El 27 de febrero se celebra el Día Mundial de la Anosmia, un trastorno que produce la ausencia del olfato, con la intención de concientizar a la población sobre este síntoma. La pandemia que ya lleva dos años hizo conocido este término médico, ya que es una de los síntomas de la infección por COVID-19.
En el año 2012, Daniel Schein, un ingeniero en sistemas neoyorquino que nació con anosmia, propuso recordar este día como una manera de brindar apoyo a todas aquellas personas en su misma situación, para ofrecer más y mejores oportunidades de tratamiento a través de su difusión.
El sentido del olfato ha sufrido mucho descrédito y, por mucho tiempo fue poco valorado y subestimado en comparación con el de la vista y la audición. Este sentido, complejo y a su vez maravilloso, nos brinda la posibilidad de oler y de tener sabor cuando comemos y bebemos.
La acción de oler aporta un amplio abanico de sensaciones, emociones y placeres que, en conjunto, brindan bienestar y calidad de vida.
El olfato nos da seguridad en nuestra vida diaria frente a la presencia de humo, de un escape de gas, de un alimento en mal estado. Es imprescindible al momento de saber cómo olemos, pues también nos huelen, por lo que lo necesitamos para el aseo corporal y para la higiene de la casa.
Los olores forman parte de la vida, están en el cotidiano, en las relaciones interpersonales, en el amor, en el transporte, en los rituales religiosos. Los olores siempre están, aunque, a veces, invisibilizados, pero forman parte de nuestra relación con el ámbito social.
Se pueden reconocer 3 tipos de olores: los olores corporales, los olores manufacturados y los olores simbólicos:
- Olores corporales: la piel es el órgano más extenso del cuerpo. En su capa superficial, la epidermis, se localizan las glándulas sudoríparas, encargadas del sudor. En nuestra vida cotidiana, la epidermis se limpia con agua y jabón, y se enmascara con perfumes y cremas. La capa intermedia emite los olores que resultan de la dieta, varían según las diferentes etnias, y por debajo de estas capas aparece ese olor único que distingue a cada uno de nosotros y que funciona como una huella digital.
- Olores manufacturados: en estos olores fabricados interviene el ser humano, que los selecciona según las necesidades relacionadas, sobre todo, con el marketing.
- Olores simbólicos: en este grupo de olores se incluyen los olores místicos, relacionados con la espiritualidad y las prácticas religiosas.
Olfato y memoria
El sentido del olfato tiene una importantísima relación con la memoria: recordamos el 35% de lo que olemos, frente al 5% de lo que se ve, el 2% de lo que se oye, y el 1% de lo que se toca.
Los olores, además, evocan recuerdos de personas, de lugares, de situaciones: es el sentido que nos permite recordar a seres queridos que ya no están, eventos vividos en la infancia, amores pasados…
Olfato y coronavirus
Hasta antes de la pandemia, se le restaba importancia al sentido del olfato: el coronavirus lo transformó en un protagonista indiscutible. En el año 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calculó que cerca del 5 % de la población mundial tenía anosmia. Este porcentaje aumentó de tal manera tras la pandemia de COVID-19, que los Estados Unidos planea declarar a la anosmia como un problema de salud pública.
Hoy en día, las personas que durante la pandemia han perdido el olfato o que tienen disminuida (hiposmia) o alterada (disosmia) la capacidad de oler, están frustradas, muchas se aíslan o se deprimen.
En estos casos, se deben diseñar protocolos individuales, evaluando a cada persona en particular. En el momento de la consulta, lo primero que pregunta la persona es si recuperará el olfato. La buena noticia es que existe un abanico de posibilidades para recuperar el olfato mediante tratamientos como fitoterapia, tratamiento médico y entrenamiento olfatorio.
Los orígenes del entrenamiento olfatorio se remontan al año 2009, cuando Thomas Hummel, líder en olfatología, junto a un grupo de investigadores describió esta maravillosa posibilidad de reentrenar el olfato gracias a la plasticidad del cerebro.
Hay personas que, dada la visibilidad que le dio la pandemia al problema de la anosmia, consultan porque tienen el problema desde antes, algunas incluso nacieron sin olfato y vislumbran la posibilidad de revertir esta situación: su vida puede cambiar de manera radical y abrir un nuevo capítulo en la manera de relacionarse con el mundo.
En este Día Mundial de la Anosmia, recordemos que perder el olfato significa mucho más que perder el placer de oler: significa desconocer o dejar de reconocer aromas familiares, vivir situaciones de inseguridad por pérdida de la capacidad de alarma y perdernos de conocer una parte muy importante de nuestro entorno.
* Dra. Stella Maris Cuevas (MN: 81701) es médica otorrinolaringóloga - Experta en olfato – Alergista. Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)
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