Hoy la atención de la humanidad gira en torno a la variante Ómicron del coronavirus. Uno de los primeros casos de COVID-19 con esa variante se detectó en Botsuana el 9 de noviembre pasado. Se reportaron también casos en Sudáfrica. El 26 de noviembre la Organización Mundial de la Salud (OMS) designó a Ómicron como una variante de preocupación que días atrás advirtió que “el riesgo global relacionado con la nueva variante de preocupación Ómicron sigue siendo muy alto”. ¿Esa variante hizo que el COVID-19 sea la enfermedad con la propagación más rápida en la historia de la humanidad?
Hasta ahora, hay pruebas consistentes de que la variante Ómicron del coronavirus tiene una ventaja de crecimiento sobre la variante Delta, con un tiempo de duplicación de entre 2 y 3 días, y se observa un rápido aumento de la incidencia de casos en varios países, incluidos aquellos en los que la variante se ha convertido en la variante dominante del SARS-CoV-2, como el Reino Unido y Estados Unidos de América. Sin embargo, durante las últimas semanas se ha observado un descenso en la incidencia de casos en Sudáfrica.
“Es probable que la rápida tasa de crecimiento sea una combinación tanto de la evasión inmunitaria como de la mayor transmisibilidad intrínseca de la variante Ómicron”, según consideró la OMS en su último boletín epidemiológico semanal. Los primeros datos del Reino Unido, Sudáfrica y Dinamarca sugieren que hay un menor riesgo de hospitalización para la variante Ómicron en comparación con la variante Delta del coronavirus, que había sido detectada en India en octubre de 2020 y recién llegó a ser predominante en el mundo en la segunda mitad del año 2021.
Para el doctor Roby Bhattacharyya, experto en enfermedades infecciosas del Hospital General de Massachusetts, en Estados Unidos, por la variante Ómicron, la enfermedad COVID-19 ha pasado a ser la infección con más propagación de la historia”. Consideró que un mes después de su detección en el sur de África, la nueva variante del coronavirus era ya la dominante en países de todo el mundo.
Hasta ahora se creía que el virus del sarampión era el de mayor transmisión. Una persona con sarampión puede infectar a otras 15 que no estén vacunadas en promedio. En cambio, una persona afectada por la variante Ómicron puede contagiar a otras 6. Pero la diferencia en el tiempo es significativa.
Si una persona se contagia el virus del sarampión, pasan unos 12 días hasta que los contagiados también pueden empezar a transmitir la infección. En cambio, solo transcurren entre 4 y 5 días entre que una persona con la variante Ómicron contagia y los afectados ya se vuelven infectivos. Es decir que un caso de una persona con sarampión puede lugar a 15 casos a los 12 días. En cambio, un caso de afectado por la variante Ómicron producirá otros seis a los cuatro días, 36 casos a los ocho días y 216 a los 12 días.
Consultado por Infobae el doctor Jorge Quarleri, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Instituto INBIRS del Conicet, comentó: “No tengo dudas de que la transmisibilidad de la variante Ómicron del coronavirus no tiene precedentes respecto de las variantes de preocupación anteriores. Sin embargo, aún falta más investigación para afirmar que por Ómicron, la enfermedad COVID-19 sea más la infección con mayor propagación de la historia”.
En el caso de la infección por sarampión, de acuerdo con Quarleri, “el máximo de contagiosidad se alcanza luego que el virus habita en el organismo humano durante un período cercano a las dos semanas. Inicialmente, el virus infecta en el tracto respiratorio. Utiliza la mucosa respiratoria para desembarcar y desde allí transportarse al tejido linfoide donde se siente muy cómodo para replicarse y diseminarse dentro del organismo. En esa diseminación, vuelve a la mucosa respiratoria por la que había ingresado, pero con una cuantía superior porque se multiplicó profusamente en las células del sistema inmune. Pasa a infectar a las células epiteliales de la mucosa. El virus del sarampión se transmite a partir de la exhalación de las personas”.
El doctor Quarleri aclaró que el coronavirus no tiene el mismo mecanismo que el virus del sarampión cuando ingresa al ser humano. No llega a transportarse al tejido linfoide. “Por las mutaciones que la conforman, la variante Ómicron del coronavirus podría estar dotada de algunas ventajas que le agregan flexibilidad para unirse y contribuyen a que el primer paso de la replicación dentro del organismo humano se realice con gran eficiencia. Pero hay aún determinantes ambientales, como la temperatura, la humedad, las corrientes de aire, la salinidad, las diferentes superficies, la radiación ultravioleta, que aún no sabemos cómo afectan a la nueva variante del coronavirus”, señaló Quarleri.
Resaltó otra diferencia: “Quienes se infectan con el virus sarampión y no estaban vacunados se enfermarán. Porque se trata de un virus con alto nivel de patogenicidad. En el caso del coronavirus, la patogenicidad es menor (aun con diferencias entre las variantes conocidas): el 60% de las personas pueden permanecer infectadas por el coronavirus pero sin enfermarse. Ese silencio, es decir, la ausencia de signos y síntomas, favorece la transmisión inter-humana del coronavirus”.
En tanto, Silvia González Ayala, profesora y especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Nacional de La Plata y la Sociedad Argentina de Infectología, también señaló que faltaría más estudios comparativos entre los virus. “El período de incubación del sarampión es prácticamente fijo en 10 días. En cambio, el período con la variante Ómicron es solo de entre 4 y 5 días. Considero que habría que plantear la comparación con el virus de la influenza (o gripe) que igual que la COVID-19 cursa con infecciones asintomáticas lo que no ocurre con sarampión”.
Mientras que Roberto Etchenique, investigador del Instituto de Química Física de los Materiales, Ambiente y Energía, que depende de la Universidad de Buenos Aires y el Conicet, puntualizó que hoy “la variante Ómicron del coronavirus es tan contagiosa como la variante original del coronavirus que se detectó en Wuhan en el inicio de la pandemia. Solo que ahora lo observamos porque el mundo hoy no tiene restricciones a la movilidad, y hay un sistema de testeos que detecta 10 veces más que en el comienzo de la pandemia. Durante enero y febrero de 2020, había circulación comunitaria en varios países pero no se hacía vigilancia”.
El doctor Bhattacharyya con el investigador William Hanage publicaron hace dos semanas un informe sobre la dificultad para saber qué gravedad puede implicar si una persona se infecta con la variante Ómicron. Quizá esa variante sea un 25% menos grave que la variante Delta en las personas que no se han vacunado ni han estado infectadas antes por el coronavirus. Pero probablemente la infección por la variante Ómicron sea más grave que otras variantes anteriores. La variante Alfa, que fue detectada en el Reino Unido a finales de 2020, era un 50% menos grave que la Delta según varios estudios. Por la rapidez con la que se está extendiendo, la variante Ómicron probablemente cause mucho daño en un período de tiempo más corto, sostuvo Bhattacharyya.
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