Las mascarillas o barbijos reducen el riesgo de infección del coronavirus. Son una barrera para prevenir el contagio o para transmitir el virus a otras personas a través de gotitas y aerosoles. Un estudio en Estados Unidos se enfocó por primera vez en evaluar cómo las personas con asma viven la experiencia del uso del barbijo durante la pandemia.
El asma es una afección en la que las vías respiratorias se estrechan e hinchan. Puede producir mayor mucosidad y provocar dificultad en la respiración y un silbido (sibilancia) al exhalar y falta de aire. La enfermedad tiene tratamiento y un buen control a largo plazo ayuda a que la persona se sienta mejor y pueda prevenir ataques de asma.
Los investigadores de la Universidad de Illinois, en Chicago, Estados Unidos, realizaron una encuesta en línea a 501 adultos con asma para comprender mejor el alcance y los problemas relacionados con el uso de mascarillas o barbijos en la era de la COVID-19.
Aunque los participantes en el estudio adhirieron casi uniformemente al uso de mascarillas en público, el 84% experimentó molestias y el 75% declaró tener problemas para respirar o falta de aliento al menos un poco de tiempo mientras llevaba la mascarilla. Publicaron la investigación sobre experiencias en el uso de mascarillas, COVID-19 y adultos con asma en el número de enero de 2022 de The Journal of Allergy and Clinical Immunology: In Practice.
Los investigadores desarrollaron la encuesta en línea sobre el uso de mascarillas en adultos con asma y compilaron una escala de efectos de las mascarillas y midieron el control del asma. El equipo del estudio descubrió una asociación entre un peor control del asma y más síntomas mientras se usa la mascarilla.
Ese hallazgo se debe probablemente al hecho de que las personas con asma no controlada son más propensas a experimentar falta de aire y problemas para respirar incluso sin mascarilla, dijo Sharmilee Nyenhuis, profesora asociada del Colegio de Medicina de la Universidad de Illinois.
Además, el equipo de científicos descubrió que cuanto más tiempo lleva una persona la mascarilla, más probable es que tenga una medición más alta en cuanto a los síntomas. Además de responder a las preguntas de la encuesta, a los participantes se les hicieron preguntas abiertas sobre sus experiencias con el uso de mascarillas, y se les pidió que hicieran recomendaciones para otras personas con asma.
Cuando se les pidió que comentaran sus experiencias con el uso de mascarillas, el 45% indicó que tenía problemas para respirar y un aumento de la tos cuando llevaba una mascarilla. Sin embargo, el 39% indicó que no había tenido ningún cambio en su asma cuando llevaba una mascarilla. En particular, el 5% respondió que no siempre llevaba mascarilla y el 2% indicó que los síntomas del asma habían mejorado al llevarla, probablemente porque la mascarilla les protegía del polen y los contaminantes que desencadenaban su asma.
“La mayoría de los encuestados dijo sobre las mascarillas: ‘Simplemente llévelas’”, comentó la doctora Nyenhuis. Otras sugerencias que dieron los participantes en la encuesta son que hay que tomarse el tiempo necesario para encontrar una mascarilla cómoda y que se ajuste bien. Prefirieron las mascarillas de algodón, ya que son más livianas y absorben mejor la humedad que los materiales sintéticos. Consideraron que las mascarillas quirúrgicas sientan mejor que las de tela, son más fáciles de respirar.
Los participantes también recomendaron llevar un inhalador siempre. Mantenerse al tanto de los medicamentos. Descansar de la mascarillas y usar técnicas de respiración. “Mantén la calma y haz descansos frecuentes en circunstancias en las que puedas quitarte la mascarilla durante unos minutos”, fue otro de los consejos.
“Tomar un descanso de la máscara es importante. Permite tener la oportunidad de respirar profundamente y hacer algunas técnicas de respiración”, afirmó la doctora Nyenhuis. También señaló que los empleadores deberían considerar la posibilidad de hacer adaptaciones para que las personas con asma puedan hacer pausas seguras con la mascarilla durante su horario de trabajo.
Otras sugerencias de los participantes en la encuesta son el uso de un pulsioxímetro para demostrar que se está recibiendo suficiente oxígeno cuando se lleva una mascarilla; asegurarse de que la mascarilla está a temperatura ambiente si el frío desencadena el asma; y disculparse con los demás si hay que toser y verbalizar que se tiene asma; y, quedarse en casa todo lo posible
Nyenhuis sostuvo que no hay ninguna razón por la que una persona con asma no deba usar una mascarilla, pero aquellos que tengan dudas sobre el uso de una mascarilla deben ponerse en contacto con su médico. Otros autores del artículo fueron Kamal Eldeirawi de la Universidad de Illinois, Barbara Polivka de la Universidad de Kansas, y Luz Huntingon-Moskos de la Universidad de Louisville.
En abril del año pasado, un trabajo de investigadores del Centro Médico Sheba, el hospital más grande de Israel, llegó a la conclusión de que había disminuido el 65% en la cantidad de hospitalizaciones de pacientes con casos graves de asma y se redujo 49% el número de consultas urgentes a la guardia por parte de pacientes con esta misma afección durante el primer trimestre de 2021. El factor que influyó fue el uso del barbijo durante la pandemia.
La médica Nancy Agmon-Levin, jefa de la Unidad de Inmunología Clínica, Angioedema y Alergia del Centro Médico Sheba, a cargo del estudio, sostuvo que “los barbijos bloquean los agentes infecciosos y, definitivamente, el polen”.
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