En plena ola por la variante Omicron, millones de pruebas diarias comienzan a ser una abultada factura que se dispara en razón de la estrategia de detección del coronavirus en Europa. Un costo, muchas veces asumido por los gobiernos, pero que no logra responder a la alta demanda.
Ante el alboroto por testearse, las autoridades adecuan sus protocolos sanitarios, mientras la llegada de pacientes se incrementa en los hospitales y los contagios no parecen detenerse. La ecuación es mantener el ritmo de chequeos para mantener a los países abiertos.
Las cifras de los últimos días son vertiginosas. Colas que se alargan, padres de alumnos atascados para permitir que su hijos sean recibidos en las escuelas, al tiempo que farmacias y laboratorios se encuentran desbordados.
Según los datos que ofrece el sitio OurWorld InData, los países europeos ocupan los primeros puestos del ranking en número de pruebas PCR y de antígenos realizadas per cápita. Para determinar la “clasificación” de las naciones que más rastrean el virus, es necesario observar el número de testeos realizados por día a nivel de población, en promedio durante siete días.
Así, en promedio en una semana, Chipre, esta en la parte superior de la clasificación con 147,6 pruebas por día por cada 1.000 habitantes. Por detrás, se suceden Islas Feroe (71,5) Austria (47,4), Grecia (35), Dinamarca (31,6), Israel (30,7), Portugal (24,4) y Reino Unido (20,6). Por otro lado, Francia está por delante de sus dos vecinos, Italia (16) y España (7,6), pero también de Estados Unidos (5,5).
Si se presume el valor absoluto, Estados Unidos realiza (1,84 millones), India (1,5 millones) y Reino Unido (1,41 millones) y Francia (1,3 millones). Luego se encuentra Italia (970.000), Austria (430.000) y España (360.000).
Mientras hay una sensación que se instala: ¿de qué sirven todas estas pruebas, cuando Ómicron es menos peligroso y la mayoría de las personas que dan positivo son asintomáticas? La respuesta, sin embargo, no puede ser menos pruebas. Por el contrario, los ejecutivos buscan fortalecer aún más los sistemas, apoyándose en la red de farmacias, incluso de supermercados para la venta de testeos caseros.
Sólo en Francia, cerca de 10 millones de pruebas realizadas en la primera semana de enero, representan un 25% más que la anterior . A esto se suma alrededor de 2,7 millones de autotests distribuidos por farmacéuticos entre el 3 y el 7 de enero.
Desde la llegada de Ómicron, las fiestas de fin de año y el mantenimiento de la regla de detección masiva de COVID-19 , la cantidad de muestras tomadas cada día se ha disparado. Y con ello el gasto estatal: un costo de 1.000 millones de euros en diciembre, que seguirá subiendo durante enero.
De acuerdo al relevamiento del diario económico francés, Les Échos, sólo en diciembre se realizaron alrededor de 30 millones de pruebas PCR o de antígenos, de las cuales 28 millones estuvieron a cargo del seguro de salud, por un gasto total de mil millones de euros.
Una cifra confirmada por la cartera sanitaria del ministro, Olivier Véran, que fue más allá: “Es probable que en enero superemos esta cantidad”. Las estimaciones indican que los 1.600 millones de euros previstos en el presupuesto de la Seguridad Social para 2022 se consumirán rápidamente.
Mientras, en España, la presión acorrala al gobierno del presidente, Pedro Sánchez. Los precios de los test de antígenos que se venden en las farmacias se precipitaron en el país en las últimas semanas, ante la gran demanda de una población que quería asegurarse estar libre de coronavirus antes de reunirse para las celebraciones de fin de año. De hecho, en muchos sitios era imposible encontrarlos.
La Comunidad de Madrid ofreció a cada ciudadano un test gratuito, pero para muchos fue tarea imposible conseguirlos. Desde primera hora de la mañana se pudieron ver largas esperas ante las farmacias, para llegar y comprobar el faltante en cuestión de minutos.
Si bien pasaron las fiestas, la demanda ha llegado por el retorno de las clases. Para detener esta situación, el gobierno socialista ha dispuesto regular el precio, como lo han hecho varios países de Europa. El presidente Sánchez no ha concretado cuál será el precio límite, pero ha recordado que estos productos ya tenían un IVA reducido.
En todos los casos, las desorbitantes facturas no cambian las estrategias de los gobiernos. Al contrario, la mayoría asume que la detección masiva, los testeos, tiene un costo alto que deberán seguir sosteniendo. Reino Unido y Alemania siguen esta estrategia, con millones de pruebas gratuitas. Incluso el nuevo gobierno alemán de Olaf Scholz quiere sumar una prueba negativa para cumplimentar el pase vacunatorio actual. Esquema de vacunas completas y un negativo de COVID-19, la regla “2G plus” que se impone entre los germanos.
Para las autoridades franceses la ecuación es clara: siempre costará menos que una cama de cuidados intensivos. “En el período, el costo es un elemento secundario frente al objetivo de salud pública”, afirman los funcionarios.
En definitiva, probar es lo que permitirá a los países mantenerse abiertos y contener la pandemia, aunque nadie sabe hasta cuando. Por otro lado, la adecuación y flexibilización de los aislamientos, cuándo y cómo realizarse una hisopado, son pautas que van cambiando.
Las tensiones frente a laboratorios y farmacias convocó a sumar más personal. Varios países europeos han adaptado además sus centros de vacunación para realizar pruebas. Francia también determinó, por medio de un decreto, que autoriza a los estudiantes de 3° y 4° año de biología a realizar pruebas.
En cuanto a las autopruebas, que se han vuelto centrales en el seguimiento de los casos de contacto, diferenciándose en la celeridad para su acceso, la obtención suele ser “gratuita” a los pacientes afectados. Si bien hay reservas entre países, esta suele ser la doctrina. La venta en supermercados, a precio de costo, es otra regulación que empieza a copiarse entre los distintos Estados, al menos mientras la demanda no frene.
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