La neuropatía periférica es una afección causada por el daño nervioso y puede provocar entumecimiento, debilidad y dolor. Puede ser una condición a corto o largo plazo. Por su parte, la infección por SARS-CoV-2 puede causar secuelas neurológicas después del alta de la infección por COVID-19, según numerosos estudios ya han confirmado, pero se desconocía la aparición de síntomas de neuropatía periférica y disfunción de los nervios craneales. Un nuevo estudio tuvo como objetivo caracterizar la aparición y la gravedad del dolor y los síntomas en pacientes con infección por este virus.
De este modo, el reciente estudio de los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, se sumaron a un creciente cuerpo de evidencia de que, para muchos, los problemas de salud relacionados con el COVID-19 persisten más que la infección inicial. De ese modo descubrieron que algunas personas infectadas durante los primeros meses de la pandemia experimentaron neuropatía periférica (dolor, hormigueo y entumecimiento en las manos y los pies) durante y después de la infección por el virus SARS-CoV-2.
En la investigación con más de 1.500 participantes a los que se les hizo la prueba del SARS-CoV-2 durante el primer año de la pandemia, los investigadores detectaron que aquellos que dieron positivo en la prueba del virus tenían aproximadamente tres veces más probabilidades de reportar dolor, entumecimiento u hormigueo en sus manos y pies que aquellos con pruebas negativas. Los hallazgos acaban de publicarse en la revista Pain.
“Varias infecciones virales, como el VIH y la culebrilla, están asociadas con la neuropatía periférica porque los virus pueden dañar los nervios -explicó el autor principal Simon Haroutounian, jefe de investigación clínica en el Centro del Dolor de la Universidad de Washington.
“Encontramos que casi el 30 % de los pacientes que dieron positivo para COVID-19 también reportaron problemas de neuropatía en el momento de su diagnóstico, y que entre el 6 % y el 7 % de ellos, indicaron que los síntomas persistieron durante al menos dos semanas y hasta un máximo de tres meses, lo que sugiere que este virus puede tener efectos persistentes en los nervios periféricos”.
Haroutounian, quien también es profesor asociado de anestesiología y director de la División de Investigación Clínica y Traslacional del departamento, afirmó que “algunos pacientes que rastrearon el inicio de sus síntomas de neuropatía hasta una infección por COVID-19 han buscado tratamiento en el Centro del Dolor de la Universidad de Washington”. Sin embargo, la mayoría de los que participaron en el estudio informaron problemas que se calificaron como leves a moderados y es posible que no hayan buscado ayuda de un especialista en dolor.
“Es importante entender si una infección viral está asociada con un mayor riesgo de neuropatía -completó el investigador-. En el caso del VIH, no nos dimos cuenta de que estaba causando neuropatía durante varios años después de que comenzara la epidemia del SIDA. En consecuencia, muchas personas no fueron diagnosticadas con neuropatía ni tratadas por el dolor asociado con el problema”.
El profesional advirtió que lo mismo puede ocurrir ahora para los pacientes con neuropatía después de COVID-19. No existe un diagnóstico establecido de neuropatía relacionada con la COVID-19, pero Haroutounian explicó que “independientemente de la causa, los tratamientos actuales para la neuropatía son algo similares”. Los especialistas en dolor usan los mismos tipos de medicamentos para tratar la neuropatía periférica, ya sea que sea causada por diabetes o VIH o si el motivo no está claro. “Existe una alta probabilidad de que aún podamos ayudar a estos pacientes, aunque en este momento no hay criterios de diagnóstico claros o tampoco un síndrome reconocido como neuropatía periférica por COVID”, completó.
El equipo de investigación encuestó a pacientes a los que se les hizo la prueba de COVID-19 en el campus médico de la Universidad de Washington desde el 16 de marzo de 2020 hasta el 12 de enero de 2021. De los 1556 participantes del estudio, 542 dieron positivo en las pruebas de COVID-19 y 1014 dieron negativo. “Muchos de éstos últimos fueron examinados porque se sometieron a una cirugía o ya estaban hospitalizados con cáncer, diabetes u otros problemas de salud -indicó Haroutounian-. Debido a esos problemas de salud existentes, muchos de los que dieron negativo ya experimentaron dolor crónico y neuropatía no relacionados con COVID-19.
Los pacientes del estudio que dieron positivo tendieron a ser más sanos y jóvenes, y el 29 % informó síntomas de neuropatía en el momento del diagnóstico. Eso se comparó con los problemas de neuropatía en aproximadamente el 13% de los participantes que tendían a tener problemas de salud pero dieron negativo en las pruebas de COVID-19. Este hallazgo fortalece la posibilidad de que el virus pueda tener alguna relación en los posteriores síntomas de neuropatía periférica.
Debido a que el estudio se realizó en un solo centro, los especialistas concluyeron que se necesitará más investigación para replicar los hallazgos. Además, gran parte de los datos se recopilaron cuando la investigación clínica ambulatoria se detuvo debido a la pandemia, lo que significa que los pacientes del análisis fueron evaluados de acuerdo con sus respuestas a una encuesta en lugar de entrevistas en persona y exámenes físicos.
“También terminamos nuestra recopilación de datos antes de que las vacunas se generalizaran y de que llegaran las variantes Delta u Ómicron, y es difícil decir qué efectos pueden tener esas variables -concluyó el especialista-. Así que queremos hacer un seguimiento de algunos de esos pacientes que tienen síntomas persistentes de los nervios y aprender qué está causando su dolor para que podamos diagnosticar y tratar mejor a estos pacientes en el futuro”.
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