La pandemia aún no terminó y hoy todo el mundo está afectado por el predominio de la variante Ómicron del coronavirus y sus sublinajes. Desde el inicio de la emergencia de salud pública, se han registrado más 511 millones de personas diagnosticadas, y 6,2 millones de muertes. Los investigadores científicos hoy vigilan la evolución de Ómicron, pero sostienen que hay que tener en cuenta qué pasó con otras variantes del coronavirus para aprender cómo ha sido y podría ser la evolución del coronavirus. Entre otras, están estudiando qué ocurrió con las variantes Gamma, Mu, y Lambda, que golpearon el año pasado en Sudamérica.
Cada una de las variantes del coronavirus tiene sus particularidades. En el caso de la variante Lambda -conocida popularmente como variante andina-, fue detectada por primera vez en Perú en agosto de 2020 y fue reportada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que la clasificó como una variante de interés en junio del año pasado.
En ese momento, Lambda fue el motor de la segunda ola de COVID-19 en Perú, y llevó al colapso de hospitales en algunas ciudades. Se la detectó también en otros 30 países como Chile, Bolivia, Argentina, México y se descubrió que era más contagiosa que Alfa y Gamma. Sin embargo, Lambda encontró límites en su propagación.
En tanto, la variante Mu fue detectada por el Instituto Nacional de Salud de Colombia en enero del año pasado y recién fue designada como variante de interés por la OMS en agosto. Se llegó a detectar en más de 20 países. Tenía varias mutaciones preocupantes que, según los expertos, podían ayudar a evadir las defensas del sistema inmunitario.
También circuló la variante Gamma, que fue la predominante en países de América del Sur, como Argentina, Uruguay y Brasil, entre marzo y agosto del año pasado. Gamma -que también se conoció como el “linaje P.1″ fue detectada en Brasil y en personas que llegaron a Japón y habían estado en Brasil. En enero del año pasado la OMS clasificó a Gamma como variante preocupante (aunque en ese momento no se usaba el nombre griego). Desde agosto a diciembre en Sudamérica fue creciendo la circulación de la variante Delta, pero no llegó a generar una gran ola como en otras regiones del mundo, como Europa.
Consultada por Infobae, Carolina Torres, del Proyecto País de vigilancia genómica del coronavirus del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación en la Argentina, comentó: “Gamma, Muy y Lambda son variantes del coronavirus que circularon en América Latina. No llegaron a predominar en todo el mundo, porque hay diferentes factores. Uno de ellos son las propiedades como la capacidad de transmisión, entre otras, y el estado inmunológico de la población. En el caso de Gamma, fue una variante de preocupación que predominó en la segunda ola en América del Sur durante el año pasado”. En tanto, Lambda fue predominante en Perú y Chile, y Mu fue predominante en Colombia en algunos meses del año pasado.
Gamma fue una variante de preocupación pero no llegó a ser predominante a nivel mundial como Ómicron. “Nuestra hipótesis -afirmó la doctora Torres- es que Gamma no llegó a ser predominante en otras regiones porque no todos los ingresos en una población alcanza para que se desarrolle una circulación comunitaria de la variante. Es probable que hayan ocurrido varios ingresos de personas con Gamma en los países de América del Sur, pero hubo más limitaciones en las conexiones con otras regiones. Al revés, la variante Beta, detectada en Sudáfrica, casi no circuló en América del Sur”.
Una de las lecciones aprendidas, de acuerdo con la doctora Torres, quien es investigadora en virología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires y del Conicet, es que “la epidemiología de los países de la región en Sudamérica tiene influencia en los vecinos, como ocurrió con la circulación de Gamma, Lambda y Mu, independientemente de lo que pasó en América del Norte, Europa u otras regiones del mundo”.
En tanto, para el doctor Humberto Debat, investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, “en América del Sur, el paisaje de variantes del coronavirus fue excepcional. Se dio una frecuencia diferente de variantes con respecto a otras regiones entre marzo y agosto del año pasado. En un momento habíamos pensado que la variante Alfa, que fue detectada en el Reino Unido, podía avanzar en Sudamérica, pero no sucedió. Eso significó que el contexto geográfico, la conectividad entre los países, la tasa de vacunación de la población, la política de restricción de viajes internacionales, han tenido impacto en la circulación de las variantes en esta región”.
Lambda compitió con Gamma, pero no le ganó tanto el terreno. Ambas fueron a su vez desplazadas por Delta y luego Ómicron, que se volvió exclusiva. “La variante Delta llegó y fue pateando el tablero en Sudamérica, y fue desplazando a las otras. Son variantes con propiedades biológicas distintivas, pero también influye en qué momento aparecen y las políticas de restricción que rigen en cada momento”, recordó el doctor Debat.
En los Estados Unidos, el científico Joseph Fauver, epidemiólogo genómico del Centro Médico de la Universidad de Nebraska, hizo un estudio sobre la variante Mu, que prácticamente ha desaparecido de la circulación del virus a nivel mundial. Pero consideran que se puede aprender mucho sobre la evolución del virus. “Este virus no tiene ningún incentivo para dejar de adaptarse y evolucionar”, afirmó Joel Wertheim, epidemiólogo molecular de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos. “Y ver cómo lo hizo en el pasado nos ayudará a prepararnos para lo que pueda hacer en el futuro”.
La variante Mu “contenía un par de mutaciones que la gente había estado observando muy de cerca”, dijo Mary Petrone, epidemióloga genómica de la Universidad de Sydney y coautora del nuevo artículo sobre Mu. Varias de las mutaciones en su proteína de la Espiga se habían documentado en otras variantes inmunológicas, como la Beta y la Gamma.
Los científicos compararon las características biológicas de Mu con las de Alfa, Beta, Delta, Gamma y el virus original. Descubrieron que Mu no se replicaba más rápido que ninguna otra variante, pero que era la más inmunoevasiva del grupo, más resistente a los anticuerpos que cualquier otra variante conocida, aparte de Ómicron, según el doctor Fauver, en diálogo con el diario The New York Times.
Analizando las secuencias genómicas de muestras de Mu recogidas en todo el mundo, los investigadores reconstruyeron la propagación de la variante. Llegaron a la conclusión de que Mu probablemente surgió en Sudamérica a mediados de 2020. Luego circuló durante meses antes de ser detectada.
Mu también presentaba otro reto. Resulta que tiene un tipo de mutación, conocida como mutación de cambio de marco, que es poco frecuente en las muestras de coronavirus. Este tipo de mutaciones se marcaron como errores cuando los científicos, incluido el doctor Fauver, intentaron cargar sus secuencias de Mu en GISAID, un depósito internacional de genomas virales que se utiliza para controlar las nuevas variantes.
Esta complicación provocó retrasos en la difusión pública de las secuencias de Mu. Los investigadores descubrieron que el tiempo transcurrido entre la recogida de una muestra de virus de un paciente y su puesta a disposición del público en GISAID era sistemáticamente más largo para los casos Mu que para los casos Delta.
“El propio genoma estaba creando básicamente lagunas de vigilancia artificiales”, dijo el doctor Fauver. “El resultado, al menos en nuestra experiencia, fue que no sacamos los datos durante semanas cuando normalmente intentamos sacarlos en días”.
Si se combinan estas lagunas de vigilancia con la evasión inmunológica de Mu, la variante parecía estar preparada para despegar. Pero no fue así. Los científicos descubrieron que Mu se propagó desde América del Sur y Central a otros continentes, pero no circuló ampliamente una vez que llegó allí. “Esto indica que esta variante no se adaptó necesariamente a las poblaciones norteamericanas y europeas como esperábamos”, dijo la doctora Petrone. Esto se debió probablemente a que Mu se encontró compitiendo con una variante aún más capaz: Delta. Delta no era tan hábil para esquivar los anticuerpos como Mu, pero era más transmisible.
Otro estudio reciente sugirió que, en la ciudad de Nueva York, la variante Gamma tendía a tener mejores resultados en los barrios con niveles más altos de inmunidad preexistente, en algunos casos porque fueron golpeados fuertemente en la primera ola del COVID-19. “No podemos ver una nueva variante en el vacío, porque surge a la sombra de todas las variantes que la precedieron”, dijo el doctor Wertheim, que fue uno de los autores del estudio.
El choque de variantes pasadas revela que el éxito depende en gran medida del contexto. Por ejemplo, la ciudad de Nueva York puede haber sido la cuna de la variante Iota, que se detectó por primera vez en muestras de virus recogidas en noviembre de 2020. Incluso después de la llegada de la variante Alfa, más transmisible, Iota siguió siendo la variante dominante de la ciudad durante meses, antes de acabar desapareciendo. Pero en Connecticut, donde tanto Iota como Alpha aparecieron en enero de 2021, las cosas se desarrollaron de forma diferente. Alfa despegó inmediatamente, e Iota no tuvo ninguna oportunidad.
Un patrón similar está empezando a desarrollarse con los múltiples linajes de Ömicron. En Estados Unidos, la BA.2.12.1, una subvariante identificada por primera vez en Nueva York, ha despegado, mientras que en Sudáfrica, las BA.4 y BA.5 están impulsando un nuevo aumento.
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