Si se relajan los cuidados de prevención, como el uso adecuado del barbijo, el distanciamiento y la ventilación en ambientes interiores, y se hacen menos testeos, hay menos casos de COVID-19 diagnosticados y reportados y menos personas afectadas cumplen con el aislamiento. Esta situación puede favorecer que haya más contagios del coronavirus, que más personas adquieran la infección en su fase aguda y que más tengan el síndrome del COVID Prolongado o de larga duración, según advirtió la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
Desde marzo de 2020, ya los médicos empezaron a observar que había pacientes que se recuperaban de la fase aguda del COVID-19, pero desarrollaban secuelas y otras complicaciones médicas que duran de semanas a meses después. La científica española Sonia Villapol -que trabaja en el Instituto de Investigación Metodista Houston y en el Colegio Médico Weill Cornell de los Estados Unidos- fue la investigadora que lideró una revisión sistemática y meta-análisis con el objetivo de identificar estudios que evalúen los efectos a largo plazo de la COVID-19. Se publicó en la revista Scientific Reports.
Se identificaron un total de 18.251 publicaciones relacionados con el COVID Prolongado, de las cuales 15 cumplían los criterios de inclusión. Se estimó la prevalencia de 55 efectos a largo plazo, se realizaron 21 meta-análisis y se incluyeron 47.910 pacientes (de 17 a 87 años). Se estimó que el 80% de los pacientes infectados con el coronavirus desarrollaron uno o más síntomas de larga duración. Los cinco síntomas más comunes fueron la fatiga (58%), el dolor de cabeza (44%), el trastorno de atención (27%), la pérdida de cabello (25%) y la disnea (24%).
Hasta el momento, no hay un tratamiento específico para COVID persistente hasta el momento, pero todos los síntomas se deberían de atender y acudir al especialista apropiado lo antes posible para evitar que se conviertan en secuelas. Los síntomas pueden ser únicos, múltiples, constantes, o transitorios.
Hoy más de 511 millones de personas han tenido el COVID-19 en el mundo, y 6,2 millones han fallecido. Se estima que más de 153 millones de personas podrían sufrir también el COVID prolongado en diferentes grados. “Esto un volumen de casos de COVID persistente muy alto y muy alarmante. Esta afección puede suponer un problema de salud pública y esto se debe ver de forma relevante”, señaló el doctor Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
Para el experto, que los gobiernos estén ahora paralizando la realización de test en pacientes sospechosos de estar infectados por el coronavirus. La falta de testeos hará que algunas personas se sigan movilizando sin aislarse y continúe la circulación del virus y los contagios. Según Armenteros, se favorecerá de esa manera el aumento de ese porcentaje de afectados por COVID persistente.
En cambio, resaltó la importancia que a esta patología le ha concedido el gobierno de de Joe Biden en los Estados Unidos, quien recientemente ha anunciado un presupuesto especial para investigarla. “Se les da en otros países una importancia muy alta, y aquí se minimiza la dimensión del problema, e incluso se hacen estudios para minimizar los datos”, sostuvo Armenteros con respecto a la situación de España.
Desde el punto de vista de la sociedad médica española, las autoridades sanitarias deberían crear un registro de personas afectadas con el COVID prolongado para hacer un seguimiento del problema. Con la ola por la variante Ómicron del coronavirus que fue detectada en noviembre pasado, los casos de COVID-19 crecieron súbitamente en todo el mundo, aunque gracias a la vacunación no aumentaron tanto las hospitalizaciones y muertes.
Sin embargo, al producirse más casos de personas contagiadas por Ómicron, hay más chances de que más personas también desarrollen el COVID Prolongado. Por lo cual, si se relajan la obligación de usar barbijos, como está ocurriendo en varios países, el distanciamiento y la ventilación en lugares cerrados, también hay más probabilidad de contagios y de más personas con el COVID de larga duración.
Armenteros lamentó que la falta de testeos está impidiendo un diagnóstico de la fase aguda de la enfermedad y, en consecuencia, va a dificultar mucho el diagnóstico del COVID persistente. “Que medidas de este tipo como las que se están tomando de epidemiología populista al quitar las mascarillas en interiores hacen que el virus pueda extenderse de manera masiva y si se incrementan los casos de infección, aumentarán también los casos de COVID persistente. Es necesario que se tomen medidas claras y concretas, se creen unidades específicas para COVID-19 y sus tratamientos, así como investigación para cuidar y tratar a estos pacientes, e intentar por todos los medios que haya curación de la enfermedad”, sentenció el doctor Lorenzo Armenteros.
En los primeros días de abril, la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa Etienne, había advertido que algunos países habían cambiado sus estrategias sobre los tests de COVID-19. La reducción en el número de pruebas hace más difícil obtener la imagen completa de las variantes en la región. Por eso, la doctora Etienne pidió que se sigan haciendo pruebas y evitar “entrar en la próxima ola a ciegas”.
La doctora Etienne recordó que “una y otra vez, hemos visto cómo la dinámica de la infección en Europa se refleja aquí, apenas unas semanas después”. Para la primera semana de abril, la variante Ómicron BA.2 ya se había detectado en el 8,7% de las secuencias notificadas desde Sudamérica.
El número de nuevos casos y muertes por el COVID-19 viene disminuyendo desde finales de marzo a nivel mundial. Pero en América los casos semanales aumentaron un 9% la última semana reportada por la Organización Mundial de la Salud, y en África también crecieron el 32%.
En la Argentina, desde el 18 de abril se implementó una estrategia por la cual solo se hacen testeos a los grupos priorizados, como las personas con más riesgo de tener complicaciones. “Ahora es casi imposible saber cuánto coronavirus circula en la Argentina porque los cambios en los criterios para hacerse los testeos lleva a que menos personas vayan a realizarlos. La situación empeoró aún más por el brote de influenza, ya que todos asumen que no es COVID. Para subsanarlo, se podrían mejorar y hacer públicos los datos de vigilancia del coronavirus en el sistema cloacal y es necesario que se promueva que la población general que no lo ha hecho hasta ahora vaya a aplicarse la primera dosis de refuerzo y los grupos priorizados se apliquen el segundo refuerzo”, opinó el doctor Rodrigo Quiroga, investigador en bioinformática del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba.
SEGUIR LEYENDO: