Si ya se recibió la dosis de refuerzo, ¿cuánta protección hay hoy contra el COVID-19?

El 24% de la población mundial accedió a la vacuna de refuerzo. Qué se debe tener en cuenta frente al riesgo de Ómicron y sus subvariantes

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Como la protección de las vacunas decae con el tiempo, hay que recibir los refuerzos/ REUTERS/Hannah Beier
Como la protección de las vacunas decae con el tiempo, hay que recibir los refuerzos/ REUTERS/Hannah Beier

El 60% de la población mundial ya tiene el esquema primario completo de la vacunación contra el COVID-19. Solo el 24% accedió hasta ahora a la aplicación de la dosis de refuerzo. Pero se sabe que, con el paso del tiempo, la protección que brindan las vacunas va decayendo y por eso se necesita la aplicación de las dosis de refuerzo, especialmente en un momento en que la variante Ómicron y sus sublinajes continúan circulando en el mundo.

Si se tiene en cuenta que tras más de dos años de pandemia ya muchas personas han tenido la infección por el coronavirus antes de recibir las vacunas o incluso después, se genera la pregunta: ¿Cuán protegida está hoy la población que ya recibió dosis de refuerzo frente al COVID-19?

“Con la dosis de refuerzo, hoy las personas cuenta con una excelente defensa frente a lo que es la posibilidad de cursar una infección severa si se contagia el coronavirus hoy”, respondió el doctor Jorge Geffner, investigador en inmunología y vicedirector del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS), que depende del Conicet y la Universidad de Buenos Aires. El experto añadió que la prevención contra la infección también debe hoy incluir el uso adecuado del barbijo o mascarilla en los ambientes cerrados y de la ventilación cruzada y permanente porque reducen también el riesgo de contraer el virus, que se propaga por el aire principalmente.

Pero el especialista argentino consideró que el ritmo lento de la adherencia a recibir los refuerzos en la población puede ser un obstáculo para una mejor protección. En la Argentina aún no se superó el 45% de la población con la dosis de refuerzo. En los Estados Unidos, solo el 30% tiene el refuerzo. En Brasil, solo el 41% tiene el refuerzo; en Colombia, el 22%; y en México, solo el 35%, según el sitio OurWorldInData.

En la Argentina, aún el 45% de la población fue a recibir la dosis de refuerzo/ EFE/Juan Ignacio Roncoroni
En la Argentina, aún el 45% de la población fue a recibir la dosis de refuerzo/ EFE/Juan Ignacio Roncoroni

Una población con cobertura baja en cuanto al refuerzo es -para Geffner- una debilidad relativa de la campaña de vacunación. “En cuanto a la posibilidad de contraer infección, las personas ya vacunadas se pueden contagiar, pero generalmente cursan el cuadro de manera asintomática o leve, salvo excepciones”, agregó el científico.

La protección de las vacunas varía según el tipo de inoculante que se haya recibido, la cantidad de dosis y el perfil particular del sistema inmune de cada personas. También hay que considerar que la protección es diferente si se considera para prevenir la infección, reducir el riesgo de desarrollar un caso grave y requerir hospitalización o para bajar el riesgo de mortalidad.

Hoy, gracias a la investigación científica se sabe que en las personas que están al día con sus vacunas contra el Covid-19 -incluyendo el refuerzo que le corresponda-, la protección contra la enfermedad disminuye tres o cuatro meses después de la última dosis. Sin embargo, la protección contra la hospitalización y la muerte sigue siendo alta.

La protección adquirida por las vacunas o por haber tenido la infección se da en diferentes niveles. Primero, se generan anticuerpos, que son los defensores de primera línea del sistema inmune. Esos anticuerpos disminuyen gradualmente después de una infección o vacuna. A lo largo de unos meses, desaparecen y es normal. Dejan al cuerpo expuesto a una potencial invasión del coronavirus.

Pero la defensa inmunitaria no termina ahí. Otras células, como los linfocitos B y los linfocitos T, conservan la memoria del virus o la vacuna. Esa capacidad les permite producir otro grupo de anticuerpos si el sistema vuelve a encontrarse con el virus. Como se necesita que pase un tiempo para crear ese grupo de anticuerpos, la persona puede tener algunos síntomas. Pero el sistema inmune debería acudir al rescate y ayudar a que se recupere sin problemas.

En personas mayores y en personas inmunocomprometidas, la protección de los inoculantes puede ser más baja/REUTERS/Amanda Perobelli
En personas mayores y en personas inmunocomprometidas, la protección de los inoculantes puede ser más baja/REUTERS/Amanda Perobelli

En algunas personas el proceso no ocurre con tan alta eficiencia. Los adultos mayores y las personas con una función inmunitaria inferior pueden necesitar ayuda adicional para evitar los peores resultados de una infección por COVID-19.

Según se informó al Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estado, en el contexto de la circulación de Ómicron y si se considera el riesgo de adquirir la infección, hoy dos dosis de la vacuna de Johnson & Johnson son un 30% efectivas entre dos y cuatro meses después de aplicación.

En cambio, si se recibió una dosis de la vacuna de Johnson & Johnson combinada con una dosis de una vacuna de ARN mensajero de las empresas Pfizer/BioNTech o de Moderna, los inoculantes son un 55% efectivos entre los 2 y 4 meses. Y con tres dosis de una vacuna de ARN mensajero, las vacunas tienen una eficacia del 63% entre los 2 y 4 meses.

Según datos de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido, las dosis de refuerzo no ofrecen casi ninguna protección contra la infección por Ómicron a los 5 meses de su aplicación para prevenir el contagio. En tanto, cuando se trata de atención de urgencia u hospitalización, la protección que se obtiene de las vacunas depende realmente de la función inmunitaria.

La científica Sara Tartof, epidemióloga de Kaiser Permanente en el sur de California, estudió cuál era la eficacia de una tercera dosis de la vacuna de ARN mensajero de Pfizer/BioNTech para reducir el riesgo de internación en adultos mayores.

En personas con una función inmunitaria regular, la eficacia de tres dosis de las vacunas contra la hospitalización seguía siendo alta, en torno al 86%, al cabo de tres meses/ LREUTERS/Shannon Stapleton
En personas con una función inmunitaria regular, la eficacia de tres dosis de las vacunas contra la hospitalización seguía siendo alta, en torno al 86%, al cabo de tres meses/ LREUTERS/Shannon Stapleton

Hasta tres meses después de la tercera dosis, la eficacia de la vacuna contra la hospitalización era del 85%, pero cayó al 55% al cabo de tres meses. Sin embargo, tras un análisis más detallado, descubrió que estos resultados se debían en gran medida al estado inmunitario. En los inmunocomprometidos, la eficacia de la vacuna básicamente empieza siendo baja y va disminuyendo.

Sin embargo, en el caso de las personas con una función inmunitaria regular, la eficacia de la vacuna contra la hospitalización seguía siendo alta, en torno al 86%, al cabo de tres meses. Los resultados de su estudio inicial se publican en The Lancet Repiratory Medicine. Tartof tiene previsto actualizarlos pronto con los resultados según el estado inmunitario.

Los investigadores están comprobando que, en el caso de los adultos de 50 años o más cuyo sistema inmunitario funciona con normalidad, la protección comienza siendo alta y se mantiene elevada -alrededor del 84%- hasta seis meses después de una dosis de refuerzo, cuando se trata del riesgo de ser hospitalizado por una infección causada por la variante Ómicron.

En cambio, en el caso de los adultos de 50 años o más que tienen una función inmunitaria reducida, como los que se han sometido a trasplantes de órganos sólidos o están recibiendo tratamiento contra el cáncer, la protección de un refuerzo es inicialmente buena, pero disminuye más rápidamente.

Por ejemplo, hasta dos meses después de una dosis de refuerzo de una vacuna de ARN mensajero, un adulto inmunodeprimido puede esperar una protección del 81% frente a la hospitalización en caso de contraer una infección, pero esa protección se reduce a cerca del 49% después de cuatro meses, según los nuevos datos de los CDC. Esta es una de las razones por las que se ha dado prioridad a este grupo para que reciba refuerzos adicionales.

El 90% de las personas que se infectan con Covid-19 generan anticuerpos después de la infección/ (Getty Images)
El 90% de las personas que se infectan con Covid-19 generan anticuerpos después de la infección/ (Getty Images)

También se ha indagado en cuál es la protección que tienen las personas después de haber tenido el COVID-19. Publicado en la revista JAMA Network Open, un estudio descubrió que las personas no vacunadas que se habían recuperado de Covid-19 tenían alrededor de un 85% menos de probabilidades de volver a contraer la infección, en comparación con las personas no vacunadas y que no habían estado infectadas.

Las personas que se habían recuperado de la infección tenían alrededor de un 88% menos de probabilidades de ser hospitalizadas que las no vacunadas. Los investigadores afirmaron que esta protección estaba a la par de la conferida por las vacunas de ARN mensajero y permanecía estable hasta nueve meses después de la infección.

En el planeta, según la Organización Mundial de la Salud, ya más de 508 millones de personas han sido diagnosticadas con el COVID-19. Y de acuerdo con los CDC, alrededor del 90% de las personas que se infectan con Covid-19 generan anticuerpos después de la infección. Pero el grado de protección que se obtiene de una infección depende de los síntomas. Las personas con síntomas generarán más anticuerpos que las que no los tienen, y las personas que fueron hospitalizadas generan más anticuerpos que las que no lo fueron.

Sin embargo, con la variante Ómicron todo es diferente. Un estudio reciente realizado en Qatar reveló que, mientras que una infección previa protegía en gran medida -alrededor del 90%- contra la reinfección por las variantes Alfa, Beta y Delta, esta protección se reducía a sólo el 56% cuando una persona quedaba expuesta a la variante Ómicron. Los resultados graves tras la infección fueron poco frecuentes. Los científicos coinciden en que contraer una infección por COVID-19 no es una buena forma de crear inmunidad porque puede ser muy impredecible, incluso mortal.

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