Una reciente investigación realizada por la Universidad de Singapur ratificó la eficacia de las dosis adicionales de las vacunas contra el COVID-19 en pacientes inmunodeprimidos, en especial en aquellas personas que hayan sido sometidas a trasplantes de órganos, quienes presentan menos capacidad para generar los anticuerpos necesarios para combatir al coronavirus.
Los expertos publicaron su trabajo ayer en la revista The BMJ y sus resultados respaldan la necesidad de las terceras dosis del inmunizante para aquellas personas que presenten un sistema inmunitario débil. La investigación fue dirigida por Raghav Sundar, del Departamento de Medicina en Escuela de Medicina Yong Loo Lin de Universidad Nacional de Singapur.
El aspecto conocido hasta ahora tenía que ver con que las personas con inmunocompromiso, es decir que tienen un sistema inmunitario debilitado, no producen anticuerpos contra virus como la gripe, en relación a la reacción de los organismos de personas con el sistema inmunitario sano. En cambio, se conocía menos qué ocurre con la respuesta ante las vacunas contra el COVID-19, en especial las de ARN mensajero, como son las formulaciones de los laboratorios Pfizer y Moderna.
Ante esta falta de conocimientos, los investigadores de Singapur analizaron los resultados de 82 estudios observacionales que comparaban la eficacia de las vacunas contra el COVID-19 en personas inmunodeprimidas e inmunocompetentes.
De estos estudios, 77 (94%) utilizaron vacunas de ARN mensajero, 16 (20%) vacunas de vectores virales y 4 (5%) vacunas de virus enteros inactivados. Un total de 63 estudios fueron evaluados con bajo riesgo de sesgo y 19 con riesgo de sesgo moderado. Después de una dosis de la vacuna contra el COVID-19, se encontró que la seroconversión se redujo entre los grupos inmunocomprometidos, excepto las personas con VIH. El proceso de producción de anticuerpos tras la infección o la vacunación, que prepara al sistema inmunitario para combatir un virus específico, se denomina seroconversión.
Las tasas de seroconversión fueron aproximadamente la mitad de probables en pacientes con cánceres de la sangre, trastornos inflamatorios inmunomediados, como es el caso de la artritis reumatoide y la psoriasis, y cánceres sólidos (tumorales) en comparación con los controles inmunocompetentes, mientras que los receptores de trasplantes de órganos tuvieron 16 veces menos probabilidades de seroconvertir.
Luego de la aplicación de una segunda dosis, la seroconversión aumentó significativamente en los pacientes con cánceres sanguíneos, trastornos inflamatorios inmunomediados y cánceres sólidos, pero continuó muy reducida en los pacientes que eran receptores de trasplantes, ya que sólo un tercio logró la seroconversión.
Una revisión adicional de 11 estudios mostró que una tercera dosis de una vacuna de ARN mensajero contra el COVID-19 se asoció con la seroconversión entre los no respondedores a la vacuna con cánceres sólidos, cánceres de la sangre y trastornos inflamatorios inmunomediados, aunque la respuesta fue variable en los receptores de trasplantes y no se disponía de pruebas publicadas sobre la eficacia de una tercera dosis en personas con VIH.
Entre los grupos inmunocomprometidos estudiados, los niveles de anticuerpos también fueron más bajos que en los controles inmunocompetentes.
Los investigadores sostuvieron que, según los resultados de los estudios analizados, las tasas de seroconversión y los títulos de anticuerpos tras las vacunas contra el COVID-19 son significativamente menores en los pacientes inmunodeprimidos, especialmente en los receptores de trasplantes de órganos. Por eso concluyeron que deberían realizarse intervenciones específicas para los pacientes inmunocomprometidos, incluida una tercera dosis”.
El objetivo de las dosis adicionales es mejorar la respuesta del sistema inmune en las personas inmunocomprometidas. La mayor parte de los países dispusieron esas dosis para los pacientes con este tipo de compromiso tanto para vacunas como las de ARN mensajero como para otras como Sinopharm, de virus inactivado. Los especialistas notaron desde un comienzo que esa tercera dosis era necesaria para personas por sus características inmunológicas y/o por el tipo de vacuna que recibieron, ya que no generaron desde el vamos, una adecuada respuesta inmune con la vacunación.
Pero, ¿quiénes son entonces esos pacientes que deberían recibir la dosis adicional? “Independientemente que reciban una tercera dosis a los seis meses de la segunda dosis, esta paciente son los que están en tratamiento activo por un tumor sólido o por una neoplasia o una leucemia o un linfoma”, había explicado en noviembre último la doctora Marta Cohen, prestigiosa patóloga pediátrica.
Y continuó: “Son pacientes que han recibido un trasplante de órgano dentro de los 2 años previos y/o están en tratamiento inmunosupresor activo; son pacientes que son receptores de un trasplante de células madres de médula ósea, y que están en tratamiento inmunosupresor. Son pacientes que tienen una enfermedad inmunodeficiencia severa o grave, o que tiene una enfermedad por el VIH no tratada o avanzada”.
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