Vladimir Putin finalmente ejecutó el plan bélico que tenía en la cabeza desde hace años. Ordenó un ataque contra Ucrania que alcanzó a varias ciudades, entre ellas Kiev, la capital en la que viven millones de personas. Confirmó así la información que varias agencias de inteligencia de Occidente tenían desde hacía un tiempo y habían hecho públicas pese a la incredulidad de una parte del globo: que el objetivo final del ex agente de la KGB nostálgico de la Guerra Fría era una invasión absoluta del país vecino.
La cadena de noticias CNN mostró en vivo cómo las fuerzas de ataque dispuestas por Putin en la frontera con Ucrania disparaban sus cohetes de artillería contra la población, en un ataque que comenzó en la madrugada de este jueves 24 de febrero y que provocó la condena de las principales democracias del mundo. El conductor John Berman estaba entrevistando a alguien vía Skype cuando súbitamente interrumpió la transmisión para exhibir en vivo cómo atravesaban el cielo los misiles de Rusia.
Mientras Ucrania se preparaba para la posibilidad de una invasión inminente de Rusia, varios científicos ucranianos le dijeron a la revista científica Nature que ellos y sus colegas estaban tomando medidas para protegerse a sí mismos y a su trabajo, incluida la recolección de elementos para la autodefensa y la preparación para huir. Las tensiones se producen ocho años después de una revolución que empujó a Ucrania a cortar los lazos con Rusia, incluidos los relacionados con la investigación, y forjar vínculos más estrechos con la Unión Europea. Los investigadores temen que el nuevo conflicto sumerja a Ucrania en la agitación y detenga el progreso que ha logrado desde entonces en la ciencia.
“En este momento, estoy sentado en un lugar cálido e Internet está disponible. No sé si ese será el caso mañana”, sostuvo Irina Yegorchenko, matemática del Instituto de Matemáticas de Kiev, que está cerca de la frontera de Ucrania con Bielorrusia.
En las últimas semanas, la acumulación militar masiva de Rusia en su frontera con Ucrania y dentro de Bielorrusia ha marcado una rápida intensificación de las tensiones que han estado retumbando desde 2013. Luego, una ola de protestas y disturbios civiles derrocaron al líder de Ucrania, de tendencia rusa a principios de 2014 y el país eligió un gobierno proeuropeo. Ese año, Rusia invadió Ucrania y se apoderó de la península de Crimea.
Las instituciones de investigación en Crimea, anteriormente dirigidas por la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania, fueron transferidas al control ruso. Los combates en las regiones orientales de Ucrania de Luhansk y Donetsk continúan hasta el día de hoy. El conflicto llevó a que 18 universidades se mudaran de Lugansk y Donetsk a otras partes del país, y muchos investigadores perdieron sus hogares y laboratorios. La mayoría del personal académico de una universidad desplazada, la Universidad Nacional Vasyl’ Stus Donetsk, ahora en Vinnytsia, son personas que se vieron obligadas a irse y que perdieron sus propiedades, medios de subsistencia y lazos familiares, según Roman Fedorovich Hryniuk, rector de la institución.
Como resultado del conflicto, muchos investigadores ucranianos cortaron vínculos con Rusia y establecieron nuevos vínculos con sus pares en Europa, Estados Unidos y China. “Fue doloroso perder las relaciones establecidas y construir otras nuevas, pero nos dio un nuevo punto de vista”, dijo Illya Khadzhynov, vicerrector de trabajo científico de la universidad. En 2015, Ucrania se unió al programa insignia de financiación de la investigación de la UE, otorgando a sus científicos los mismos derechos para solicitar subvenciones que los miembros de la UE.
Movimientos de tropas
“Siento que podría morir mañana o en dos días, pero no puedo hacer nada al respecto”, subrayó Yegorchenko. Aunque reconoce que era inútil prepararse, mantiene cargados los dispositivos electrónicos como teléfonos y bancos de energía, y está en contacto constante con su familia. “Todos los científicos hacen eso”, agregó.
“En general, esta tensión rusa tiene como objetivo crear caos en Ucrania y dañar la situación económica. Sabemos que tendremos menos fondos para la investigación, menos oportunidades para viajar y cero posibilidades de conferencias internas en Ucrania”, aseveró. Pero en general, trata de no preocuparse y está trabajando más de lo habitual para ayudar a sobrellevar la situación. “Las matemáticas son una buena terapia”, reveló.
En la Universidad Nacional Agraria de Sumy, que se encuentra a 30 kilómetros de la frontera con Rusia, se ha capacitado al personal sobre cómo comportarse en caso de hostilidad. La universidad ha elaborado planes para que los empleados evacúen el edificio a los refugios antiaéreos. También hay planes para trasladar equipos científicos únicos y especímenes biológicos fuera de la región.
“En conversaciones privadas, los científicos dicen que han recogido ‘maletas alarmantes’ con documentos y elementos esenciales”, remarcó Yurii Danko, economista de la institución. Las bolsas contienen ropa, medicinas, herramientas, elementos de defensa personal y comida. Para Danko, muchos científicos se verán obligados a mudarse de sus hogares a áreas controladas por Ucrania para seguir trabajando, o podrían tener que irse al extranjero. “En caso de ocupación, los científicos no trabajarán para el enemigo”, añadió.
Tratando de mantener la calma
Más al oeste, en la ciudad de Lviv, cerca de la frontera con Polonia, el informático Oleksandr Berezko dijo que si bien muchos sienten la tensión intentan mantener la calma. “Puede sonar extraño, pero la guerra comenzó hace ocho años; no ha comenzado ahora”.
Berezko, que trabaja en la Universidad Nacional Politécnica de Lviv, estaba planeando una pequeña reunión para alrededor de 20 investigadores principiantes para discutir la ciencia abierta a fines de marzo; dice que ahora es probable que se cancele. “La investigación ucraniana no está en la mejor forma y muchas personas están tratando de desarrollar nuestro sistema de investigación para acercarlo a los estándares europeos y mundiales. Con la guerra, la prioridad del gobierno serán las fuerzas armadas y ayudar a la gente a sobrevivir”, explicó.
Vladimir Kuznetsov, biólogo de plantas del Instituto de Fisiología Vegetal KA Timiryazev en Moscú, admitió que la situación entre su país y Ucrania es “altamente indeseable e inaceptable”. “No darán dinero a los investigadores. Muchos se irán de Ucrania y eso será muy malo”, manifestó Kuznetsov. El científico creía que no iba a haber una invasión y esperaba que la situación se estabilizara. Aunque la colaboración científica entre las dos naciones ha disminuido, los científicos en Ucrania intentan no demostrar que están en contacto con sus pares rusos, “para no poner en riesgo a sus familias ni a ellos mismos”, finalizó Kuznetsov.
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