Los barbijos o mascarillas se colocan en la cara y las orejas para reducir el riesgo de contagiarse el coronavirus o para evitar el contagio a otros. Además de la vacunación, el distanciamiento y la ventilación cruzada y permanente, las mascarillas son claves para reducir la transmisión del virus en las comunidades. En Estados Unidos, científicos del Instituto de Salud y Seguridad Ocupacional de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades realizaron un estudio para brindar una orientación que permite aumentar la eficacia de las mascarillas para reducir la propagación de patógenos infecciosos respiratorios, incluido el coronavirus.
Los resultados fueron publicados por la revista American Journal of Infection Control (AJIC), la revista de la Asociación de Profesionales en Control de Infecciones y Epidemiología (APIC). Los científicos identificaron combinaciones específicas de mascarillas y modificaciones de ajuste. Pueden ser aplicados por los trabajadores sanitarios, los pacientes y el público en general para mejorar el ajuste y el rendimiento de los barbijos.
Las mascarillas se utilizan para reducir la propagación de virus infecciosos como el SARS-CoV-2, que se transmiten a través de los aerosoles que quedan suspendidos en el aire y las gotitas producidas durante actividades como hablar, respirar y toser. Las personas contagiadas pueden emitirlas incluso cuando no tienen síntomas.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. recomiendan una mascarilla de varias capas, que cubra la nariz y la boca y forme un sello hermético contra la cara. “El rendimiento de las mascarillas como dispositivos de control de la propagación de infecciones depende tanto de la capacidad del material de la mascarilla para filtrar los aerosoles como de lo bien que se ajuste la mascarilla al usuario”, afirmó Françoise Blachere, bióloga investigadora del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (NIOSH) y autora principal del artículo.
Blachere y sus colegas utilizaron tanto voluntarios humanos como maniquíes de simulador para evaluar el rendimiento de múltiples tipos de máscaras, combinaciones y modificaciones. Los investigadores llevaron a cabo una serie de experimentos que simulaban la tos y las exhalaciones de las personas, y luego midieron la eficacia de las mascarillas para bloquear los aerosoles respiratorios.
Los resultados muestran que la superposición de una mascarilla de tela de tres capas sobre una mascarilla médica (doble mascarilla) o la fijación de una mascarilla médica con una banda elástica proporcionaron la mejor protección contra los aerosoles respiratorios. Las mascarillas médicas sin modificación bloquearon un 56% a los aerosoles de la tos y 42% a los aerosoles de la exhalación.
En cambio, colocar una mascarilla de tela sobre una mascarilla médica bloqueó un 85% los aerosoles de la tos y el 91% de los aerosoles de la exhalación. Si se suma una abrazadera sobre una mascarilla médica, se bloquea un 95% los aerosoles de la tos y el 99% de los aerosoles de la exhalación.
El uso de elásticos en la oreja o de una correa en la oreja, o anudar y meter la mascarilla, también aumentaron el rendimiento en comparación con las mascarillas médicas sin modificación. Otras dos modificaciones del ajuste de la mascarilla, el cruce de los bucles de las orejas o la colocación de un soporte bajo la mascarilla, no aumentaron el rendimiento.
“Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, hubo una considerable confusión sobre el uso más eficaz de las mascarillas, especialmente entre el público en general, para reducir la propagación de la infección”, dijo Ann Marie Pettis, presidenta de la Asociación de Profesionales de Control de Infección y Epidemiología. “Los hallazgos del nuevo estudio son importantes y oportunos porque identifican combinaciones específicas y prácticas de mascarillas faciales y las modificaciones que pueden mejorar el ajuste y, por lo tanto, reducir mensualmente la expulsión de aerosoles infecciosos en el ambiente”
Desde el inicio del avance por el coronavirus, la población de diferentes países de Asia incluyó a las mascarillas como parte de la prevención. En esa región del mundo estaban más acostumbrados. En Japón, las mascarillas se usaron masivamente en 1918 durante la pandemia por un virus de la gripe. En 1923, se volvieron a usar por el impacto del Gran terremoto en la región de Kantō.
Mucho tiempo después, en noviembre de 2002, se produjo en China la emergencia de otro coronavirus, que ahora se llama SARS-CoV-1. A los pocos meses se propagó por el mundo. En ese momento, hubo países de Asia como Hong Kong que alentaron el uso de mascarillas en lugares públicos, y pasó a percibirse como una responsabilidad cívica de cuidado con los demás.
En 2012, la epidemia por el coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) en Arabia Saudita otra vez dio visibilidad a las mascarillas. Esa esa epidemia se expandió a 21 países, incluyendo a países como Qatar, Jordania, y Corea del Sur. En este último país, se registraron 17.000 casos sospechosos de MERS-CoV y 38 muertes, y la población usó las mascarillas hasta 2015 cuando la propagación del virus ya estaba controlada. Esos antecedentes recientes facilitaron que las personas en Asia aumentaran el uso de mascarillas en enero pasado cuando se produjo la expansión por el nuevo coronavirus que causa COVID-19. Los gobiernos de Singapur, Corea del Sur y Japón entregaron mascarillas a la población.
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