Pese a que no se trata de una noticia cotidiana, los casos de animales venenosos que atacan a los humanos tras un encuentro desafortunado son reales. De hecho, a lo largo y ancho del planeta se desarrollan y aplican distintas medicinas, como son los sueros, para tratar estas situaciones. El cambio climático, en tanto, ya comenzó a mostrar las modificaciones a las que deberá enfrentarse la humanidad y la biodiversidad presente en el mundo.
Es que, ante el aumento de episodios meteorológicos extremos, los animales también buscarán la manera de poder sobrevivir. Es por eso que los expertos alertaron sobre la probabilidad de modificaciones en la distribución de los animales venenosos, como serpientes y escorpiones, que podrían elegir a las ciudades como sus nuevos hábitats.
Pablo Ariel Martínez, quien junto a colegas de Costa Rica y España acaba de publicar un trabajo en la revista especializada Global Change Biology, había explicado a Infobae que “el cambio en las temperaturas del planeta y otros factores climáticos podría producir accidentes por mordeduras de serpientes y otros animales venenosos en lugares donde antes no había”.
En ese tono, el experto destacó que existe una percepción extremadamente negativa de los animales venenosos desde la mirada humana. Sin embargo, cumplen un rol en los ecosistemas al contribuir al control de otras especies como los roedores. Además, continuó el doctor Martínez, quien trabaja en el Laboratorio de Investigación Integrativa en Biodiversidad de la Universidad Federal de Sergipe, en Brasil y en el Laboratorio BioMa de la Universidad Rey Juan Carlos, en Móstoles, España, “son fuente de sustancias que pueden servir para el tratamiento de diversas enfermedades humanas”.
“Los venenos de animales constituyen una fuente rica, y en gran medida inexplorada, de moléculas novedosas que podrían ser compuestos principales para el desarrollo de nuevos fármacos y reactivos de diagnóstico para una variedad de enfermedades como la artritis, la diabetes, el cáncer, la trombosis, la hipertensión, la insuficiencia cardíaca y el ataque cerebrovascular”, señalaron los científicos en el trabajo, del cual fueron parte José Maria Gutiérrez, Miguel Ángel Olalla-Tárraga y Talita Ferreira Amado.
En tanto, al señalar las chances de que estos animales puedan ser víctimas de los eventos climáticos extremos, Martínez indicó: “Muchas especies de animales venenosos pueden disminuir su área de distribución o incluso extinguirse. Si eso sucede, se perderían especies que son muy importantes para el control de plagas, como por ejemplo los roedores que son unos de los principales alimentos de muchas serpientes”.
“Pero no todas las especies serán afectadas negativamente por los cambios climáticos, muchas podrán aumentar sus áreas de distribución. Es decir, habría más individuos de animales venenosos en áreas donde no había, podría haber más en áreas donde ya habitaban o podrían migrar de áreas”, indicó el experto. Al tiempo que puntualizó que la serpiente africana Bitis rhinoceros, que está adaptada a ambientes áridos en África podría ampliar su distribución.
Según argumentaron, pudieron advertir esta ampliación gracias a modelos matemáticos, en los cuales lograron prever que en el futuro existirán grandes regiones con condiciones climáticas adecuadas para su supervivencia. Pese a que esto podría ser una buena noticia para esta especie de serpientes, no se evidenciaría de la misma manera en países como Guinea-Bissau, Niger o Senegal, donde podría presentarse como un desafío para la salud pública.
Esta situación ya se evidenció en los escorpiones del género Tityus, que se encuentran en América del Sur. Es que estos arácnidos se lograron adaptar a los ambientes urbanos y ya son fuente de accidentes en niñas y niños que se topan con ellos en sus casas o ciudades.
“En el caso del escorpión Tityus serrulatus, se adaptó muy bien a las áreas urbanas de San Pablo, Brasil. También ya hay estudios previos de colegas sobre el escorpión Tityus carrilloi, que se encuentra en la Argentina, donde se adaptó a vivir en ambientes urbanos, entre escombros, basurales y lugares oscuros dentro de las viviendas”, relató Martínez.
En tanto, el escorpión Tityus carrilloi, que se encuentra desde el Centro al Norte de la Argentina, también se encontró en otros lugares, como en cercanías de Colonia, Uruguay. Es por eso que el experto argentino señaló: “Cuando hablamos de cambio global, implica un cambio climático y modificaciones del hábitat. La ocupación de zonas urbanas se da porque hay una degradación de su ambiente natural. Entonces algunas especies, como el escorpión Tityus carrilloi, encuentran en los ambientes urbanos un lugar para sobrevivir y reproducirse. Pero la mayoría de las especies no se adaptan a los ambientes urbanos”.
Por su parte, mediante un comunicado, el coautor y profesor Gutiérrez explicó que “el profundo cambio climático en curso y las consecuentes alteraciones en los ecosistemas tendrán un efecto que aún no conocemos en la incidencia de los envenenamientos por mordeduras y picaduras de animales venenosos, un tema esencial para la salud pública global”.
“Sin duda, reducir las emisiones de CO2 y la deforestación será clave para evitar la pérdida de especies, así como reducir el impacto de las zoonosis e interacciones dañinas de los humanos con las especies venenosas”, indicaron los expertos en el documento. Mientras que, en paralelo, advirtieron que debería haber una mayor interdisciplinariedad entre personas que trabajan en ecología, toxicología y salud pública, con un fuerte componente de participación comunitaria para poder anticiparnos a los cambios y tomar medidas preventivas adecuadas.
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