¿Las vacunas COVID puede producir inflamación en adolescentes?

Un estudio de los CDC de los Estados Unidos revisó casos de personas entre 12 y 20 años que tuvieron síndrome inflamatorio multisistémico. Qué descubrieron

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Los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) evaluaron el riesgo de que ese síndrome inflamatorio en la infancia pudiera ser también un efecto adverso de la vacunación/REUTERS/Kathleen Flynn/Archivo
Los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) evaluaron el riesgo de que ese síndrome inflamatorio en la infancia pudiera ser también un efecto adverso de la vacunación/REUTERS/Kathleen Flynn/Archivo

El síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico es una afección grave que puede desarrollarse tras la infección por el coronavirus. Consiste en que se inflaman gravemente algunos órganos y tejidos, como el corazón, los pulmones, los vasos sanguíneos, los riñones, el aparato digestivo, el cerebro, la piel o los ojos. En Estados Unidos, los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) evaluaron el riesgo de que ese síndrome inflamatorio en la infancia pudiera ser también un efecto adverso de la vacunación.

A través de una investigación que publicaron en la revista The Lancet Child & Adolescent Health, los investigadores de los CDC encontraron que es poco probable que las vacunas contra el COVID-19 provoquen esa rara enfermedad inflamatoria. La posibilidad de que, de algún modo, las vacunas puedan provocar la enfermedad es sólo teórica y el análisis no encontró ninguna prueba, comentó el doctor Buddy Creech, coautor del análisis y especialista en enfermedades infecciosas pediátricas de la Universidad de Vanderbilt.

El síndrome inflamatorio en niños y adolescentes puede producir 5 síntomas que hay que prestar atención porque requieren que vayan de manera urgente al hospital son: dolor intenso de estómago; dificultad para respirar; la piel, los labios o lecho de las uñas se ponen de color pálido, grisáceo o azulado, según el tono normal de la piel; sufren confusión repentina; o desarrollan incapacidad para despertarse o permanecer despierto, según advirtió la Clínica Mayo de los Estados Unidos. La afección suele llevar a la hospitalización, pero la mayoría de los pacientes se recuperan.

Jack McMorrow es un adolescente de los Estados Unidos que tuvo el síndrome inflamatorio multisistémico por el COVID-19 en 2020 (Gabriela Bhaskar/The New York Times)
Jack McMorrow es un adolescente de los Estados Unidos que tuvo el síndrome inflamatorio multisistémico por el COVID-19 en 2020 (Gabriela Bhaskar/The New York Times)

El síndrome inflamatorio multisistémico pediátrico fue reconocido por primera vez en abril de 2020. Se considera que se desarrolla como una reacción del sistema inmune exagerada que se produce aproximadamente entre dos y seis semanas después de la infección por el coronavirus en niños y adolescentes.

En los Estados Unidos, la notificación de posibles casos de síndrome inflamatorio después de la vacunación es obligatoria en virtud de las autorizaciones de uso de emergencia de la vacuna contra el COVID-19. Los investigadores de los CDC, liderados por la científica Anna Yousaf, estudió los casos de niños y adolescentes de entre 12 y 20 años con el síndrome inflamatorio que fueron notificados durante los primeros nueve meses de aplicación de la vacuna COVID-19 en Estados Unidos (entre el 14 de diciembre de 2020 y el 31 de agosto de 2021).

El equipo examinó 47 informes de posible síndrome inflamatorio (que se conoce como MIS-C en inglés) que se produjeron en una persona de 12 a 20 años en cualquier momento después de una dosis de la vacuna COVID-19. De estos 47 informes, 21 se ajustaban a los criterios de MIS-C de los CDC. Esos casos se separaron en aquellos con y sin evidencia de una infección pasada o reciente por el coronavirus a partir de pruebas de laboratorio. Calcularon las tasas de notificación de casos utilizando los datos nacionales de vigilancia de vacunas de los CDC sobre el número de personas de 12 a 20 años de edad en los Estados Unidos que recibieron una o más dosis de la vacuna COVID-19.

De los 21 casos de síndrome inflamatorio multisistémico, 15 tenían pruebas de infección por coronavirus pasada o reciente, mientras que seis no las tenían. Más de 21 millones de niños y adolescentes de entre 12 y 20 años habían recibido una o más dosis de la vacuna COVID-19, lo que supone un caso notificado por cada millón de personas vacunadas en este grupo de edad. La tasa de notificación del síndrome inflamatorio para aquellos sin evidencia de infección por el coronavirus fue de 0,3 casos por cada millón de individuos vacunados.

La investigación descubrió que la tasa de casos de adolescentes vacunados en Estados Unidos con el síndrome inflamatorio es sustancialmente inferior a las estimaciones publicadas anteriormente en personas de 12 a 20 años no vacunadas /REUTERS/Sumaya Hisham/Archivo
La investigación descubrió que la tasa de casos de adolescentes vacunados en Estados Unidos con el síndrome inflamatorio es sustancialmente inferior a las estimaciones publicadas anteriormente en personas de 12 a 20 años no vacunadas /REUTERS/Sumaya Hisham/Archivo

Los autores subrayan que no pueden determinar si la vacunación contribuyó al desarrollo del síndrome inflamatorio multisistémico en esos raros casos. Como el síndrome se identificó por primera vez durante la pandemia, no existe una tasa de referencia de enfermedades inflamatorias en niños y adolescentes con una causa no identificada para estimar un número de referencia de casos que se espera que se produzcan en cualquier periodo de nueve meses, independientemente de la infección por COVID-19 o la vacunación. Es posible que algunos de los casos identificados tuvieran otras afecciones inflamatorias no reconocidas que coincidieran con la vacunación.

De los 15 individuos con infección pasada por el coronavirus, a tres se les diagnosticó el síndrome inflamatorio fuera del plazo típico de dos a seis semanas (14─42 días) en el que es más probable que se produzca la enfermedad posterior. En estos tres casos, el síndrome apareció 105 días, 191 días y 238 días después de la prueba positiva del coronavirus.

Los 21 individuos fueron hospitalizados, 12 de ellos ingresaron en una unidad de cuidados intensivos y todos fueron dados de alta. La mediana de edad era de 16 años; 13 eran hombres y 8 mujeres.

Todos los individuos con el síndrome inflamatorio multisistémico en el estudio habían recibido la vacuna contra el COVID-19 de las empresas Pfizer-BioNTech. Dentro de ese grupo, 11 individuos recibieron una dosis y 10 recibieron dos dosis de la vacuna antes de la aparición del síndrome. La mediana del tiempo transcurrido desde la dosis hasta la hospitalización fue de ocho días para los que habían recibido una dosis de la vacuna y de cinco días para los que habían recibido dos.

Aunque no se dispone de un comparador directo, esta investigación descubrió que la tasa de casos de en niños y adolescentes de 12 a 20 años vacunados en Estados Unidos con el síndrome inflamatorio es sustancialmente inferior a las estimaciones publicadas anteriormente en personas de 12 a 20 años no vacunadas que se habían infectado con el coronavirus durante los meses de abril a junio de 2020.

Tras la investigación, la doctora Yousaf afirmó: “Como parte del esfuerzo global para supervisar la seguridad de la vacuna contra el COVID-19 en los Estados Unidos, los CDC han estado vigilando de cerca los casos de síndrome inflamatorio multisistémico en niños vacunados. Nuestros resultados sugieren que los casos del síndrome tras la vacunación con COVID-19 son poco frecuentes y que la probabilidad de desarrollarlo es mucho mayor en los niños que no están vacunados y que contraen el COVID-19″.

Por eso, el equipo científico recordó la importancia de la vacunación contra el COVID-19 para todas las personas de 5 años o más en los Estados Unidos para la prevención de la COVID-19. En otros países, como en la Argentina, la vacunación contra el COVID-19 se aplica a partir de los 3 años.

La doctor Yousaf agregó: “Al igual que con la enfermedad COVID-19, los médicos e investigadores todavía están aprendiendo sobre síndrome inflamatorio multisistémico. Nuestra investigación pone de relieve los retos que plantea el diagnóstico del síndrome, la importancia de considerar diagnósticos alternativos y la necesidad de vigilar la enfermedad”.

Los autores reconocieron algunas limitaciones adicionales de su estudio. Es posible que algunos de los casos identificados con el síndrome tuvieran otra enfermedad inflamatoria con síntomas similares, ya que no existe una prueba definitiva para diagnosticarlo. Como las pruebas de laboratorio para COVID-19 (incluidas las pruebas de anticuerpos) son imperfectas es posible que algunos casos se hayan clasificado erróneamente.

Encontraron que los casos de síndrome inflamatorio multisistémico después de la vacunación con COVID-19 sólo se produjeron en 1 de cada millón de personas de entre 12 y 20 años/REUTERS/Tami Chappell/Archivo
Encontraron que los casos de síndrome inflamatorio multisistémico después de la vacunación con COVID-19 sólo se produjeron en 1 de cada millón de personas de entre 12 y 20 años/REUTERS/Tami Chappell/Archivo

Los niños a menudo experimentan una infección leve o asintomática, y las infecciones más leves pueden tener menos probabilidades de generar anticuerpos, lo que puede dar lugar a que no se detecten las infecciones anteriores. También es posible que no todos los casos del síndrome después de la vacunación se hayan notificado en el sistema de vigilancia, lo que podría dar lugar a que el número de casos no se comunique.

En un comentario en la misma revista, la autora principal, la doctora Mary Beth Son, del Hospital Infantil de Boston (EE.UU.), que no participó en el estudio, comentó: “Sus resultados son, en general, bastante tranquilizadores. Los informes del síndrome inflamatorio multisistémico después de la vacunación con COVID-19 sólo se produjeron en 1 de cada millón de personas de entre 12 y 20 años que recibieron una o más dosis de la vacuna contra el COVID-19, y 15 (71%) de los 21 individuos con el síndrome tenían pruebas de laboratorio de una infección previa por el coronavirus, lo que hace dudar de su atribución”.

Este oportuno informe -consideró la doctora Son- es de especial interés para los proveedores de atención sanitaria, los científicos y los responsables políticos, dada la actual y amplia transmisión de la variante Ómicron (B.1.1.529). “Mientras la pandemia sigue desafiando a nuestra comunidad mundial y persiste el intenso escrutinio de las vacunas contra el COVID-19, el informe de Yousaf y sus colegas es un aporte bienvenido a la creciente literatura que apoya la seguridad y eficacia de la vacunación contra el COVID-19”.

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