Investigadores del King’s College London y científicos de ZOE estudiaron los síntomas de 62.002 participantes vacunados del Reino Unido, gracias a la aplicación de estudio ZOE COVID. Según los datos publicados en la revista en The Lancet, los síntomas de Ómicron pueden desaparecer en la mitad del tiempo del resfriado común cuando el paciente recibió una vacuna de refuerzo contra el COVID-19.
Además, detectaron que la duración de los síntomas también fue significativamente más corta para Ómicron en comparación con la variante Delta (6,87 días frente a 8,89 días) y que los participantes tenían menos probabilidades de ser hospitalizados. Para conocer estos datos, los científicos dividieron a los voluntarios en dos grupos: los que dieron positivo entre el 1 de junio de 2021 y el 27 de noviembre de 2021, cuando Delta era dominante, y los que se contagiaron del 22 de diciembre de 2021 al 17 de enero de 2022 cuando Ómicron era dominante.
Dosis de refuerzo: cuadros más leves y menor duración de la enfermedad
Los científicos del King’s College London encontraron, incluso, diferencias notables en los tiempos de recuperación según la cantidad de dosis que habían recibido los voluntarios. Según señalaron, los que recibieron la triple dosis informaron síntomas que duraron un promedio de 4,4 días, en comparación con los 8,3 días de los que recibieron dos vacunas.
Esto representa aproximadamente la mitad del tiempo de los síntomas del resfriado común, que persiste de siete a diez días. Para aquellos con un refuerzo, la infección con Ómicron fue 3,3 días más corta que una infección con Delta, que dura 7,7 días con una tercera dosis o 9,6 días para los que recibieron doble inmunización. Además, los hallazgos indicaron que el virus estaba evolucionando para ser menos virulento con el tiempo y también que recibir un refuerzo reduce drásticamente el período sintomático.
La diferencia más llamativa entre las variantes se detectó en la pérdida del sentido del olfato, un síntoma común de las variantes anteriores, que aparece en el 52,7 % de los infectados con Delta, en tanto solo aparece en menos del 20% de los casos de Ómicron y días después. Los dos síntomas que fueron consistentemente más frecuentes entre ambas variantes (independientemente del estado de vacunación) fueron dolor de garganta y voz ronca. Además, muchos síntomas debilitantes, como confusión mental, ardor en los ojos, mareos, fiebre y dolores de cabeza, aunque todavía ocurren, fueron significativamente menos frecuentes en los casos de Ómicron.
Los investigadores señalaron en su documento que “los síntomas asociados con una infección por Ómicron involucran menos los pulmones y no duran tanto en las personas vacunadas”. “Observamos una presentación clínica diferente de los síntomas en los infectados con Ómicron en comparación con Delta. A medida que nos estamos alejando aún más del paciente promedio que tiene los síntomas centrales informados por el gobierno del Reino Unido, es decir, fiebre, tos persistente, pérdida del olfato, nuestros resultados apuntan a una selección diferente que pueden indicar infección. Para proteger a los demás, sigue siendo importante autoaislarse durante cinco días tan pronto como vea algún síntoma”, señaló a especialista Cristina Menni, integrante del equipo a cargo de la investigación.
Desde su aparición en diciembre de 2021, Ómicron se ha extendido a más de 80 países y se ha convertido en la variante COVID-19 dominante en el Reino Unido, superando a la Delta. En los primeros informes, por ejemplo, de un estudio reciente de Sudáfrica indicaron que la variante Ómicron era significativamente menos grave que las variantes dominantes anteriores, con tasas más bajas de hospitalización. Sin embargo, el estudio del King´s Colles es más grande basado en población y el más detallado hasta el momento.
Tim Spector, científico principal del estudio ZOE COVID y profesor del King’s College London, señaló: “Es una hazaña científica asombrosa que apenas unos meses después de que Ómicron se estableciera en el Reino Unido, los equipos del King’s College London y ZOE hayan sido capaces de producir respuestas rápidas y concluyentes a estas preguntas clínicas claves sobre los síntomas y la gravedad”. “Esta investigación muestra que los refuerzos valen la pena -concluye Menni-. Incluso si no es probable que se tenga una infección grave, no es agradable contraer COVID. Pero si se tiene un refuerzo, se reduce a la mitad el riesgo de infección, lo que implica tener síntomas más breves y más leves”.
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