificado, ya están siendo analizadas por los expertos. Hay mucho en juego para la compañía, que espera poder realizar un primer vuelo tripulado a finales de año. Esta segunda misión de prueba será fundamental para obtener finalmente la aprobación de la NASA.
Pero el cronograma exacto dependerá del desempeño de la cápsula esta semana, que al mismo tiempo puede restaurar un poco la imagen de Boeing, bastante opacada por los contratiempos reiterados.
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