La laringitis aguda o crup es una inflamación de las cuerdas vocales de la laringe y la tráquea. Cuando una persona tiene ese trastorno, siente dificultad para respirar y presenta una tos seca similar a la de los perros. La voz se vuelve ronca. Generalmente el cuadro aparecía por una infección por virus parainfluenza. Pero ahora con la circulación de la variante Ómicron del coronavirus, se observan más casos de niños con COVID-19 que desarrollan la laringitis aguda (se conoce también como laringotraqueobronquitis), según estudios realizados en los Estados Unidos y en Sudáfrica.
Se trata de una enfermedad común de las vías respiratorias altas que suele estar asociada al virus de la parainfluenza y que provoca estridor, voz ronca, tos seca y dificultad respiratoria variable. Investigadores médicos del Servicio de Urgencias del Hospital Infantil de Seattle en los Estados Unidos examinaron los datos de pacientes del centro y confirmaron un fuerte aumento de los casos de laringitis aguda asociados a la variante Ómicron.
Los datos se extrajeron de forma retrospectiva de las historias clínicas de los pacientes atendidos-desde el 30 de mayo y hasta el 30 de noviembre del año pasado, un período de tiempo que se correlaciona con el predominio de la variante Delta. También incluyeron a los pacientes de la fase inicial del aumento de la variante Ómicron atendidos en diciembre y en la primera quincena de enero de 2022. El estudio está aún sujeto a revisión de pares y disponible en la plataforma Medrxiv.
Los pacientes que se presentaron con laringitis aguda durante la oleada Ómicron tenían más probabilidades de dar positivo para COVID-19 (48,2% frente a 2,8% en la etapa de Delta). “Durante la oleada por Ómicron, la incidencia de crup o faringitis aguda casi se duplicó en comparación con la tasa de los meses anteriores, mientras que al mismo tiempo disminuyó el número de casos de parainfluenza identificados”, escribieron los científicos liderados por la doctora Ashley Keilman.
En la Argentina, de acuerdo con la médica infectóloga Gabriela Ensinck, del comité de infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría, también se han observado más casos de niños con la tos seca y la voz ronca y con el coronavirus. “Durante la ola por Ómicron, hemos observado pacientes en la guardia con crup o laringotraqueobronquitis durante el verano fuera de su período estacional habitual. Algunos niños han requerido internación e incluso terapia intensiva”, dijo Ensinck a Infobae.
El coronavirus no es un juego, señaló Keilman. La laringotraqueobronquitis o laringitis aguda suele estar provocado por los virus respiratorios de la parainfluenza. Se produce cuando las vías respiratorias superiores se inflaman, dificultando la respiración. Como las vías respiratorias de los niños son más pequeñas que las de los adultos, es más frecuente entre los pequeños.
Esta inflamación en la laringe, la tráquea y los bronquios hace que los niños tengan una tos fuerte y distintiva que algunos dicen que suena como una foca ladrando. Cuando el niño intenta respirar, también puede producir un silbido agudo conocido como estridor. Los síntomas pueden desaparecer en unos cinco días. Pero para otros niños, los síntomas no desaparecen y necesitan mayor atención.
En tanto, otro estudio preliminar se llevó a cabo en Sudáfrica, que fue uno de los primeros países que detectó a la variante Ómicron del coronavirus. Allí se descubrió que el 2,4% de los niños de 13 años o menos que fueron hospitalizados en una zona de Sudáfrica por COVID-19 con la variante ómicron también tenían un diagnóstico de crup o laringitis aguda.
Una de las explicaciones es que la variante Ómicron produjo una mayor cantidad de casos que las anteriores. Por lo cual, al subir el número de casos, aumenta la probabilidad de que haya más niños con el trastorno en la laringe.
La doctora Claudia Hoyen, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas del Hospital Universitario Rainbow Babies and Children de Cleveland, que no colaboró con estos estudios, dijo a la cadena CNN que la temporada de crup en su zona suele llegar en otoño. Cuando empezaron a aparecer más niños con crup en diciembre, durante la oleada de Ómicron, sospechó que había algo diferente en esta variante.
En Estados Unidos, si ingresan niños con COVID-19 y la laringitis aguda o crup, los médicos suelen administrarles un corticosteroide que puede reducir la inflamación de las vías respiratorias.
Pero lo más importante es que los niños no se contagien el coronavirus en primer lugar. Lo aconsejan especialmente porque los niños más pequeños aún no pueden vacunarse contra el COVID-19. En Estados Unidos, los Centros para el Control y la Prevención de las enfermedades (CDC) recomiendan que todas las personas de 5 años de edad o más se vacunen contra el COVID-19 para ayudar a protegerse del COVID-19.
En la Argentina, está habilitada la vacunación a partir de los 3 años. Aún hay 1.671.000 niños y 472.000 adolescentes que no fueron a recibir la primera dosis.
Según el Grupo Asesor en Inmunizaciones de la Organización Mundial de la Salud, la inmunización contra el COVID-19 tiene beneficios para la salud de los niños como para el resto de la sociedad. Aunque el COVID-19 grave es poco frecuente en los niños y se produce ocasionalmente, la vacunación “tiene el beneficio adicional de minimizar la interrupción de su educación, mejorando así su bienestar general”, afirmaron.
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