Más de 517 millones de personas han sido diagnosticadas en el mundo con el COVID-19. También ya se han reportado 6.261.708 fallecimientos. La infección por el coronavirus se propagó por el mundo y continúa. En la mayoría de los casos se producen cuadros leves. Sin embargo, el 20% de los pacientes desarrolla cuadros graves y críticos, y aún se investiga el por qué de las diferencias.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, se sigue “aprendiendo más sobre los factores de riesgo de los resultados graves del COVID-19″. La edad es el principal factor de riesgo para los casos graves del COVID-19. Aproximadamente 54.1 millones de personas de 65 años o más residen en los Estados Unidos; en el 2020 este grupo etario representó el 81 % de las muertes relacionadas con el COVID-19 en los EE. UU., y hasta septiembre del 2021 la tasa de mortalidad en este grupo fue más de 80 veces superior a la de las personas de 18 a 29 años.
Además, los adultos de cualquier edad con ciertas enfermedades subyacentes y otras condiciones tienen un mayor riesgo de enfermarse gravemente de COVID-19. Los estudios han demostrado que el COVID-19 no afecta a todos los grupos poblacionales por igual, según aclararon los CDC. El riesgo de COVID-19 grave aumenta a medida que aumenta la cantidad de enfermedades subyacentes y otras condiciones en una persona.
Las personas con discapacidades tienen más probabilidades que las personas sin discapacidades de tener afecciones crónicas, vivir en entornos donde se congregan numerosas personas y enfrentarse a más obstáculos para recibir atención médica. Los estudios han demostrado que algunas personas con ciertas discapacidades tienen más probabilidades de contraer COVID-19 y tienen peores resultados.
Algunas afecciones crónicas se presentan con mayor frecuencia o a una edad más temprana en ciertas poblaciones de minorías étnicas, según los CDC. Además, los datos también han demostrado que, en comparación con las personas de etnia blanca no hispanas, los miembros de ciertos grupos raciales y étnicos minoritarios tienen más probabilidades de morir de COVID-19 a edades más tempranas.
Recientemente se han dado a conocer diferentes resultados sobre los factores que pueden hacer que una persona se enferme más que otra:
- El índice de masa corporal alto es un factor predictor de gravedad en pacientes más jóvenes
Ahora, un estudio a cargo de Institute for Systems Biology (ISB), Swedish Providence, Onegevity y Mayo Clinic Jacksonville recién publicado en la revista Scientific Reports proporciona respuestas previamente desconocidas sobre qué pacientes hospitalizados con COVID-19 tienen más probabilidades de necesitar ventilación mecánica o morir. Entre sus conclusiones, detectaron que el índice de masa corporal es un predictor más importante de la gravedad de COVID-19 para pacientes más jóvenes que para pacientes mayores. Muchas comorbilidades, como malignidad, miocardiopatía y EPOC, tienen razones de probabilidad más altas para resultados graves en pacientes más jóvenes que en pacientes mayores.
- Un grupo sanguíneo puede estar en mayor riesgo
El doctor Alish Palmos, del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia (IoPPN) del King’s College de Londres, y su equipo de colaboradores, descubrió que una proteína del organismo humano, llamada ABO -que determina el grupo sanguíneo- está asociada al riesgo de desarrollar COVID-19 grave. Su análisis identificó que la enzima (ABO) estaba asociada tanto a un mayor riesgo de hospitalización como a la necesidad de asistencia respiratoria. Esto respalda los hallazgos anteriores sobre la asociación del grupo sanguíneo con una mayor probabilidad de muerte. Junto con investigaciones previas que muestran que la proporción del grupo A es mayor en los individuos positivos a COVID-19. Este resultado sugiere que este grupo sanguíneo es candidato a estudios de seguimiento.
- El perfil del sistema inmune
Un estudio publicado en la revista Cell Reports sugirió que los que escapan a los peores síntomas podrían tener también el equilibrio adecuado de un tipo de células del sistema inmune llamadas macrófagos. El trabajo fue realizado por un equipo de investigadores de los Laboratorios Nacionales de Enfermedades Infecciosas Emergentes (NEIDL) de la Universidad de Boston y de la Universidad de Princeton. Analizó por qué sucedía el proceso de inflamación al examinar el impacto del COVID-19 en los que enferman gravemente y en los que no lo hacen.
Al estudiar los pulmones que parecen desviar fácilmente el coronavirus o recuperarse rápidamente de la infección, los científicos descubrieron un conjunto de 11 genes que determinan si las células inmunitarias montan una defensa sólida o se vuelven rebeldes y llevan a la persona a requerir un respirador. Los hallazgos podrían ayudar a desarrollar nuevos fármacos que preparen mejor a los sistemas inmunes para enfrentarse al virus.
- El fenotipo de cada persona (que incluye los factores genéticos) puede afectar cómo se percibe la pandemia
En Holanda, un grupo de investigadores también indagaron en los factores genéticos que pueden influir en el desarrollo de la infección y el bienestar. “La salud física y mental está determinada por una interacción entre la naturaleza, es decir, la genética, y la crianza, que abarca experiencias y exposiciones que pueden ser de corta o larga duración”, escribió el equipo del doctor Lude Franke, del Departmento de Genética, del Centro Médico Universitario Groningen, en Holanda.
Estudiaron a 27.537 personas que habían aceptado aportar muestras a un biobanco de datos genéticos y contestar cuestionarios durante 10 meses, a partir de marzo de 2020. Eso les permitió explorar la interacción entre la genética y el impacto de la pandemia de COVID-19 en el bienestar de los individuos a lo largo del tiempo.
“Observamos que la genética afectó a muchos aspectos del bienestar, pero también que su impacto en varios fenotipos cambió con el tiempo. A lo largo de la pandemia, observamos que la predisposición genética a la satisfacción vital tenía una influencia creciente en la calidad de vida percibida. Estos resultados sugieren que la constitución genética de las personas se manifestó de forma más prominente con el paso del tiempo, potencialmente debido al aislamiento social impulsado por las estrictas medidas de contención de COVID-19″, escribieron los investigadores. En general, “nuestros resultados demuestran que la contribución de la variación genética a los fenotipos complejos es dinámica y no estática”, afirmaron.
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