Desde hace 24 años el objeto más grande en el espacio creado por el hombre orbita la Tierra a 400 kilómetros de altura. Y desde hace 22 años está habitado en forma permanente.
Se trata de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), que por estos días corre el riesgo de dejar de funcionar y hasta estrellarse descontroladamente contra alguna región del mundo debido a las consecuencias de la invasión de Rusia en Ucrania que ya lleva más de un mes.
Horas después, de la ofensiva lanzada por el presidente Vladimir Putin a Ucrania, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dio un discurso muy duro en el que condenó el accionar ruso y comunicó la implementación de fuertes sanciones económicas en diversos ámbitos, especialmente el espacial y tecnológico. “Putin es el agresor. Putin eligió esta guerra, y ahora él y este país asumirán las consecuencias. Hoy autorizo fuertes sanciones adicionales y nuevas limitaciones sobre lo que se puede exportar a Rusia. Esto va a imponer severos costos a la economía rusa, tanto de inmediato como a lo largo del tiempo. Hemos diseñado a propósito estas sanciones para maximizar el impacto a largo plazo en Rusia y minimizar el impacto en EE.UU. y nuestros aliados. Entre nuestras acciones y las de nuestros aliados y socios, estimamos que se cortarán más de la mitad de las importaciones de alta tecnología de Rusia. Esto será un golpe a su capacidad para modernizar sus fuerzas armadas, lo que degradará su industria aeroespacial, incluido su programa espacial”, afirmó Biden.
Si bien el programa espacial que lleva adelante la ISS incluye la cooperación de varias naciones, las dos columnas vertebrales del mismo son los astronautas, tecnología, víveres y repuestos que aportan Estados Unidos y Rusia en una alianza que desconoce los vínculos políticos que suceden a 400 kilómetros de la Tierra.
Ayer, el director general de la agencia espacial rusa Roscosmos, Dmitri Rogozin lanzó un ultimátum a Estados Unidos: “El 31 de marzo es el último día que tienen la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA) para responder a nuestro requerimiento de que levanten las sanciones contra dos de nuestras empresas civiles”; TsNIIMash, de investigación de ingeniería mecánica, y el Centro Espacial de Cohetes Progress”.
Las sanciones occidentales impuestas a Rusia suponen restricciones a la exportación de bienes y alta tecnología con la intención de debilitar sus sectores estratégicos, incluido el militar y su industria aeroespacial. “La ISS es un gran laboratorio espacial que orbita la Tierra y necesita de la colaboración entre Rusia y Estados Unidos para funcionar plenamente. No es posible que se mantenga orbitando el planeta a 400 kilómetros de distancia sin la colaboración permanente entre las dos naciones, entre las dos agencias espaciales NASA y Roscosmos”, explicó a Infobae el periodista especializado en el espacio Diego Córdova, autor del libro “Huellas en la Luna”.
El funcionamiento de la Estación Espacial Internacional es complejo. Mientras los módulos de Estados Unidos y Europa proveen la energía eléctrica que captan los paneles solares y sirve para que el complejo orbital funcione, Rusia provee el combustible y los motores que permiten que la misma pueda permanecer en órbita y no termine cayendo en forma descontrolada a la Tierra. Rusia entrega a la Estación Espacial víveres con los lanzamientos de sus cápsulas Progress, que están estratégicamente ubicadas en la estructura orbital para que cada 15 o 20 días encienda sus motores y la eleve para que mantenga la altura y velocidad correcta para operar. Inclusive le suministra combustible al laboratorio para que funcione”, agregó Córdova, que presentará una charla este viernes en el Planetario Galileo Galilei sobre la misión Artemisa.
Y agregó: “Estados Unidos también posee naves que están acopladas al complejo orbital, como son las capsulas Cygnus, pero sus motores no son tan potentes y además están ubicadas en puntos que no brindan una estabilidad completa en caso de encenderse para darle altura al laboratorio espacial”.
Según indicó Córdova, la fuerza gravitatoria de la Tierra atrae a la ISS, que debe corregir su altura cada 15 o 20 días mediante el impulso de los motores de las Progress. Si no se encendieran, la estación espacial comenzaría a perder altura y velocidad. A los pocos días la estructura comenzaría a rozar con la atmósfera terrestre y terminaría incendiándose y cayendo en forma descontrolada”.
Esa misma teoría es la que esbozó Rogozin cuando afirmó que es imposible controlar la ISS sin la participación de Rusia, ya que es el país responsable de la orientación de la estación y la previsión de colisiones peligrosas, además del suministro del combustible y cargamento. “Si bloqueáis la cooperación con nosotros, ¿quién salvará a la EEI de una salida descontrolada de su órbita y su caída sobre el territorio de EEUU o Europa?”, preguntó recientemente el director general y antiguo periodista en un tuit.
“Existe la posibilidad de que esta estructura de 500 toneladas caiga sobre la India y China. ¿Queréis amenazarlas con esa perspectiva? La EEI no vuela sobre Rusia, por eso todos los riesgos son vuestros. ¿Estáis preparados para ello? Señores, cuando estudiéis sanciones, revisad a aquellos que las generan a ver si tienen la enfermedad de Alzheimer”, agregó.
Frente a las sanciones de EEUU, Rusia respondió con el freno de lanzamientos para misiones europeas desde el cosmódromo de Kourou, en la Guayana Francesa; dejó de suministrar motores para cohetes a EEUU y exigió que los futuros contratos de Roscosmos se cobren solo en rublos. Roscosmos canceló además el lanzamiento de satélites británicos de comunicación OneWeb, después de que la propia empresa, con el apoyo del Gobierno, cesara la futura puesta en órbita de sus aparatos con cohetes Soyuz desde el cosmódromo ruso de Baikonur, y firmara un acuerdo con SpaceX, la compañía de Elon Musk.
Pero la NASA debió aclarar que seguirá fomentando la colaboración espacial con Rusia. El administrador de la NASA, Bill Nelson, ha dicho que EEUU seguirá cooperando con sus socios, incluida Rusia, para continuar las operaciones en la ISS. La NASA ha reconocido que intentos de separar el segmento estadounidense del ruso “supondría importantes desafíos logísticos y de seguridad dada la multitud de conexiones externas e internas, la necesidad de controlar la inclinación y la altitud de la nave espacial y la interdependencia del software”.
“Por ahora no tienen la capacidad de reemplazar las funciones de control de inclinación de la estación espacial ni de efectuar propulsiones adecuadas para operaciones sostenidas a largo plazo. Intentarán crear un reemplazo para nosotros con sus naves de carga, con sus naves tripuladas, pero esto llevará años”, advirtió Rogozin.
“La estación tiene un complejo cableado interno y externo que hacen imposible separar los módulos, que están construidos para trabajar conectados. En el peor de los casos, se puede adelantar el fin de las operaciones en el complejo orbital y no llegue a 2030, como se anunció en febrero, antes de la guerra”, concluyó Córdova.
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