El llamado post COVID-19 o COVID prolongado es la enfermedad que se produce en las personas que tienen antecedentes de infección probable o confirmada por el coronavirus. Por lo general, se desarrolla a los tres meses siguientes al inicio de la infección, con síntomas y efectos que duran al menos dos meses. Un nuevo estudio en los Estados Unidos descubrió que uno de cada tres adultos mayores puede desarrollar alguna afección relacionada con el “Post COVID-19″.
La investigación fue realizada por científicos de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y la empresa Optum Labs en los Estados Unidos y por Optum Global Advantage, con sede en Irlanda. Consideran que los resultados pueden ayudar a las autoridades sanitarias para anticipar la magnitud de las futuras complicaciones y mejorar la planificación del uso de los recursos sanitarios.
Encontraron que casi un tercio (32 de cada 100) de los adultos mayores que habían tenido la enfermedad COVID-19 en 2020 desarrollaron al menos una nueva afección que requirió atención médica en los meses posteriores a la infección inicial. Fueron 11 más personas en comparación con los que no tenían infección. El estudio fue publicado por la revista especializada The BMJ el 9 de febrero de 2022.
Las afecciones que tuvieron afectaron a una serie de órganos y sistemas importantes, como el corazón, los riñones, los pulmones y el hígado, así como a complicaciones de salud mental.
Antes de hacer la investigación, los científicos tuvieron en cuenta que había estudios que habían evaluado la frecuencia y gravedad de las nuevas afecciones como secuelas después de la infección por el coronavirus. Pero pocos estudios habían descripto el exceso de riesgo de nuevas afecciones desencadenado por la infección COVID-19 en adultos mayores (de al menos 65 años) específicamente.
Para abordar esa cuestión, los investigadores estadounidenses utilizaron los registros de los planes de seguro médico para identificar a 133.366 individuos de 65 años o más en 2020 que fueron diagnosticados con COVID-19 antes del 1 de abril de 2020. Esos individuos fueron emparejados con tres grupos de comparación sin la infección de 2020, 2019 y un grupo diagnosticado con una enfermedad viral del tracto respiratorio inferior.
A continuación, los investigadores registraron cualquier afección persistente o nueva a partir de los 21 días posteriores a un diagnóstico de COVID-19 (el periodo post-agudo) y calcularon el exceso de riesgo de afecciones desencadenadas por el coronavirus a lo largo de varios meses en función de la edad, la etnia, el sexo y si los pacientes fueron ingresados en el hospital.
Los resultados muestran que entre los individuos diagnosticados con COVID-19 en 2020, el 32% buscó atención médica en el período post-agudo por una o más afecciones nuevas o persistentes. Ese porcentaje fue un 11% más alto que el grupo de comparación de 2020.
En comparación con el grupo que no había tenido la infección en 2020, los pacientes con COVID-19 tenían un mayor riesgo de desarrollar una serie de afecciones que incluían insuficiencia respiratoria (un extra de 7,55 por cada 100 personas), fatiga (un extra de 5,66 por cada 100 personas), presión arterial alta (un extra de 4,43 por cada 100 personas) y diagnósticos de salud mental (un extra de 2,5 por cada 100 personas).
En el grupo de comparación con el año 2019 se obtuvieron resultados similares. Sin embargo, en comparación con el grupo con enfermedades virales del tracto respiratorio inferior, sólo la insuficiencia respiratoria, la demencia y la fatiga mostraron diferencias de riesgo mayores de 2,39, 0,71 y 0,18 por cada 100 personas con COVID-19, respectivamente.
Los individuos ingresados en el hospital con COVID-19 tenían un riesgo notablemente mayor para la mayoría de las afecciones, pero no para todas. El riesgo de varias afecciones también aumentó para los hombres, para los de raza negra y para los mayores de 75 años.
Se trata de un estudio observacional, por lo que no se puede establecer la causa de las diferencias entre los grupos, y los investigadores reconocen algunas limitaciones, como el hecho de que algunos diagnósticos podrían no representar realmente una nueva afección desencadenada por la infección por coronavirus.
Sin embargo, advierten que, con más de 357 millones de personas infectadas por el coronavirus en todo el mundo, “el número de sobrevivientes con secuelas tras la infección aguda seguirá creciendo”. En el trabajo publicado, los investigadores señalaron: “Estos hallazgos ponen de manifiesto aún más la amplia gama de secuelas importantes tras la infección aguda por el virus SARS-CoV-2″.
A partir de los resultados, estiman que “comprender la magnitud del riesgo de las secuelas clínicas más importantes podría mejorar su diagnóstico y el manejo de los individuos con secuelas tras la infección aguda por SARS-CoV-2″.
Los síntomas más comunes del “Post COVID-19″ incluyen la fatiga, la falta de aire o dificultad para respirar, los problemas de memoria, concentración o sueño, la tos persistente, el dolor en el pecho, la dificultad para hablar, los dolores musculares, la pérdida del olfato o del gusto, la depresión o la ansiedad, y fiebre.
Las personas con la condición post COVID-19 pueden tener dificultades para funcionar en la vida cotidiana. Su afección puede afectar a su capacidad para realizar actividades cotidianas como el trabajo o las tareas domésticas, según advirtió la Organización Mundial de la Salud. A diferencia de la fase aguda de la infección por el coronavirus, el “Post COVID-19″ no se transmite a otras personas.
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