Tonga vive momentos cruciales. Los residentes intentan, como pueden, recuperarse del desastre provocado por la terrible explosión volcánica que cubrió de cenizas y agua la región mientras que los científicos trabajan arduamente para comprender los efectos de esta erupción.
A pesar de que parecía ser la erupción más grande del mundo en 30 años, descubrieron que probablemente la explosión del volcán Hunga no llegue a tener un efecto de enfriamiento temporal en el clima global, como sucedió con otras grandes erupciones.
De todas maneras no se descartan efectos a corto plazo en el clima en diferentes partes del mundo, además de posibles interrupciones en las transmisiones de radio, incluidas las utilizadas por los sistemas de posicionamiento global.
Los científicos deberán estudiar durante años este fenómeno de la onda de choque motivada por la explosión y los tsunamis que generó. Es importante recordar que los tsunamis no solo se dieron en el Pacífico sino que alcanzaron el Atlántico, el Caribe y el Mediterráneo.
“No es que no estuviéramos al tanto de las explosiones volcánicas y los tsunamis, pero presenciarlo con la variedad moderna de instrumentos que tenemos no tiene precedentes”, dijo Lori Dengler, profesora emérita de geofísica en la Universidad Estatal de Humboldt en California, a The New York Times.
El gobierno calificó la erupción como un “desastre sin precedentes”, aunque aún es difícil determinar el alcance total de los daños porque la explosión cortó los cables de telecomunicaciones submarinos y las cenizas obligaron a cerrar los aeropuertos de Tonga.
La explosión del volcán submarino, de nombre Hunga Tonga-Hunga-Haʻapai, arrojó cenizas peligrosas sobre la región, incluida la capital de Tonga, Nuku’alofa, a unas 40 millas al sur. Asimismo, la capital experimentó un tsunami de cuatro pies y olas de mayor altura en diversos lugares.
Expertos en volcanes hicieron comparaciones con la catastrófica explosión de Krakatau en Indonesia en 1883 y con la gran erupción más reciente, del Monte Pinatubo en Filipinas, en 1991.
“La erupción de Hunga estaba igualando el poder del Pinatubo en su punto máximo”, dijo Shane Cronin, vulcanólogo de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda. Sin embargo, la erupción de Hunga duró solo 10 minutos aproximadamente, y los sensores de los satélites en los días siguientes midieron unas 400.000 toneladas de dióxido de azufre que llegaron a la estratosfera.
“La cantidad de SO2 liberada es mucho menor que el Monte Pinatubo”, dijo Michael Manga, profesor de ciencias de la tierra en la Universidad de California, Berkeley. Es por eso que de no reanudarse la erupción de Hunga y continúe a un nivel igualmente fuerte, no tendrá un efecto de enfriamiento global.
El Dr. Cronin dijo que el poder de la erupción tuvo que ver con su ubicación, a unos 500 pies bajo el agua. “Cuando la roca fundida supercaliente, o magma, golpea el agua de mar, el agua instantáneamente se convierte en vapor, expandiendo la explosión muchas veces. Si hubiera sido mucho más profundo, la presión del agua habría amortiguado la explosión”, agregó.
“La explosión produjo una onda de choque en la atmósfera que fue una de las más extraordinarias jamás detectadas”, afirmó Corwin Wright, físico atmosférico de la Universidad de Bath en Inglaterra. Y agregó: “Estamos viendo una ola realmente grande, la más grande que jamás hayamos visto en los datos que hemos estado usando durante 20 años. Nunca hemos visto nada realmente que cubra toda la Tierra de esta manera, y ciertamente no de un volcán”.
El doctor Wright agregó que aunque la ola ocurrió en lo alto de la atmósfera, podría tener un efecto a corto plazo en los patrones climáticos más cercanos a la superficie, tal vez indirectamente al afectar la corriente en chorro. “No lo sabemos muy bien. Estamos mirando para ver qué sucede en los próximos días. Podría simplemente propagarse y no interactuar”, señaló.
La onda de presión atmosférica y los inusuales tsunamis
Los tsunamis se generan por el rápido desplazamiento del agua, generalmente por el movimiento de rocas y suelo. Grandes fallas submarinas pueden generar tsunamis cuando se mueven en un terremoto. Sin embargo, los volcanes también pueden causar tsunamis. En este caso, la explosión submarina y el colapso del cráter del volcán pueden haber causado el desplazamiento. “Por lo general, uno esperaría que esa energía decaiga con la distancia”, dijo Gerard Fryer, investigador afiliado de la Universidad de Hawái en Manoa.
Esta erupción provocó tsunamis de aproximadamente el mismo tamaño que el local, y durante muchas horas, en Japón, Chile y la costa oeste de Estados Unidos, y eventualmente generó pequeños tsunamis en otras cuencas en otras partes del mundo.
“Sabemos que la atmósfera y el océano están acoplados. Y vemos el tsunami en el Océano Atlántico. No dio la vuelta a la punta de América del Sur para llegar allí. La evidencia es muy clara de que la onda de presión desempeñó un papel. La pregunta es qué tan grande es la parte”, concluyó el doctor Dengler.
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