Las secuelas y síntomas que pueden aparecer a largo plazo luego de una infección por SARS-CoV-2 es materia de estudio de los especialistas desde el comienzo de la pandemia. Es lo que los expertos dieron en llamar “síndrome post COVID”, “long COVID” o “COVID prolongado” e incluye a un conjunto de signos y síntomas que se extienden en el tiempo más allá del alta médica tras haber padecido la enfermedad.
Ahora, según se desprende de recientes datos publicados por el Centro de Control de Enfermedades (CDC) estadounidense, contraer COVID-19 se asocia con un aumento en el riesgo de diabetes en los jóvenes, algo que no sucede con otras infecciones respiratorias agudas.
Hasta el momento se sabía que la infección por SARS-CoV-2 se asocia con el empeoramiento de los síntomas de la diabetes, y las personas con diabetes tienen un mayor riesgo de COVID-19 grave.
Sin embargo, el flamante informe de los CDC añade que “las personas menores de 18 años con COVID-19 tienen más probabilidades de recibir un nuevo diagnóstico de diabetes menos de 30 días después de la infección que aquellas sin COVID-19 y aquellas con infecciones respiratorias agudas pre pandémicas”. Asimismo, “la infección respiratoria no relacionada con el SARS-CoV-2 no se asoció con un mayor riesgo de diabetes”, según publicaron desde el organismo entre las conclusiones de un reciente trabajo.
Lo cierto es que los jóvenes que habían pasado por un cuadro de COVID-19 tenían entre un 31% y un 166% más de posibilidades de recibir un diagnóstico de diabetes que aquellos que no habían pasado la enfermedad pandémica, según los expertos.
Y si bien el mecanismo detrás de esta relación entre esta alteración en el páncreas en jóvenes y el nuevo coronavirus no está claro, algunos expertos barajan la posibilidad de que el virus pueda atacar las células del páncreas que expresan receptores de la enzima convertidora de angiotensina 2. Otra posible hipótesis es que la diabetes pueda ser un resultado de hiperglucemia por estrés como consecuencia de la tormenta de citoquinas que ocasiona la infección viral.
También, se postuló la hipótesis de que este aumento en el riesgo de sufrir diabetes podría deberse a que la infección provoque que la pre-diabetes, una condición que está presente en aproximadamente uno de cada cinco adolescentes en los Estados Unidos, evolucione hacia una diabetes.
No obstante, estos trabajos aún tienen algunas limitaciones, tal como advierten los propios autores de los trabajos. A saber, por ejemplo, no es posible por ahora distinguir si la diabetes relacionada con el COVID-19 es de tipo 1 o 2, ya que esta información no se encuentra recogida en la base de datos. Por otra parte, aún no está claro si esta consecuencia de la infección es permanente o transitoria.
Estudios anteriores ya daban cuenta de una realidad alarmante: el COVID-19 no sólo es más mortífero para las personas con diabetes, sino que también está desencadenando la enfermedad metabólica en muchos que no la padecían anteriormente.
Para los expertos de los CDC, los resultados son muy claros y los autores destacan que todo esto confirma la importancia de prevenir el COVID-19 a través de la vacunación, incluso en niños y jóvenes.
Además, resaltaron que “hay que tener en cuenta que la diabetes puede ser una consecuencia de la infección por lo que los menores de 18 años que se hayan infectado deben ser monitorizados en los meses siguientes para diagnosticar oportunamente cualquier diabetes”.
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