Los bebés y niños pequeños que fueron infectados por el virus SARS-CoV-2, que produce el COVID-19, presentan niveles significativamente más altos de anticuerpos en comparación con los adultos. Así lo indicó un estudio dirigido por investigadores de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins en colaboración con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).
Estos resultados, publicados el 22 de marzo por JCI Insight, difieren de investigaciones previas que apuntaban a una respuesta más baja de los anticuerpos de los niños. La investigación se basa en las muestras tomadas entre noviembre de 2020 y marzo de 2021 en hogares de Maryland, Estados Unidos, a 682 niños y adultos que aún no habían sido vacunados. Los investigadores hallaron evidencias de anticuerpos contra el SARS-CoV-2, lo que indicaba que ya habían sido infectadas, en 56 personas cuando comenzó el estudio.
Los anticuerpos dirigidos a la zona específica del virus que se une al receptor humano, llamada RBD, estaban presentes en niveles mucho más altos en los niños en comparación con los adultos: más de 13 veces de 0 a 4 años y casi 9 veces más en los de 5 a 17 años.
Además, los niveles de anticuerpos neutralizantes del SARS-CoV-2, que pueden ayudar a predecir la protección contra la infección grave por COVID-19, eran casi el doble en los niños de 0 a 4 años en comparación con los adultos.
En la mayoría de los hogares donde tanto los menores como los adultos tenían evidencias de anticuerpos contra la infección, los de 0 a 4 años registraban los niveles más altos frente al RBD y neutralizantes, en comparación con el resto de la familia.
Este estudio demuestra que los niños, incluso durante su primer año de vida, tienen la capacidad de desarrollar una fuerte respuesta de anticuerpos contra la infección por SARS-CoV-2, que en algunos casos excede a la de los adultos, dijo Ruth Karron, de la Johns Hopkins.
Los niños muy pequeños de la investigación desarrollaron datos elevados de anticuerpos contra la proteína de la espícula (Spike) del SARS-CoV-2, que es el antígeno objetivo de las vacunas contra el COVID-19, afirmó Karron.
Otro estudio similar en niños no vacunados analizó la duración de los anticuerpos en niños. Para analizar esto, un equipo de investigadores de la Universidad Texas Health Houston, en EEUU, analizó los datos de 218 niños en todo el estado de Texas.
Y concluyeron que los niños previamente infectados con COVID-19 desarrollan anticuerpos circulantes naturales que duran al menos siete meses, según publicaron en la revista Pediatrics.
Para el estudio, los expertos analizaron datos de menores de entre cinco y 19 años que se inscribieron en la encuesta Texas CARES, que había comenzado en octubre de 2020, con el objetivo de evaluar el estado de los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 a lo largo del tiempo entre una población de adultos y niños.
Los voluntarios proporcionaron a los investigadores tres extracciones de sangre separadas, en muestras que se recolectaron antes de la vacunación pero también durante las olas de las variantes Delta y Ómicron.
Hasta la fecha, los investigadores completaron tres fases diferentes del estudio, y hasta el momento los datos mostraron que si bien el 96% de las personas infectadas con coronavirus mantuvo anticuerpos hasta siete meses después, más de la mitad (58%) de la muestra dio negativo para los anticuerpos inducidos por la infección en su tercera y última medición. Los resultados no incluyen el impacto de la protección de la vacuna.
“La información sobre la durabilidad de las respuestas inmunitarias naturales específicas del SARS-CoV-2 en los niños es importante para informar las estrategias de vacunación pediátrica y mitigación de la transmisión comunitaria, tanto para las variantes actuales como para las posibles variantes futuras”, destacaron los autores en la publicación de sus conclusiones.
Sin embargo, remarcaron que “la incidencia real y la presencia longitudinal de la respuesta de anticuerpos naturales (no inducida por la vacuna) a la infección por SARS-CoV-2 no se conocen en la población pediátrica debido a la alta proporción de infección asintomática y la priorización de las pruebas para adultos y personas con enfermedad grave al principio de la pandemia”. Sin embargo, enfatizaron que “esta es información es importante para el campo ya que no todos los padres pueden o elegirán vacunar a sus hijos”.
Sarah Messiah es una de las autoras del trabajo y profesora en UTHealth, y señaló que “este es el primer estudio de la encuesta Texas CARES que incluye datos de los tres momentos temporales de la encuesta”.
“Los hallazgos son importantes porque la información que recopilamos de los niños infectados con COVID-19 no difirió en absoluto si un niño era asintomático, de la gravedad de los síntomas, cuándo tuvo el virus, si tenía un peso saludable u obesidad, o por género. Eran iguales para todos”, destacó la experta.
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