En el mundo, ya más de 364 millones de personas han tenido la enfermedad COVID-19 y se han registrado más de 5,6 millones de muertes por la infección por SARS-CoV-2.
Desde fines de noviembre se empezaron a reportar los casos de COVID-19 con la variante más transmisible de todas: Ómicron, que llevó a desbordar los centros de testeos y produjo aumentos en el ausentismo laboral. En ese contexto, hay personas que aún no se han contagiado el coronavirus y que empiezan a desarrollar un miedo irracional y ya hay expertos que hablan de “coronafobia”.
Aún el término “coronafobia” no fue aceptado dentro del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), que es uno de los principales textos de la psiquiatría a nivel mundial. Pero hay especialistas que ya atienden a personas con una preocupación excesiva ante la posibilidad de contraer el COVID-19.
En diálogo con Infobae, el doctor en psicología clínica Gustavo Bustamante, presidente de la Fundación Fobia Club, comentó que “desde el inicio de la pandemia hubo personas que tenían una preocupación excesiva por el riesgo de contagio. En ese momento había mucho desconocimiento en general. Ahora la situación es diferente: se conocen mejor cuáles son las situación que aumentan el riesgo de transmisión del COVID-19″.
Sin embargo,“hay personas que aún tienen un miedo desmedido a contagiarse. Muchas de ellas ya están vacunadas, pero sienten un miedo irracional que les impide salir, incluso con barbijo y distanciamiento para reuniones al aire libre, que es lo recomendable″, señaló Bustamante.
“Una fobia es un miedo irracional, y hoy ya podría considerarse que algunas personas tienen fobia al coronavirus”, agregó Bustamante. ¿En qué casos se daría el cuadro? “Son personas que tiene miedo al contagio propio, a contagiar a otros seres queridos, a salir de casa, a acudir a centros médicos para hacer un control, entre otras situaciones. También suelen seguir la información sobre el COVID-19 minuto a minuto”, señaló el doctor Bustamante.
Entre otros síntomas, las personas pueden tener dificultad para concentrarse en otras tareas o evitan realizar actividades incluso en contextos seguros. También puede haber una excesiva auto-observación de los síntomas, obsesión con la limpieza e higiene de las manos y con la realización constante de test de detección COVID.
El especialista mencionó que hay casos de personas que conviven con familiares que son personas mayores de 60 años y aún no quieren volver a trabajar de manera presencial. “Son personas que tienen miedo de ir al trabajo, contagiarse y a su vez poner en riesgo la salud de sus convivientes, incluso aunque estén vacunados”, expresó.
En algunos países ya se ha realizado escalas específicas para evaluar a las personas con temores en relación al COVID-19. Una de ellas se hizo en la Universidad de Bezmialem Vakif en Turquía el año pasado. “Además de que la pandemia de COVID-19 que afecta a toda la sociedad, observamos que la población femenina y las personas con enfermedades crónicas están pasando mucho más miedo y ansiedad”, señalaron los investigadores en un trabajo que publicaron en la Revista de la Asociación Médica Brasileña. Se han presentado otras escalas de medición de fobias en Estados Unidos y Corea del Sur.
De acuerdo con el psicólogo general sanitario Basilio Blanco Núñez, docente e investigador de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia, España, las personas que contaban previamente con un nivel alto o medio alto de ansiedad son las más proclives a padecer la “fobia” al coronavirus. Las personas con trastornos de ansiedad generalizada, hipocondrías, o ansiedad por enfermedad, con trastorno compulsivo obsesivo, y las personas que se encuentren en riesgo de salud por otras enfermedades estarían en mayor riesgo de desarrollar la fobia.
¿Qué se puede hacer frente al miedo extremo al COVID-19?
“En primer lugar, la persona debería evaluar mejor cuál es la situación epidemiológica de su comunidad. Al tener información más racional, se puede producir una disonancia cognitiva entre lo que la persona cree y la conduce al miedo y lo que la realidad es. Porque en muchos casos hay una sobreestimación del riesgo de contagiarse el virus y se evitan salidas que llevan a que la persona modifique sus hábitos y afecte su calidad de vida”, explicó el doctor Bustamante a Infobae.
“Se puede hablar con amigos, compañeros de trabajo y familiares para ver cómo están resolviendo los demás su interacción y sus actividades como ir al supermercado en el contexto actual”, aconsejó. “Después, la persona afectada por el miedo al coronavirus “necesita reestructurar su mirada sobre el mundo. Puede requerir asistencia psicológica. En algunos casos, con altos niveles de angustia, se necesitará hacer una consulta médica si evaluar si es necesario acceder a medicación”, afirmó.
En general, las fobias desde el ámbito terapéutico suelen tratarse con terapia cognitivo conductual. Se hace una exposición deliberada a lo que genera esa fobia. Por ejemplo, si una persona tiene miedo a los perros o a los gatos, se los expone a su cercanía. En cambio con el COVID-19 no puede hacerse ese tipo de práctica. Pero sí existe la posibilidad de reevaluar lo que la persona percibe y el nivel de seguridad de los lugares donde podría transitar.
“Hay personas con ansiedad que tienen intolerancia a la incertidumbre. Con la terapia cognitiva conductual, la persona trabaja en comprender que no saber qué puede pasar en el futuro no significa que ocurrirá una catástrofe”, puntualizó Eduardo Keegan, profesor titular de psicoterapia y director de la especialización en psicología clínica y terapia cognitiva de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.
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