Se ha afirmado que uno de cada diez hombres son adictos al sexo, incluidas estrellas como Michael Douglas, Russell Brand y Tiger Woods, pero muchos se niegan a aceptar que es una condición real. Sin embargo, una nueva investigación sugiere que, de hecho, existe y es causado por altos niveles de oxitocina, la “hormona del amor”.
Se descubrió que los hombres con adicción al sexo, también conocido como “trastorno hipersexual”, tenían más oxitocina en la sangre que los que no la tenían. La hormona, que estimula el vínculo, puede hacer que hombres o mujeres se sientan atraídos por muchas personas al mismo tiempo, y también se cree que hace que el sexo sea más gratificante.
Los científicos dicen que su descubrimiento podría conducir al desarrollo de un medicamento que bloquee la oxitocina para las personas con trastorno hipersexual. El autor principal, el doctor Andreas Chatzittofis, de la Universidad de Chipre en Nicosia, dijo: “Descubrimos que los hombres con trastorno de conducta sexual compulsiva (CSBD, por sus siglas en inglés) tenían niveles más altos de oxitocina en comparación con los hombres sanos”.
El estudio publicado en el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism comparó a 64 hombres con adicción al sexo con 38 hombres sin rasgos de adicción mediante análisis de sangre y encontró que aquellos con trastorno hipersexual tenían niveles más altos de oxitocina.
Cuando 30 hombres con adicción al sexo en el estudio recibieron terapia para abordar su comportamiento, vieron una reducción significativa en sus niveles de oxitocina. “La hormona desempeña un papel importante en la adicción al sexo y puede ser un posible objetivo farmacológico para futuros tratamientos farmacológicos”, añadió Chatzittofis.
La oxitocina, producida por el hipotálamo y secretada por la glándula pituitaria, juega un papel clave en el comportamiento sexual, y cantidades anormales pueden conducir a la adicción al sexo, dijeron los investigadores.
Muchos se niegan a creer que el trastorno hipersexual sea una condición real, pero los investigadores dicen que han encontrado diferencias en la composición genética de los adictos al sexo. Esto puede tener efectos adversos en sus vidas, dijeron los expertos, desde relaciones rotas hasta depresión y ansiedad.
En 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró por primera vez que el comportamiento sexual compulsivo, comúnmente llamado adicción al sexo, era una enfermedad mental. Se incluyó de manera controvertida en la lista de Clasificación Internacional de Enfermedades, utilizada para estudiar problemas de salud, lesiones y causas de muerte.
El trastorno se definió como un “patrón persistente de falta de control de impulsos o impulsos sexuales intensos y repetitivos que dan como resultado un comportamiento sexual repetitivo”. Aun así, no todos los médicos están de acuerdo en que la condición sea digna de ser incluida.
Si de adicción al sexo se trata el deseo se mezcla con el impulso, el placer con la ansiedad, la tentación con la moral, el peligro o la sensación de riesgo con la preservación de uno mismo. “La adicción al sexo es un comportamiento irrefrenable, repetitivo, con culpa y sensación de vacío una vez que se ha conseguido bajar la tensión sexual”. Así la definió a Infobae el médico psiquiatra y sexólogo Walter Ghedin.
Y amplió: “Es importante diferenciar que tener deseos intensos y frecuentes no es sinónimo de adicción al sexo. Todos solemos reconocer cuándo estamos más dispuestos a los contactos eróticos, hasta es posible determinar qué tipo de estímulos incrementan el deseo. Es una grata sensación que nos sensibiliza, preparándonos para sentir placer. Se define la adicción al sexo como la presencia de impulsos, fantasías, pensamientos recurrentes de índole sexual que llevan a conductas compulsivas, ocasionando malestar subjetivo y deterioro en la distintas áreas de su vida”.
Para finalizar, Ghedin explicó que “toda conducta de abuso o francamente adictiva merece ser tratada para que la persona pueda recuperar el control de sus impulsos. Es fundamental trabajar sobre la personalidad ansiosa o temerosa de base para que el hombre adquiera más seguridad personal, maneje mejor los sentimientos de inferioridad, la tolerancia a la frustración y empiece a reconocer-y a confiar- en sus potencialidades amatorias”.
Y tras asegurar que “no hay tratamientos específicos que ‘curen’ la adicción al sexo”, el especialista indicó que “se puede controlar con terapias cognitivas, grupos de ‘sexo adictos’ y fármacos que calmen los impulsos y la ansiedad”. Los grupos de ayuda se basan en los doce pasos (como Alcohólicos Anónimos) y proponen como objetivo alcanzar la “sobriedad sexual”, es decir, lograr tener relaciones sexuales no impulsivas ni generadoras de malestar.
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