Por qué la temperatura corporal no sería un indicador efectivo de COVID-19

Recientes investigaciones de las universidades de Stanford y Maryland indicaron que ese parámetro es muy variable y explicaron por qué es relativo como indicio de la enfermedad

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La temperatura corporal normal es un número relacionado con la salud que casi todo el mundo conoce (Getty)
La temperatura corporal normal es un número relacionado con la salud que casi todo el mundo conoce (Getty)

El registro de la temperatura corporal es una de las medidas de cuidado que se adoptaron en el marco de la pandemia por COVID-19 como parte de los protocolos para el ingreso a las escuelas, comercios y demás lugares públicos.

Si el termómetro digital arroja un resultado menor a 37.5, marca que se considera “febrícula” y a partir de la que los especialistas recomiendan estar alertas, se entiende que la persona goza de buen estado de salud (o al menos que no porta el virus del SARS-CoV-2) y que tiene vía libre para ingresar al lugar en cuestión.

La temperatura corporal normal es un número relacionado con la salud que casi todo el mundo conoce: 37°C y hasta unas décimas más constituye un valor ampliamente aceptado como de ausencia de fiebre. Sin embargo, la temperatura corporal no es tan fija.

Un estudio reciente recopiló datos de 150.280 visitas de pacientes ambulatorios adultos a las instalaciones de Stanford Health Care durante un período de diez años. La temperatura promedio fue de 36,6°C para los hombres y 36,7°C para las mujeres.

Otro estudio reciente realizado entre 96 adultos encontró una temperatura promedio de 36,1°C. Y otro trabajo llevado a cabo en 2017 entre 35.488 adultos también había arrojado un promedio de 36,6°C.

Estos resultados conducen para los investigadores a dos observaciones clave: por un lado, la temperatura es bastante variable, y en paralelo, la temperatura promedio del cuerpo humano suele ser inferior a los 37°C aceptados durante mucho tiempo.

Julie Parsonnet es médica especialista en enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford y destacó que “el número proviene de un estudio de mediados del siglo XIX”. En ese estudio, un médico alemán, Carl Wunderlich, recopiló un millón de lecturas de temperatura de muchos miles de pacientes y publicó este promedio de 37°C.

Un estudio reciente recopiló datos de 150.280 pacientes y vieron que la temperatura promedio fue de 36,6°C para los hombres y 36,7°C para las mujeres (DPA)
Un estudio reciente recopiló datos de 150.280 pacientes y vieron que la temperatura promedio fue de 36,6°C para los hombres y 36,7°C para las mujeres (DPA)

“Wunderlich era un gigante en el campo”, dice Philip Mackowiak, profesor emérito de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland y experto en fiebre y temperatura corporal. Señala que si bien 37°C fue el “promedio”, Wunderlich nunca lo llamó “normal”.

De hecho, la mayoría de los médicos saben que la temperatura corporal de una persona varía a lo largo del día y a lo largo de la vida. “Es probable que su temperatura sea más baja en la mañana -aseguró Parsonnet-. Las mujeres tienden a tener más calor que los hombres y la temperatura tiende a bajar con la edad”.

Según explicó Mackowiak, “la temperatura corporal puede fluctuar en condiciones muy frías o cálidas y con actividades como el ejercicio”, de allí que para muchos especialistas el término temperatura corporal es un nombre inapropiado, ya que depende de qué parte del cuerpo se mida: boca, oído, axila o recto.

En el marco de la pandemia por COVID-19, en los Estados Unidos por ejemplo, los estados y hasta las empresas escriben sus propias reglas para el control de temperatura. Así, en Ohio se considera fiebre a partir de 38°C, mientras que en Delaware desde 37,5°C.

La variabilidad en las lecturas de temperatura de la vida real es una de las razones por las que los 37 grados generalmente no se consideran fiebre. La mayoría de las organizaciones utilizan 37,7°C (o más) como temperatura límite en la que los estudiantes no deben ir a la escuela y los empleados no deben ir a trabajar.

Parsonnet sabía que los estudios modernos encontraron constantemente temperaturas corporales promedio inferiores a 37 y se preguntó qué explicaba la diferencia. ¿Mejores termómetros? ¿Que los médicos de hoy tienden a usar lecturas orales en lugar del método debajo del brazo que usó Wunderlich en 1851? ¿O hemos cambiado los humanos de alguna manera fundamental?

Parsonnet y su equipo estudiaron tres conjuntos de datos: uno de los veteranos de la Guerra Civil hasta 1930, otro de una encuesta estadounidense a principios de la década de 1970 y sus propios datos de las clínicas de Stanford a partir de 2007.

Expertos advierten que muchas personas con COVID-19 no desarrollan fiebre (Efe)
Expertos advierten que muchas personas con COVID-19 no desarrollan fiebre (Efe)

Ella documentó una disminución constante en la temperatura corporal promedio durante décadas.

Y tras destacar que “ciertamente, la gente es más sana hoy que en el siglo pasado”, la experta sumó: “Vivimos más, crecemos más y tenemos más herramientas para prevenir y tratar enfermedades infecciosas”.

“No tenemos muchas infecciones que solían estar muy extendidas, como la tuberculosis, la sífilis y las enfermedades infantiles”, reforzó Parsonnet.

El calor corporal es un subproducto del metabolismo y hay evidencia de que, en promedio, las tasas metabólicas han disminuido en los últimos 100 años. Parsonnet teoriza que la mejora de las condiciones de vida y la medicina, junto con un mejor saneamiento e higiene dental, ha llevado a una disminución de la inflamación general, lo que explica nuestras tasas metabólicas más bajas y nuestra temperatura corporal más baja, según publicó The Washington Post.

Parsonnet y Mackowiak dicen que la fiebre es simplemente una temperatura por encima del rango normal. También señalan que la fiebre es sólo un signo de enfermedad. “Mi dogma general es que si tu temperatura es normal y te sientes enfermo, estás enfermo”, sostuvo Parsonnet.

En un entorno médico, es probable que los proveedores busquen otros signos de enfermedad, como un cultivo de garganta, un análisis de orina o un hemograma.

En estos días, nos toman la temperatura todo el tiempo, para un control de COVID-19: en el dentista, el fisioterapeuta, el sitio de vacunación estatal.

Sin embargo, los lectores frontales no son tan precisos. “Si estuvieras usando un sombrero, o simplemente subieras corriendo las escaleras, la frente podría dar una lectura alta”, explicó Parsonnet, quien resaltó que “además, muchas personas con COVID-19 no desarrollan fiebre”.

Mackowiak detalló en primera persona las limitaciones de los termómetros de frente en la actual pandemia: “El día que di positivo por coronavirus, mi temperatura era de 37 grados. Perfecto, según un estándar de 1800″.

Y concluyó: “Los escáneres térmicos son la última tecnología que se está implementando para detectar el coronavirus. Pero en realidad no funcionan”.

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