Si bien el COVID-19 se presenta principalmente como un virus respiratorio, puede afectar a todo el cuerpo, incluido el sistema nervioso. En un nuevo artículo, los expertos destacan cómo el SARS-CoV-2 afecta al cerebro.
Aunque el síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2) se considera un patógeno respiratorio, un gran número de complicaciones neurológicas, que incluyen confusión, accidente cerebrovascular y trastornos neuromusculares, se manifiestan durante la fase aguda del COVID-19.
Además, trastornos y enfermedades como problemas de concentración, dolor de cabeza, alteraciones sensoriales, depresión e incluso psicosis pueden persistir durante meses después de la infección, como parte de una constelación de síntomas que ahora se denomina Long COVID o COVID prolongado.
Incluso los jóvenes con enfermedad inicial leve pueden desarrollar síndromes neuropsiquiátricos agudos de COVID-19 y Long COVID. Los mecanismos que se producen en este devenir no se comprenden bien, aunque la evidencia implica principalmente una disfunción inmunitaria, incluida la neuroinflamación inespecífica y la desregulación autoinmune antineural.
No está claro si las consecuencias neurológicas imprevistas pueden desarrollarse años después de la infección inicial. Con millones de personas afectadas, las complicaciones del sistema nervioso plantean desafíos de salud pública para la rehabilitación y recuperación y para las interrupciones en la fuerza laboral debido a la pérdida de la capacidad funcional. Existe una necesidad urgente de comprender la fisiopatología de estos trastornos y desarrollar terapias modificadoras de la enfermedad.
El trabajo de investigación, publicado en Science, se centra precisamente en este punto: en destacar la importancia de la investigación sobre el impacto del COVID-19 en el sistema nervioso. Allana el camino para comprender las causas subyacentes del COVID prolongado y las posibles formas de tratar la afección.
Las investigadoras Serena Spudich de la Facultad de Medicina de Yale y Avindra Nath del Instituto Nacional de Enfermedades Neurológicas y Accidentes Cerebrovasculares perteneciente a los Institutos Nacionales de Salud, ambos de Estados Unidos señalan en su documento que la evidencia no muestra una infección cerebral extensa causada por COVID-19. “Sin embargo, el impacto neurológico puede ser causado por activación inmunológica, neuroinflamación y daño a los vasos sanguíneos del cerebro”, indican.
Este nuevo documento publicado pone de manifiesto en un único análisis lo que se sabe actualmente sobre los efectos del SARS-CoV-2 en el cerebro, la importancia de una mayor investigación sobre las causas subyacentes de COVID prolongado y las posibles formas de tratar sus síntomas.
Más allá del virus
“La infección aguda por COVID-19 a veces puede provocar efectos duraderos -explica Spudich-, que en conjunto se han denominado COVID prolongado, y pueden incluir una amplia variedad de síntomas. Aún considerando los bajos índices en que esto se ha presentado, el registro debe alertar a los profesionales de salud en dos áreas específicas; no abandonar el seguimiento de los pacientes luego de ser dados de alta y hacer un registro de su salud más allá de las situaciones respiratorias”.
Los investigadores describen la comprensión científica actual de las posibles respuestas corporales a la infección aguda por COVID-19 y cómo esas respuestas podrían conducir a síntomas prolongados de COVID. También trazan paralelismos entre los síntomas que experimentan las personas con COVID prolongado y los que viven con encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica (EM/SFC) o enfermedad posterior a Lyme, lo que sugiere que podría haber factores de riesgo comunes involucrados.
Finalmente, debido a la importante variabilidad de los síntomas de una persona a otra y al hecho de que muchas personas con COVID prolongado estaban sanas antes de una infección relativamente leve de COVID-19, los autores destacan la necesidad urgente de realizar importantes esfuerzos de investigación para identificar el alcance total de la enfermedad.
“¿Cuáles son los factores del huésped que explican la amplia variabilidad en las manifestaciones clínicas, de modo que algunos pacientes desarrollan una enfermedad neurológica aguda y otros desarrollan complicaciones posinfecciosas persistentes?”, se preguntan las especialistas. Para ellas “será fundamental caracterizar los patrones de desregulación inmunitaria en pacientes con COVID prolongado”.
¿Es posible que la desregulación inmune persistente sea la base de los síntomas continuos? Si es así, para las investigadoras, esto puede deberse a antígenos del huésped con respuestas autoinmunes o una infección viral persistente con replicación viral restringida en los reservorios de tejido.
También se desconoce si las intervenciones antivirales o inmunodirigidas al principio del curso de la enfermedad o la vacunación profiláctica contra COVID-19 alterarán la trayectoria de las complicaciones neurológicas de COVID-19.
Las investigaciones que incluyen estudios con evaluaciones neurológicas y psiquiátricas, y estudios rigurosos entre el huésped y el patógeno de las interacciones sistémicas y del sistema nervioso tienen el potencial de responder a estas preguntas.
“En última instancia -concluyeron los científicos-, se necesitan ensayos de intervención basados en estos descubrimientos para determinar enfoques para reducir o revertir los efectos del COVID-19 en el sistema nervioso que experimentan un gran número de personas en todo el mundo”.
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