La Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que unas 500 millones de personas en las Américas están en riesgo de contraer dengue. Una cifra que puede extenderse hacia la fiebre amarilla, aunque en este último caso existe una vacuna altamente efectiva. Sin embargo, el Aedes aegypti no trasmite solamente estas patologías, sino que además es el responsable de diseminar el Zika y la fiebre chikungunya. Es por eso que la ciencia puso bajo el microscopio a estos insectos y eligió a la nanotecnología como aliada.
Originariamente, este insecto es originario de África, pero llegó a América y logró aumentar su territorio en cuestión de décadas. Más ahora, gracias al cambio climático. Es por este motivo que los científicos, que advirtieron su riesgo potencial, buscaron la forma de frenar su avance. Más aún cuando estos mosquitos mostraron ser resistentes a algunos insecticidas.
Con esto en mente, un grupo de científicos de la Universidad Estatal de Ohio se centró en nanomateriales como potenciales insecticidas. Más puntualmente en el denominado black carbon o carbono negro. Según detallaron en el artículo publicado en la revista Insects, se trata de una clase de nanopartículas a base de carbono (CNP, por sus siglas en inglés).
En palabras de Peter Piermarini, coautor del estudio y profesor asociado de entomología en el estado de Ohio, el black carbon es un material “microscópico” realizado con elementos orgánicos. Para este estudio, los científicos optaron por aplicar una versión modificada denominada como Emperor 1800, la cual se utiliza como recubrimiento de los automóviles negros. Asimismo, el experto aseguró que, pese a que estos nanomateriales son un desarrollo científico “relativamente nuevo”, pueden ser tenidos en cuenta como herramientas de control de insectos y plagas.
“Si podemos aprender más sobre cómo funciona el black carbon y cómo usarlo de manera segura, podríamos diseñar una nanopartícula disponible comercialmente que sea altamente efectiva contra los mosquitos resistentes a los insecticidas”, aseguró el experto. Y agregó: “Dadas las propiedades del negro de carbón, tiene el mayor potencial para matar larvas porque puede suspenderse en el agua”.
Vale aclarar que no todos los mosquitos son hematófagos, sino que se trata de solo la hembra, que consume tanto sangre como néctar de las flores para poder brindarle a sus huevos las proteínas necesarias para que puedan crecer. Los machos, en tanto, solo se alimentan del néctar.
Cuando la hembra está lista para poner sus huevos, como son considerados “mosquitos de inundación”, buscan espejos de agua estancada (desde lagos hasta floreros) para liberarlos. Dependiendo de la temperatura del lugar, luego de un tiempo harán eclosión y permanecerán en el agua en estado larvario por una semana, aproximadamente. Ya cuando llegan a la adultez, tras emerger, dejarán este espacio y empezarán a volar.
Aunque, según aclaran los expertos, se mantendrán en un radio cercano a estas aguas. La peligrosidad de estos insectos no radica en su capacidad para volar por grandes extensiones de tierra, sino por su cantidad y capacidad de reproducción.
Por estas particularidades es que los científicos pusieron el foco en los espejos de agua donde las hembras colocan sus huevos. Con el objetivo de detener el proceso de crecimiento, los investigadores probaron el Emperor 1800 en clases diferentes del mosquito de la fiebre amarilla: extremadamente susceptible a los insecticidas y extremadamente resistente. Tras dejar este nanomaterial en el agua por 48 horas, los expertos advirtieron que esta sustancia “mata a las larvas de manera rápida y eficiente”.
Según relataron los expertos, este material se acumularía en la cabeza, el abdomen e incluso el intestino de las larvas. Es decir que los insectos ingirieren partículas de black carbon. “Nuestra hipótesis es que estos materiales pueden estar obstruyendo físicamente su capacidad para realizar funciones biológicas básicas. Podrían estar bloqueando su digestión o podrían estar interfiriendo con su capacidad para respirar”, explicó Piermarini.
“Cuando se aplica por primera vez la solución de CNP, tiene una toxicidad similar contra ambas cepas; pero cuando dejas que la suspensión envejezca durante algunas semanas, tiende a volverse más potente contra la cepa resistente de los mosquitos”, evaluó el experto. Pese a los buenos resultados, los científicos aún no lograron dilucidar por qué murieron los insectos. Incluso, todavía desconocen las razones de que haya funcionado durante ese lapso de tiempo.
De todas maneras, aseguraron que esta clase de nanomateriales podrían posicionarse como “extremadamente beneficiosos” para controlar a esta clase de mosquitos, más aún si puede aplicarse de forma preventiva. Es más, según Piermarini, antes de poder aplicar esta sustancia, es necesario someter al black carbon a rigurosas pruebas para determinar que no provoque daños a los humanos o al medio ambiente en general.
SEGUIR LEYENDO: