Poco a poco los países están eliminando las medidas preventivas y relajando la “vigilancia” sobre la pandemia. Por ejemplo, en España ya no hay cuarentenas de contactos estrechos y en países como Francia no es obligatorio el uso de la mascarilla más que en los centros sanitarios.
Mientras tanto, Italia abandonará este viernes el “estado de emergencia” contra el coronavirus, impuesto en todo el país en enero de 2020, y empezará a relajar las medidas contra la pandemia, a partir de la caída de la obligación que tienen hasta ahora los ciudadanos de estar vacunados para poder consumir en lugares abiertos y viajar en el transpote público urbano.
Además, desde este lunes está en marcha en España la nueva “Estrategia de Vigilancia y Control frente a la COVID-19 tras la fase aguda de la pandemia”, aprobada por el Gobierno y las comunidades autónomas la semana pasada, por la que entre otros puntos se eliminan los aislamientos de los casos leves o asintomáticos de esta infección.
Impulsados por la disminución de las tasas de infección y los estudios que sugieren que el COVID-19 causado por la variante Ómicron del SARS-CoV-2 es menos grave, los políticos en los lugares donde esa variante es dominante están relajando las reglas que se introdujeron para abordar la pandemia. En el Reino Unido, por ejemplo, se están eliminando todas las restricciones legales relacionadas con el COVID-19, incluido el uso obligatorio de máscaras en público y el autoaislamiento después de una prueba positiva.
Otras naciones, incluidas Polonia, Eslovaquia e Islandia, eliminaron el requisito de usar máscaras al aire libre en público y relajaron las reglas sobre las reuniones, incluida la reapertura de clubes nocturnos y el levantamiento de los límites de capacidad. En esta línea, en una entrevista con el portal de información sanitaria Infosalus, la presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología Elena Vanessa Martínez consideró que poco a poco hay que empezar a normalizar esta situación, “donde el virus no sea un problema”, pero tampoco olvidar que se trata de un virus que puede producir “importantes complicaciones en la población vulnerable”.
Por su parte, el presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), el doctor Marcos López Hoyos, dijo que sí ve lógico suprimir el uso de las mascarillas por ejemplo en exteriores donde no exista aglomeración, si bien afirma que “hay que ser muy cautos”, puesto que actualmente “los niveles de incidencia todavía son muy elevados y no estamos en situación de relajarnos, ni mucho menos”, teniendo en cuenta también que la población en su opinión “se ha relajado”, lo que da la posibilidad de concentrar más contagios.
Aquí el virólogo José Antonio López Guerrero coincide. El especialista aseveró que ve “lógico” que poco a poco se vayan relajando las medidas tras dos años de pandemia, un periodo que “suele ser el término medio que las pandemias suelen durar de forma natural”, como sucedió con la pandemia de gripe española o hasta que se hizo endemia el virus de la gripe A, y otras pandemias anteriores: “La diferencia con la gripe española es la elaboración de la vacuna y las medidas sanitarias de ahora. Todo ello ha hecho que esta pandemia se cobrara un menor número de fallecidos que lo que hubiera ocurrido de no desarrollar la vacuna en tan poco tiempo o las condiciones sociosanitarias que tenemos ahora”. Por tanto, defendió que estamos ya en la “nueva realidad”, una etapa en la que vamos a convivir con un virus que seguro cree que se hará estacional, con brotes esporádicos o estacionales de contagios.
Entonces, ¿quitar mascarillas para cuándo? Ahora mismo, la presidenta de la SEE consideró que quitar las mascarillas en las zonas interiores no es buena opción: “¿Cuándo será el momento? No creo que sea recomendable quitarlo en todos los sitios a la vez, a lo mejor en donde el riesgo de transmisión sea más bajo. Hay que ir valorando en función de la situación epidemiológica en la que nos encontremos y ver la evolución que tenemos o qué posibles escenarios nos podemos encontrar”.
Mientras, el responsable de la Unidad de Hospitalización COVID del Hospital Sant Pau, el doctor Pere Domingo, confesó que no cree que sería “precipitado” suprimir actualmente el empleo de las mascarillas teniendo en cuenta que “hay modelos matemáticos” que preveen que en el caso de coberturas vacunales entre el 70-90%, como es el caso de España, es conveniente prolongar el uso de las mascarillas entre 2 y 10 semanas después de haber alcanzado esa cifra de cobertura vacunal.
“Sabemos que también las mascarillas evitan la transmisión. En el caso de los niños, los que las usaban en los colegios se registraba hasta un 25% menos de contagios. Por tanto, somos conscientes de que la eficacia de estas medidas es real y no vendría mal prolongarlo un poco más por el momento. No debemos precipitarnos en este sentido”, remarca el especialista.
¿Y la ventilación en interiores? Por su parte, José Antonio López Guerrero, también profesor de Microbiología de la UAM defiende que la medida preventiva más efectiva frente a la propagación de esta infección es la mascarilla y cree que sería recomendable emplearla por lo menos hasta pasada la Semana Santa, pero siempre valorando cuál es la evolución del virus. “No estamos haciendo los deberes en ninguna parte de Europa en cuanto a lo que realmente es importante, tampoco en España, como el favorecer la ventilación en los espacios en interiores, como en el ocio o en los restaurantes, así como en los emplazamientos académicos. Deberíamos ir hacia sitios con ventilación bien regulada, más allá de abrir ventanas o puertas”, insistió este experto. Y remarcó la necesidad de hacer pedagogía, en este sentido, sobre la importancia del uso del cubrebocas, por ejemplo, de cara al futuro, y en aquellas personas con sintomatología de patógeno aéreo, o sea por este coronavirus o por otros, guarden cuarentena y mascarillas de alto poder de filtración a la hora de relacionarse con otros.
En este punto también coincide el catedrático de Inmunología Alfredo Corell quien lamenta igualmente que a pesar de que llevemos dos años de pandemia por el momento no se haya regulado la pureza del aire en interiores, con la obligatoriedad de ventilación de los espacios cerrados si la calidad de aire no fuera la adecuada. “Esto nos aseguraría que estos espacios interiores son seguros no solo frente al COVID-19 sino para múltiples enfermedades de contagio respiratorio”, subrayó.
Ve indispensable entonces, y a día de hoy, el empleo de las mascarillas en los interiores, y en los exteriores siempre que haya un cúmulo de gente, donde no se respete la distancia de seguridad, más allá de 15 minutos, y donde se estén desarrollando actividades que lleven a exhalar mucho aire como los musicales, actividades religiosas o deportivas, o bien manifestaciones, por ejemplo; aparte por supuesto del transporte público, o las instituciones sanitarias.
Según una investigación reciente publicada en la revista científica Nature, algunos investigadores piensan que el levantamiento de medidas restrictivas en el mundo está ocurriendo demasiado rápido. En Suiza, las personas ya no necesitan usar máscaras en la mayoría de los lugares públicos. Y aunque aquellos que den positivo por COVID-19 deben aislarse durante cinco días, todas las demás restricciones han desaparecido. “Levantar las máscaras fue prematuro y realmente no entiendo por qué se hizo”, indicó Isabella Eckerle, codirectora del Centro de Ginebra para Enfermedades Virales Emergentes en Suiza. Y agregó que las pruebas de reacción en cadena de la polimerasa están arrojando tasas de positividad de más del 35% en el país, y solo siete de cada diez personas han recibido al menos una dosis de una vacuna (la misma proporción de adultos del Reino Unido han recibido tres dosis).
Varios países que han eliminado las restricciones han visto aumentos posteriores no solo en los casos, sino también en las hospitalizaciones y muertes, aunque el vínculo entre los casos y los resultados graves se ha disociado, según Deepti Gurdasani, epidemióloga de la Universidad Queen Mary de Londres. “Aunque algunas muertes después de una prueba positiva son incidentales, hay una proporción muy grande que son muertes por COVID-19. Es una situación muy preocupante, y eso ni siquiera habla del impacto de un COVID prolongado”, explicó.
A Gurdasani le gustaría ver la implementación de medidas que puedan ayudar a minimizar el impacto de relajar las restricciones en el número de casos y muertes. Por ejemplo, dice, si el uso de máscaras es opcional, debería centrarse más en ventilar adecuadamente los edificios.
Pero otros piensan que las altas tasas de inmunidad de recuperación y vacunación en algunos lugares significan que muchas de las intervenciones diseñadas para obstaculizar la propagación de COVID-19 ahora son discutibles. “Estamos en un lugar diferente ahora”, destacó Müge Çevik, quien investiga enfermedades infecciosas y virología médica en la Universidad de St Andrews, Reino Unido. “Ahora está claro que no podemos prevenir infecciones, por lo que el enfoque debe estar en prevenir resultados graves”. Ella es optimista de que la gente no comenzará a “volverse loca” tan pronto como se relajen las reglas sobre las máscaras y la socialización; en cambio, habrá un regreso gradual a la normalidad.
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