Respirar aire puro. Aunque sea una expresión usada a lo largo y ancho del planeta, en la actualidad, en las grandes ciudades, es casi un anhelo. Es que la calidad del aire que ingresa en los pulmones de millones de personas poco tiene de puro, ya hay que pequeñas partículas imperceptibles al ojo humano suspendidas que, en cada bocanada, pueden provocan enfermedades y hasta la muerte.
El smog, la polución y los gases de efecto invernadero están presentes en todo el mundo y provocan que la calidad del aire sea cada vez peor. Sin embargo, el humano sólo distingue esta situación cuando ya es demasiado tarde y el aire se convierte en muy nocivo, según señalaron los expertos consultados por Infobae.
El proceso es lento. Pero el final para millones de personas en todo el mundo es cierto. Según el último documento emitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con estimaciones de 2016, “la contaminación atmosférica en las ciudades y zonas rurales de todo el mundo provoca cada año 4,2 millones de defunciones prematuras”.
En recientes estudios, el número establecido por la OMS se duplicó y en la actualidad se calcula que mueren más 7 millones de personas al año por enfermedades vinculadas con la mala calidad del aire, de las cuales 500 mil son niños menores de 5 años. Al considerar las cifras establecidas en 2016 por el organismo internacional, se estima que aproximadamente el 58% de estas muertes prematuras se debieron a cardiopatías isquémicas y accidentes cerebrovasculares, un 18% por enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (EPOC) e infecciones respiratorias agudas, y un 6% por cáncer de pulmón.
Pero más allá de estas cifras alarmantes, al igual que estas partículas suspendidas en el aire, esta situación parece invisible. Sin embargo, existe evidencia científica de que es una realidad. Incluso, la pandemia y los confinamientos vinculados al COVID-19 mostraron que estas muertes pueden prevenirse si se mejora la calidad del aire.
Smog, polución y contaminación
Desde el smog presente en las ciudades hasta el humo en los hogares, la contaminación del aire es una amenaza para la salud, advierte el organismo internacional. Al tiempo que explica que “aproximadamente un 91% de la población mundial vive en lugares en los que los niveles de contaminación del aire exceden los límites establecidos por la OMS”.
Pablo Orellano, especialista en epidemiología e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), lideró uno de los cinco equipos del mundo elegidos por la OMS para relevar los efectos adversos de contaminantes del aire.
En diálogo con Infobae, el experto explicó: “Estas enfermedades se generan por la concentración de partículas o de gases que hay en el ambiente, las cuales pueden ser de origen natural, como en el caso de los incendios forestales o cenizas volcánicas; o por causas antrópicas, relacionadas con el ser humano, como son las actividades de algunas industrias o simplemente el transporte de las personas”.
“Obviamente, el transporte no emiten tanta contaminación como una industria, sin embargo la contaminación vinculada al tránsito vehicular se relaciona con que, generalmente, las industrias no están cerca de los espacios dónde viven, pero el tránsito automotor está en todos lados. Entonces, si bien como fuente de emisión el transporte vehicular no es tan importante, sí lo es en cuanto a la cantidad y la cercanía”.
En ese sentido, Timoteo Marchini, profesor de Química en la Universidad de Buenos Aires e investigador del CONICET y de la Universitätsklinikum Freiburg (Alemania), explicó a Infobae: “Dentro de los contaminantes presentes en el aire, hay uno en especial que se llama material particulado o partículas finas de contaminación ambiental, cuya abreviatura es PM2.5. No se ven, pero están presentes en el aire que respiramos”.
“Estas partículas tienen la capacidad de ser lo suficientemente pequeñas para penetrar bien profundo en el árbol respiratorio y llegar hasta los alveolos pulmonares, donde unas células que se llaman macrófagos alveolares las fagocitan, se las comen, y provocan una reacción inflamatoria medio descontrolada y exacerbada y sostenida en el tiempo”, destacó profesional de la UBA.
En palabras de Marchini, se trata de una reacción inflamatoria que empieza por afectar al pulmón, por eso alguna de las muertes se deben a enfermedades respiratorias; pero “lo que principalmente producen, al ser sostenido en el tiempo, una reacción inflamatoria sistémica que se transfiere a la sangre y genera un impacto negativo sobre otros órganos, como son el corazón y el cerebro”.
Qué enfermedades produce la contaminación del aire
Los expertos advierten que la mayoría de las enfermedades son cardiovasculares y respiratorias, tal y como lo señaló la OMS. “Hay estudios donde se establecen las dosis o niveles de exposición a los que una persona puede estar para empezar a sufrir estos efectos, los cuales afirman que los niveles de exposición son mucho más bajos que los reglamentarios o regulados por las principales agencias de protección ambiental”, afirmó el especialista de la UBA actualmente en Alemania.
“El nivel que considera seguro la OMS se ubica dos o tres veces por debajo de la concentración establecida por estas agencias”, indicó Marchini. Al tiempo que señaló que “las personas más afectadas o los principales grupos de riesgo, según algunos estudios, son los trabajadores que están especialmente expuestos al aire de mala calidad o contaminado en el exterior, como por ejemplo los policías”.
Resaltó, también, que son considerados como personas de riesgo aquellos que tienen enfermedades preexistentes, en especial las cardiovasculares, los diabéticos y los hipertensos. Los niños menores de 5 años y los mayores de 65 años también, por inmadurez o deterioro del sistema inmune. Mientras que otro factor está relacionado con el nivel socioeconómico. “Está demostrado que las personas de menores recursos tienen menores capacidades para hacerle frente efectos adversos de la contaminación, por múltiples causas: condiciones de hacinamiento, peor acceso a la salud; o, en especial las mujeres, que se quedan más tiempo dentro de la casa y cocinan con leña o carbón”.
“La generación de esas enfermedades está relacionada con cómo afectan esas partículas o esos gases que respiramos a nuestro sistema inmune. Están las directamente relacionadas con los pulmones: asma, EPOC y cáncer de pulmón; como así también las cardiovasculares, cerebrovasculares, diabetes; además de nacimientos prematuros. Es dice, hay una gran diversidad de enfermedades y hay nuevas evidencias de otras que se pueden asociar a la exposición a la contaminación ambiental”, añadió Orellano.
La pandemia como “caso testigo”
El COVID-19 será un antes y un después en la historia de la humanidad, como lo fue la denominada gripe española. Sin embargo, también fue un experimento natural de cuántas muertes se pudieron evitar cuando los seres humanos generan menos contaminación, con la consiguiente mejora en la calidad del aire.
“Con el confinamiento, la disminución de la movilidad y la cuarentena, que fueron medidas para frenar el avance de la pandemia, principalmente entre marzo, abril y mayo del año pasado, hubo una mejora en la calidad de aire, se vio una disminución de entre el 10 y el 30% (dependiendo la ciudad) de la concentración de estas partículas finas y una caída más fuerte, de un 50% aproximadamente, en algunos gases contaminantes, específicamente los óxidos del nitrógeno”, explicó Marchini.
En ese sentido, el experto de la UBA y el CONICET aseguró que, con estas bajas, también se registraron caídas en las muertes asociadas a la contaminación del aire. “Se hicieron algunos estudios, principalmente en Europa y en China. En el primero, por una mejora en la calidad del aire se previnieron cerca de 11 mil muertes; mientras que en el segundo fueron unas 9 mil. Es decir que se previnieron decenas de miles de muertes solo en un mes”.
“Al reducirse drásticamente, a nivel global, tanto el tránsito vehicular como las actividades industriales hubo una fuerte baja en la concentración de contaminantes y eso trajo aparejado una mejora respecto de la salud ambiental y los seres humanos. Pero ese descenso después volvió a elevarse cuando se reiniciaron las actividades y llegó al mismo nivel que en el periodo prepandémico. Para que se dé un cambio en cuanto a las emisiones, tiene que haber un cambio profundo en la actitud de las personas y los gobiernos. Esa discusión se está dando, pero que va a llevar bastante tiempo”, aseguró Orellano.
La contaminación como factor de riesgo
Las evidencias son claras. La mala calidad del aire puede matar. No es rápido, pero es un proceso que puede evitarse. “La contaminación del aire se encuentra entre los ‘top cinco’ de los factores de riesgo para la salud humana, tanto en mujeres como en hombres. Al nivel del riesgo para la salud que implica fumar o tener hipertensión”, resaltó Marchini.
Por su parte, Orellano señaló: “Los epidemiólogos, cuando investigamos la asociación entre la exposición a contaminantes en el aire y las enfermedades en las personas, no podemos hablar de una relación inequívoca, sino que hablamos de probabilidades, que es el equivalente del riesgo. Lo que medimos es el riesgo relativo de padecer una determinada enfermedad. Pero también se puede calcular, por ejemplo, en años de vida perdidos por la enfermedad o los años de vida saludables. Hay muchos parámetros que dan cuenta de esta asociación entre la exposición y las enfermedades”.
Mientras que Marchini señaló que las áreas más afectadas por la contaminación ambiental son, por ejemplo, este de Asia, algunos países europeos, la costa este y oeste de Estados Unidos y la India. Además de “algunas ciudades altamente contaminadas como Santiago de Chile, San Pablo, México DF, entre otras”.
Prevención y toma de conciencia: un trabajo de todos, pero en especial gubernamental
Los datos son claros. Como se dice comúnmente, las cartas está sobre la mesa. Ahora es necesaria la toma de consciencia tanto de las distintas poblaciones como de los líderes mundiales. La contaminación del aire produce enfermedades y muertes.
En palabras del epidemiólogo, “las medidas de prevención son muy diversas y puede ser a nivel poblacional o comunitario, como reducir el tránsito vehicular; individual, usar bicicleta lo más posible; y a nivel provincial o nacional, como controlar las fuentes de emisión. Todo esto se hace través de inversión”. Aunque aseguró que también “las personas individualmente pueden hacer cosas para protegerse, en especial los más sensibles a la contaminación. Por ejemplo, los que tienen asma pueden tratar de exponerse menos al aire contaminado en las grandes ciudades cuando la contaminación es mayor”.
“A pesar de que hay un gran número de muertes asociadas y un montón de evidencia del impacto negativo sobre la salud que tiene la exposición al aire contaminado, todavía no hay ninguna terapia real o fármaco. No hay nada que podamos tomar para prevenir estos efectos”, dijo Marchini. Y agregó: “Las enfermedades y las muertes que nombramos no aparecen con niveles extremos de contaminación”
Al tiempo que concluyó: “Por lo general se recomienda que, primero, haya información por parte de los gobiernos y un monitoreo de la calidad del aire continúo. En base a esa información se puede generar un cambio de hábito en la población. Tiene que ser un monitoreo constante para que, al identificar que el aire es de demasiada baja calidad hacer recomendaciones. Son importantes las acciones individuales para contaminar menos, pero son limitadas. No va a haber un un verdadero impacto sobre la calidad de aire sin cambios sistémicos y eso ocurrirá cuando los gobernantes estén convencidos de que esto es un verdadero problema”.
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