La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte a nivel global. Cada año, unas 18 millones de personas mueren en el mundo como consecuencia de este tipo de patologías, según las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Una amplia investigación española identificó un proceso que puede ser clave para la prevención de la enfermedad grave y la muerte por afecciones cardíacas y cerebrovasculares. La activación de la médula ósea podría tener un papel fundamental en el origen y en el desarrollo de las aterosclerosis, el proceso subyacente de muchas enfermedades cardiovasculares como el infarto o el accidente cerebrovascular (ACV).
El estudio realizado por un equipo de investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) de España y liderado por los cardiólogos Valentín Fuster y Borja Ibáñez, concluyó que la médula ósea se activa en respuesta a ciertos factores de riesgo cardiovascular.
Esa activación produce un aumento de células inflamatorias en la sangre, las cuales desencadenan un proceso que daría lugar al inicio y posterior progresión de la enfermedad aterosclerótica, informa una nota del CNIC difundida hoy, tras la publicación de los resultados en la revista European Heart Journal.
La aterosclerosis se produce cuando los vasos sanguíneos que transportan los nutrientes y oxígeno al corazón se engrosan y endurecen, por lo que se restringe el flujo sanguíneo a los tejidos y órganos del cuerpo.
Este depósito progresivo de grasa y material inflamatorio en las paredes de las arterias, las llamadas “placas de ateroma”, después de muchos años de avance silencioso, pueden provocar una trombosis, provocando un infarto agudo de miocardio, ACV o incluso la muerte repentina. La aterosclerosis se considera el “asesino silencioso”, ya que es la causa más frecuente de las enfermedades responsables de la mayoría de las muerte en todo el mundo.
Si bien la enfermedad aterosclerótica se conoce desde hace muchas décadas, aún no se conocen totalmente cómo actúan los mecanismos responsables del inicio de la enfermedad.
El doctor Valentín Fuster, director general del CNIC y director médico del Hospital Mount Sinai de Nueva York, señaló que la ateroesclerosis se podría detectar en personas de 40 o 45 años gracias a las placas que se acumulan en las arterias del fémur.
“La ateroesclerosis comienza en la región femoral, en las piernas, donde no se manifiesta clínicamente porque estas arterias son grandes. La manifestación se da en las coronarias, que son mucho más pequeñas. A edades tempranas, a los 40 o 45 años, ya se podría detectar con nuevas tecnologías”, destacó el doctor Fuster en una de sus últimas conferencias.
Por todo esto, identificar y detectar la aterosclerosis en su fase inicial, antes incluso de la aparición síntomas, fue uno de los principales objetivos de la investigación. “La identificación precoz de la aterosclerosis nos permitirá avanzar en el conocimiento de los mecanismos por los que se produce, lo cual abre la puerta a encontrar nuevos tratamientos que puedan prevenir la progresión de la esta enfermedad tan letal”, destacó Borja Ibáñez, director del Departamento de Investigación Clínica de CNIC y cardiólogo en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz en Madrid.
Aunque la ateroesclerosis a menudo se considera exclusivamente un problema cardíaco, puede afectar a cualquier arteria del cuerpo. La ateroesclerosis se puede tratar y los hábitos de vida saludables ayudan a prevenir su aparición.
El doctor Fuster remarcó la importancia de vigilar los factores de riesgo, como el colesterol: “Cuantos más factores, más enfermedad sin diagnosticar existe. La aterosclerosis es una enfermedad que aparece temprano, es silenciosa, empieza un gran porcentaje en la región del fémur y los verdaderos protagonistas son los factores de riesgo”, destacó el director médico del Hospital Mount Sinai de Nueva York.
Los factores de riesgo que producen la activación de la médula ósea son aquellos que están relacionados con el síndrome metabólico, explicó Ana Devesa, cardióloga de CNIC y primera firmante del estudio. Estos factores de riesgo son:
- La obesidad central (perímetro de la cintura aumentado)
- Los triglicéridos altos
- El colesterol HDL bajo
- La elevada glucosa en sangre
- La resistencia a la insulina
- La presión arterial alta
Estos factores provocan un aumento de la actividad metabólica en la médula ósea que se puede observar mediante técnicas de imagen avanzada, como es la tecnología híbrida de tomografía por emisión de positrones (PET) y resonancia magnética (RM), una tecnología disponible en el CNIC.
“El aumento de actividad en la médula ósea desencadena un proceso inflamatorio que activa el proceso de aterosclerosis, desde sus fases más incipientes hasta la aparición de la placa establecida”, precisó Devesa.
El trabajo se ha realizado dentro del estudio PESA CNIC-Santander (Progression of Early Subclinical aterosclerosis), un proyecto que se inició hace más de 10 años y que cuenta con la participación de 4.200 trabajadores del banco de edad media (40-55 años cuando se incluyeron en el estudio), aparentemente sanos, que son seguidos de forma periódica mediante tecnología de imagen puntera, así como a través de muestras de sangre.
El estudio se ha ampliado recientemente y durará al menos hasta el año 2029, por lo que el seguimiento será de hasta casi 20 años en todos los participantes, algo que según sus promotores es “único” en el mundo.
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